Una vez más se llega a otra legislatura mucho más
complicada y conflictiva que la anterior por una situación caótica, que, ha
llevado a España a una devaluada y decadente democracia progresista en crisis
total, política, judicial, social, económica, sanitaria, laboral, moral, ética,
cultural religiosa y espiritual, en manos de la dictadura del relativismo
político, ideológico y anti-antropológico de la totalitaria ideología de
género, impuesta por el Nuevo Orden Mundial (NOM), impuesta y seguida por todos
los gobiernos del progresismo democrático reaccionario, impuesta por la primera
enemiga del derecho de la Ley Natural y de la Ley Divina, implícitas y
explícitas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos(1948), la Organización de Naciones Unidas (O.N.U).
Una España, cuya sociedad civil, ha perdido la
dignidad, el equilibrio y la templanza del sentido común para con las
obligaciones o responsabilidades morales y éticas, políticas y sociales, porque
las partidocracias, durante más de cuarenta años, junto a los otros cuarenta
años con la democracia orgánica de la
Dictadura Franquista, la han desvinculado de lo que debería ser una sociedad
civil con una democracia contrastada y madurada donde la milenaria conciencia e
identidad históricas de España, debería haber sido más que necesaria para
mantener una estabilidad política y social basada en el bien común de todos los
españoles, y no en los inicuos intereses partidocráticos del liberalismo, del
comunismo, del socialismo, o de los nacionalismos radicales, que, vienen
erosionando, desde el siglo XIX, a España como Patria, Nación y Estado. Algo
impensable, inconcebible, imposible, en democracias europeas más asentadas o
menos, como Alemania, Reino Unido, Francia, Portugal, Italia…