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Para los transhumanistas
y posthumanistas, ultrapromotores neomalthusianos del control genocida de la
población mundial, los seres humanos constituyen un cáncer que hay que extirpar
ya que invade toda la Tierra con la superpoblación, destruyendo la naturaleza
del verde ecologismo radical estatalista.
Los transhumanistas y
posthumanistas neomalthusianos, forman parte de las élites globalistas del
Nuevo Orden Mundial, élites gubernamentales y estatales, cientificistas y
tecnócratas, tecnológicas e incluso pseudorreligiosas de las sectas sincréticas
de la nueva era y de la luciferina masonería anticatólica y antihumana.
Con la trágica y letal
pandemia del coronavirus COVID-19, estamos asistiendo a la obsesión tiránica de
imponer una reducción poblacional genocida de las personas con la imposición
mundial del falso e inicuo pseudoderecho al aborto, que, en el año 2021 ha sido
la primera causa de muerte, genocida, en el mundo con 42,6 millones inocentes
asesinados dentro o fuera del seno materno.
A las cifras del terror
legislado del aborto, habría que añadir a las cifras que se nos ocultan y
desconocemos, de los asesinatos encubiertos, camuflados por las leyes de la
eutanasia y del suicidio asistido, que no es sino suicidio inducido por el
terror médico-sanitario de los estados totalitarios en las decadentes y
degeneradas democracias.
Lo acontecido hasta el
momento, no es nada nuevo, porque se venía maquinando desde siglos atrás, hasta
alcanzar la actual perfilación demoníaca que fue en el siglo de los crímenes de
lesa humanidad, por iniciativa del terrorismo de estado, nazi, fascista,
socialista y comunista, el siglo XX.
Algunas no
ejemplarizantes, por inmorales e inhumanas, opiniones de líderes o personajes
del siglo XX, nos sirven de prueba irrefutable para demostrar a lo que nos han
conducido. En 1987, quien fuera presidente de otra estructura de poder para el
control global de la población, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF: Word
Wildlife Fund), el fallecido duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II
del Reino Unido, el príncipe Felipe (1921-2021), manifestaría lo que sigue, muy
en sintonía con el neomalthusianismo del herético sincretismo de la nueva era y
la diabólica masonería anticatólica y antihumanidad:
“En el caso de que
fuera a reencarnarme, me gustaría volver como un virus mortal, con el fin de
poder contribuir a resolver el problema de la superpoblación” .
En la misma onda
expansiva de inmoralidad ecológico-panteísta contra el ser humano, el que fuera
antropólogo y líder del activismo social-político anarquista, David M. Graber (1961-2020),
elogiando un ensayo sobre el catastrófico calentamiento global, que no sucedió
ni en las décadas del 70 al 90 del siglo XX, ni en el siglo XXI, un ensayo del medioambientalista
Bill McKibben (1960), nos soltó:
“Hasta que llegue un
momento en el que el Homo sapiens decida reintegrarse con la naturaleza,
algunos de nosotros sólo podemos confiar en que aparezca el virus adecuado”.
A todas las élites del
Nuevo Orden Mundial, habría que preguntarles: ¿Cuántos virus mortales y
adecuados han proyectado para el control global genocida de la población mundial?