El 16 de julio de 2020, día de la multisecular advocación mariana de
marineros y marinos, la Virgen del Carmen, Madre de Dios y de su única, santa y
verdadera Iglesia católica, Estrella de los Mares, guía y salvación de las
almas, en una España de identidad cristiana católica perseguida y en el olvido
social desde el siglo XVIII hasta hoy,
por las masónicas revoluciones ilustradas, liberales, socialistas y comunistas,
aconteció el marquetiniano Funeral de Estado, que fue, un funeral laicista
masónico, el funeral preparado por el gobierno neonacionalsocialistacomunista
para tapar y justificar su inoperancia, fracaso y mentiras de la crisis
sanitaria, social y económica del rojo coronavirus chino COVID-19.
Presidido por el rey Borbón
Felipe VI en el Patio de la Armería del Palacio Real, con la presencia de
familiares de los fallecidos, representantes de los sectores laborales más
implicados en la pandemia, la asistencia de las autoridades en el gobierno, la
asistencia de autoridades extranjeras, de las autoridades religiosas y de las
17 autocráticas comunidades autónomas, se rindió un histórico homenaje cívico
de protocolo laicista masónico y sincretismo relativista pagano de la secta
herética de la nueva era: un minuto de silencio consensuado; un desfile de
personalidades con asépticas rosas blancas que depositaban alrededor del
círculo metálico en cuyo centro estaba un pebetero de gélidas llamas fúnebres
paganizantes; versos sin Dios y solas esperanzas mundanas del poema “Silencio”
del poeta y ensayista mexicano Octavio Paz Lozano(1914-1998 ), música del norteamericano Samuel Barber
(1910-1981), compañero sentimental del compositor y libretista, el ítalo-estadounidense
Gian Carlo Menotti (1911-2007) con el adagio dramático para cuerdas Op.11, y la
canción espiritual basada en un poema del germano poeta petrarquista del siglo
XVII Paul Flemming(1609-1640) “Geistliches Lied”, Op. 30, del también compositor
alemán Johannes Brahms (1833-1897) del siglo XIX.
No podía faltar el discurso,
como todos los del rey, impersonal y similar a los anteriores por la pandemia,
porque fue elaborado por los asesores gubernamentales para camuflar la peor
gestión de la crisis sanitaria de la pandemia de entre todos los gobiernos de
Europa, con más de 50.000 fallecidos, la mayoría, alrededor de 37.000, ancianos
Algunas frases leídas del rey,
como:
“reconocer ensalzar a miles de ciudadanos
cuyas conductas han sido el mejor ejemplo de los valores cívicos y morales de
nuestra sociedad y la mejor razón para nuestra esperanza colectiva”.
“este acto no puede reparar el dolor de muchas
familias por no haber podido estar a su lado en sus últimas horas; ni mucho
menos atenuar la tristeza por su ausencia; pero sí hacer justicia a su vida, a
su contribución a nuestra sociedad, a su memoria”,
Acabó el rey el discurso leído:
“la responsabilidad, la fuerza moral, la
determinación frente a la adversidad y el espíritu de superación del pueblo
español nos muestran el camino a seguir para afrontar y vencer las
dificultades”. “España ha demostrado su mejor espíritu”.
¿Qué espíritu, Su Majestad? Sin duda, el herético
espíritu gnóstico antievangélico, propio del politeísmo y el pragmatismo
laicista de las sociedades del paganismo relativista en el que han vuelto a
caer las sociedades dominadas por el Nuevo Orden Mundial (NOM).
Nada más distante y contrario al Máximo y
Beatísimo Espíritu que históricamente ha sido de España, el de la Trinidad
Beatísima de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Este es el misterio
que nos transmite la veneración de la Madre de Dios, de Jesucristo, en la
advocación de Nuestra Señora del Carmen, ella como Puerta del Cielo, habrá
acogido a los fallecidos por la pandemia en la gracia de Dios recibida por la
caridad y la fe Trinitaria para participar en la eterna alabanza y gloria de
Dios.