En las partidocracias del siglo XXI, que
controlan las sociedades de la globalización relativista por medio de las redes
de comunicación, de las finanzas mundiales y la idolátrica ideología de género
del Nuevo Orden Mundial de la Organización de Naciones Unidas(ONU), se odia y
persigue a la Verdad de Dios y del hombre, con la cual se santifica de
virtudes, de valores morales, el bien común de la Humanidad.
En este ambiguo mundo globalizado del siglo XXI,
y más en concreto en España, Europa y América, las anquilosadas ideologías de
los siglos XIX y XX, se han mutado en tiránicas partidocracias. La
partidocracia es la vuelta a la radicalización violenta y revolucionaria de las
anacrónicas ideologías, que así nacieron para luego disfrazarse de democracias
socialistas, comunistas o liberales. Hasta los nazis y fascistas, y también la
dictadura franquista, se autoproclamó, democracia, democracia orgánica.
Las democracias partidocráticas abundan tanto en
los partidos de las ideologías de izquierdas como de derechas, ahora,
reciclados en neosocialistas, neocomunistas, neoliberales o neonacionalistas.
En las partidocracias el poder se centra en la pleitesía a un líder
partidocrático cuya obsesión es alcanzarlo sea como sea, aunque para ello lo
haga con la destrucción y aniquilación del enemigo partidocrático.
Por nuestra desmembrada y descristianizada España(como
Europa), todos los líderes particráticos, se han formado durante cuarenta años
de democracia en torno a una común obsesión cainita: derribar al enemigo
político, sin tener en consideración que por encima de las ideologías
partidocráticas, se encuentra la sociedad española, a la cual deberían tener
como lo más principal y prioritario.
Los líderes partidocráticos repiten unas
consignas ya muy desgastadas porque se fabricaron varios siglos atrás.
La más baboseada es la del cambio, el cambio sin
cambiar, salvo al enemigo político que le había quitado antes el poder. Llegar
al poder por el poder, y no dejarlo para moldear a la sociedad a los postulados
del reaccionario programa de partido.
Otro epifonema repetido y manoseado desde el
siglo XVIII, es el del progreso de los progresistas-reformistas, que no ha
consistido sino en la destrucción calculada de los tesoros filosóficos y
religiosos de la milenaria tradición cristiana católica y grecorromana, para
reemplazarlos por la esclavitud de la igualdad, la libertad y la fraternidad
masónica del poder partidocrático, del partido retro-reformista.
Y otra consigna o epifonema, es la voluntad de
poder que provocó en el siglo XX dos guerras mundiales, y que nos ha metido en
la tercera guerra mundial del terror psicológico de la crisis mundial provocada
por el terrorismo directo, el islámico. La voluntad de poder en las partidocracias
es nihilista, el nihilismo del superhombre nazi, fascista, socialista,
comunista o neoliberal, reaparece en las legislaciones antivida y
mercantilistas neosocialdemócratas de las sociedades del bienestar,
incentivadas por los supremos líderes partidocráticos y sus entramados de poder.
Ahora en el siglo XXI, como tiempos atrás, la voluntad del poder del líder
partidocrático se impone y aniquila la voluntad de la identidad
histórico-cristiana-católica y de la soberanía única e indisoluble de la nación
española, del estado español, de la patria, España.
España es el clarividente ejemplo en lo que son
y serán las partidocracias: la tiranía mediático-política de la corrupción
política y social, la tiranía de la degradación cultural y espiritual, debido al
desprecio de los bienes morales dados por la ley natural que se encuentra en la
Declaración Universal de los Derechos
Humanos (1948) y en la Doctrina
Social de la Iglesia Católica, ley natural, ley moral, que nos da la Verdad
de Dios y del ser humano.