Los calificativos desacreditadores de las verdades fundamentales del Cristianismo Católico, se vuelven elogios, cuando los cristianos católicos defendemos lo que las ideologías del progresismo y el laicismo radical(el socialismo y el comunismo, el nazismo y el fascismo, el liberalismo y los nacionalismos desintegradores de las identidades históricas) nunca han sustentado sino falsificado con las mentiras de las utopías de los paraísos del relativismo en la sociedad del bienestar social materialista o capitalista, economicista y hedonista.
Uno de los herrumbrosos descalificativos que más se han repetido y arrostrado contra el Cristianismo Católico ha sido el de ser ultraconservador. Y en verdad, que los cristianos católicos, somos ultraconservadores por mantener nuestra milenaria historia en nuestras convicciones morales, sustentadas en la verdad del Evangelio de la Vida y la Doctrina social de la Iglesia Católica. Y lo somos porque defendemos, por encima de los intereses de poder de las ideologías mundanales, la dignidad de la persona desde que nace hasta que muere, desde que es embrión y feto hasta la muerte natural o la muerte terminal arropada con la consideración de ayudar a paliar el dolor y el sufrimiento sin ensañamientos terapéuticos, y no a encubrirlo o liquidarlo con la eutanásica directa o activa del suicidio asistido con una inyección letal en manos de los testaferros que propician la muerte programada desde el poder.
Por la España de este siglo XXI en recesión de valores humanos y transcendentes, los que proyectan programas ideológicos desde el poder del bipartidismo, han consensuado seguir llamando derecho a lo que no lo es. A esto se llama totalitarismo democrático, el derecho al aborto provocado. El único y primer derecho, origen de todos los demás derechos, es el derecho a la vida del embrión y del feto. Semejante pseudoderecho al aborto totalitario consensuado con artilugios legalistas, va contra la esencia ontológica de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y contra la Constitución Española de 1978.
Por España, estamos más que escarmentados que las ideologías de izquierdas y derechas, hagan y deshagan lo que les interesa según sus apetencias de poder. Se han puesto de acuerdo para ocultar y no aplicar la justicia debida, en honor de las víctimas, a los asesinos del terrorismo del secesionismo vasco-etarra; como también han cerrado cualquier investigación para el esclarecimiento del mayor atentado terrorista, en cuanto al número de víctimas, cometido en Europa: el de los trenes de la Estación de Atocha el 11 de Marzo de 2004, en Madrid, al parecer tramado por el terrorismo islámico internacional.
De igual modo que ha habido consensos parlamentarios, y extra-parlamentarios, para ocultar las implicaciones sociales y políticas, judiciales y morales del terrorismo vasco-etarra nacionalista y secesionista o del terrorismo islamista, también ha habido consenso para permitir el terrorismo oculto, el terrorismo oculto del derecho aborto provocado o el de la eutanasia provocada.
Los cristianos católicos, no estamos dispuestos a renunciar a una defensa ultraconservadora de la dignidad del ser humano, de la persona humana. Es nuestra responsabilidad histórica como creyentes en el don de la vida que la sabiduría de Dios nos ha otorgado para ultraconservarla, aunque tengamos que ser perseguidos, insultados o vejados, y hasta dar nuestra propia vida, para salvar a las indefensas víctimas del consensuado terrorismo oculto del aborto provocado, provocado por un falsario derecho al aborto totalitario.