No es justicia de Dios, como tampoco de los hombres, no defender en el ágora política de España o Europa, con palabra y hechos, el genocidio contra los cristianos de Oriente Medio, de Asia y África, que entre los siglos XX y XXI ya supera, por el gran número de asesinatos y terror en todo el planeta, a los primeros mártires cristianos del Imperio Romano o de la Revolución Francesa (1789-1799) con su apropiación y falsificación jacobino- masónica de los valores cristianos católicos de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Es lo que sucedió en una resolución en una Conferencia de Presidentes de la eurocámara, donde algunos eurodemagogos, como el presidente del Parlamento Europeo, junto a otros, los representantes del Grupo Socialista, la Alianza de los Liberales y Demócratas, la Izquierda y los Verdes, solicitaron un cambio en el título de la resolución para la condena del genocidio contra los cristianos, que presentó una eurodiputada española del Partido Popular.
Propusieron la "Resolución sobre la matanza a los universitarios de Kenia", en lugar de la que finalmente fue aprobada (con 192 votos a favor, 134 en contra y 13 abstenciones): la "Resolución sobre la persecución de los cristianos en el mundo". La eufemística e hipócrita resolución propuesta por los eurodemagogos, era que la eliminación de la referencia a los cristianos, se justificaba porque"también murieron personas de otras religiones".
Los eurodemagogos del neoliberalismo radical, del neosocialismo y del neocomunismo, unos y otros, masónico- laicistas anticristianos, han sido consecuentes con lo que han sido y son en la Historia, ya que, el liberalismo radical capitalista, el socialismo y el comunismo colectivista totalitario, comenzaron a entrar en ella en el siglo XVIII, y más en concreto, entre y durante los siglos XIX y XX con revoluciones de sangre y terror, teniendo como uno de sus objetivos prioritarios de poder, la liquidación de la milenaria identidad histórica de las naciones de Europa: el Cristianismo, pero sobre todo, el fundamento del Cristianismo: el Catolicismo.
No apoyar ni denunciar de modo explícito, el terror del totalitarismo islámico, que ahora con un eufemismo mediático- político cobarde, se le llama terrorismo yihadista o yihadismo (yihad en el potscristiano libro del Corán, significa llevar a cabo la guerra santa en nombre del Alá y su autoproclamado profeta Mahoma, contra los infieles, para someterlos a la ley coránica) es no reconocer los crímenes contra la Humanidad llevados a cabo mayoritariamente contra los cristianos y otras minorías religiosas en Oriente Medio y Lejano, en Asia y África.
Este falsario modo de actuar del neoliberalismo radical, del neosocialismo y del neocomunismo, laicistas y masónicos anticristianos, forma parte del proyecto de un Nuevo Orden Mundial (NOM), que pretende la desaparición del derecho natural inscrito en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), fundamentados en la justicia del bien común porque nacieron para que no se volvieran a cometer los crímenes de terror, las atrocidades y devastaciones de los dos guerras mundiales del siglo XX. Declaración Universal de los Derechos Humanos, que tampoco, y nunca, han reconocido ni aceptado las dictaduras teocráticas del islamismo (siglo VII D.C.) ya que se rigen por la única ley coránica que controla la vida personal y social en la llamada Umma o comunidad universal musulmana.
Los eurodemagogos anticristianos, al no denunciar, y al consentir los crímenes genocidas de poblaciones no violentas e indefensas, mayoritariamente cristianas, en Asia y África, se adscriben a la injusticia de la dictadura totalitaria del terrorismo islámico, y practican la democracia del relativismo demagógico. Ellos consienten que la injusticia del terror prevalezca sobre la justicia del bien común; consienten que se imponga la injusticia de los estados totalitarios que destruyen la libertad personal y comunitaria de las naciones, que, quieren vivir con la justicia del bien común que se fundamenta en la verdad de la dignidad del ser humano.