El ser, el poder y el obrar para el bien común de España y de Europa.

El ejercicio con autoridad y responsabilidad del gobierno de las patrias, de las naciones históricas, de los estados con identidad histórica de Europa, se comenzó a consolidar en la Edad Media entre los siglos XII y XIII, a través de las cortes medievales, y más en concreto, en la cortes de los reinos hispanocristianos de España, que conformaron las Españas de España cuando se comenzó a tomar conciencia de la importancia de la Reconquista de la Península Ibérica, para la recuperación de la unidad y de la identidad histórica perdida, que se basaba y basa en el ser, el poder y el obrar espiritual y cultural cristiano católico, que estuvo a punto de ser destruido por la intolerancia del islamismo invasor, el cual formó un entramado geopolítico contrario a lo hispanorromano y cristiano visigodo: es el utópico al-Alandalus, un cuerpo extraño y peligroso que no sólo estuvo a punto de hacer desaparecerel ser, el poder y el obrar de Hispania, de España, de las Españas de España, sino también de Europa, si nuestros reinos hispanocristianos y europeos, no hubiesen derrotado y contenido el empuje conquistador del islam en la Península Ibérica.

El reinar, el gobernar desde el ser, el poder y el obrar espiritual y cultural cristiano católico, se hizo realidad histórica con el final de la Reconquista en España, al recuperarse la unidad histórica, territorial, espiritual, social y cultural de los reinos de España frente al islam y frente a las guerras civiles intestinas, con los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla(1451-1504) y Fernando V de Castilla y II de Aragón(1452-1516), de la Dinastía de los Trastámara (S. XV).

En Europa, se había logrado algo similar con el Imperio Carolingio, el Sacro Romano Imperio del Emperador franco, Carlomago (742 ó 747-814), núcleo de lo que luego sería la Comunidad Europea, hoy Unión Europea, núcleo pergeñado en el siglo XX por los padres de la misma, tres cristianos católicos, el alemánKonrad Adenauer(1876-1967), el italiano Alcide de Gasperi (1881-1954) y el franco-alemán Robert Schuman(1886-1963), más un laico del humanismo de la libertad y la solidaridad, el francés Jean Monnet (1888-1979), los cuales, si abrieran los ojos en el siglo XXI, se sentirían frustrados al comprobar cómo las ideologías que gobiernan en las instituciones de la Unión Europea, se han alejado del ser, del poder y del obrar conforme al bien común de Europa y de las naciones del mundo.

La Dinastía de los Austria en el siglo XVI, desde su apogeo con Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558) y Felipe II (1527-1598), hasta la decadencia de la misma con Carlos II (1661-1700), supo ejercer con autoridad, en el Imperio Español, los principios fundamentales de la monarquía cristiana católica: la grandeza de las obras, manifestaron las grandezas y limitaciones humanas del poder, y por medio de las obras y del poder, demostraron la universalidad del ser de Europa y de España.

Sin embargo, con la antinatural llegada de una dinastía foránea, la francesa Dinastía de los Borbones en el siglo XVIII, el modo de gobernar de la monarquía católica en Europa y de modo especial en España, entra en la decadencia a la hora de poner al servicio del bien común de la comunidad histórica española el ser, el poder y el obrar secular de los reyes y príncipes hispanos. Así ha sido desde el siglo XVIII al siglo XXI con los diferentes pero clónicos monarcas de la Casa de Borbón, desde Felipe V (1683-1746), pasando por el efímero reinado de Luis I (1707-1724). Después llegan: Fernando VI(1713-1759 ), Carlos III(1716-1788 ), Carlos IV(1748-1819), el traidor rey absolutista Fernando VII(1784-1833), luego, la reina Isabel II(1830-1904), Alfonso XII(1857-1885) y Alfonso XIII(1886-1941); y entre el siglo XX y el siglo XXI, Juan Carlos I( 1938-), Rey de la Monarquía Parlamentaria Española, según la atrofiada Constitución Española de 1978.

Los monarcas de la Dinastía de los Borbones, hicieron dejadez del ser, del poder y del obrar secular de la monarquía cristiana católica, ya que cedieron ante las ansias de poder de las ideologías nacidas en Europa: en el siglo XVIII ante el despotismo ilustrado y afrancesado y el absolutismo, y en los siglos XIX, XX y XXI, ante las arremetidas ideológicas de las revoluciones sangrientas del liberalismo, del socialismo, del comunismo, controlados todos ellos, por las injerencias de la masonería y del laicismo antieclesial, anticlerical, y anticatólico, sin que nos olvidemos en el siglo XXI del relativismo posmoderno.

En el siglo XXI, tras varios siglos de olvido y menoscabo de lo que es el ser, el poder y el obrar de la monarquía cristiana católica en España, después de la decadencia política social, económica, espiritual, científica y cultural de España durante más de treinta años de una inhabilitada Constitución Española(1978), es el momento de que la Dinastía de los Borbones acepte definitivamente el ser, el poder y el obrar de acuerdo con la multisecular monarquía católica ya no sólo de España sino también del Europa.

Otro tanto cabe decir a la sociedad civil española, a la comunidad histórica de España, y de modo prioritario a la clase política que ha desgobernado España entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Durante más de treinta años el bipartidismo político, ha falseado los fundamentos del Estado de Derecho, de la Monarquía Parlamentaria del Reino de España, tal como se señala en la aconfesional Constitución Española de 1978, que no es laica o laicista, que no es socialista ni liberal conservadora, y mucho menos que no es un laberinto de nacionalidades ultranacionalistas y cesionistas.

La comunidad histórica española ha de recuperar su identidad histórica en el ser, el poder y el obrar para exigir a las instituciones como el Parlamento y la Monarquía, para exigirle a los tres poderes del Estado, el Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo, que nos gobiernen teniendo como punto de partida y de llegada el bien común que se alcanza cuando se ejerce con autoridad el ser, el poder y el obrar de acuerdo con las leyes justas de Dios y de los hombres.

Cuando los reyes, cuando los príncipes de Europa y de España, cuando las autoridades políticas responsables de los destinos de las patrias, de las naciones y de los estados, pervirtieron el ser, el poder y el obrar histórico con las mentiras y abyecciones ideológicas contrarias a la justicia, a la verdad y a la libertad del bien común, Europa y España se hundieron en guerras y revoluciones fratricidas, precedidas siempre por gravísimas crisis político-económicas y por profundas crisis en la moral y en el pensamiento.