El aislacionismo de la conciencia cristiano-católica
Thu, 24 Apr 2014 17:02:00
Una de las secuelas más significativas de las políticas deshumanizantes de la dictadura del relativismo democrático- político en España, fundamentado en el consenso pactado entre las ideologías neosocialistas y neocomunistas, neoliberales y nacionalistas secesionistas y terroristas, en las instituciones constitucionales y parlamentarias falsificadas (como el Congreso o el Senado) es haber provocado en la sociedad española, una conciencia aislada dentro de las estructuras ideologizadas de un estado, que no es un Estado de Derecho, porque la libertad y la igualdad, nunca se han sustentado en la verdad de la dignidad y la responsabilidad comunitaria de los españoles, sino en unas inexistentes libertad e igualdad, al estar ambas invadidas por los programas y las disposiciones legalistas de los partidocracias que controlan con sus ideogramas la vida privada o pública en España.
El aislacionismo de la conciencia comunitaria en España, nos ha llevado en el siglo XXI, a no ser una Patria, una Nación y un Estado democrático y constitucional para afrontar los retos que forman parte de nuestra vida personal y colectiva, como el mantener el equilibrio entre las instituciones políticas y jurídicas, económicas y financieras, culturales y religiosas, que, dignifique nuestra dignidad humana de personas libres dentro y fuera de España.
Las ideologías en España, desde los Siglos XIX y XX, siguen sin reconocer la conciencia histórica que la ha conformado a través de siglos y siglos, una conciencia histórica de fundamentos cristiano católicos, de donde más tarde nacieron, en el Siglo XX, los Derechos Humanos, cuando tomaron cuerpo en el Derecho de Gentes con las Ordenaciones de los nuevos descubrimientos y poblaciones(1573) promulgadas por Felipe II, y también con la nueva Recopilación de las leyes de Indias, alrededor de las últimas dos décadas del Siglo XVI. Cierto es que la legislación no se aplicó con el rigor jurídico y moral como se debería haber hecho en el Nuevo Mundo. En la nueva Recopilación de las leyes de Indias, se dice: “no se puede hacer guerra a los indios… para que reciban la santa fe católica o nos den obediencia, ni por otro ningún efecto ”.
Se toma conciencia evangélica por parte de la Iglesia Católica, y ésta, se lo hace saber por medio de las autoridades eclesiales a las civiles, la gran responsabilidad que supone en el Descubrimiento de América (1492), para evangelizar y llevar la fe en Cristo, la cultura, la civilización, el derecho civil y eclesiástico, en definitiva, la prosperidad a los amerindios que vivían en la irracionalidad de un primitivismo prehistórico y esclavizados por las tiránicas teocracias, paganas y panteístas, de los imperios incas, mayas y aztecas.
Si los amerindios eran esclavos de los imperios precolombinos, a partir de los Reyes Católicos, por prescripción de la Reina Isabel, fueron considerados como seres humanos libres e iguales. La esclavitud de los indígenas fue prohibida desde el principio de la evangelización, en cambio la esclavitud de los negros traídos en barcos desde África para los trabajos más duros como era los de la minería y de la caña de azúcar, se admitió en sus inicios (Siglo XV) con matices, pero a medida que se tomó conciencia de su situación anticristiana, los misioneros evangelizadores, los juristas y teólogos como los de la Escuela de Salamanca, si no la condenaron de raíz, aconsejaban medidas proabolicionistas para no llevar a cabo el comercio de la esclavitud, la trata inhumana de negros africanos con destino a América, ya que era un gravísimo pecado contra la dignidad de la persona humana. La legislación antiesclavista de España y la Iglesia Católica, por ser más humanitaria, acabaría influyendo en el siglo de la Ilustración, la masonería y la Revolución Francesa (Siglo XVIII) y en el siglo también de la masonería anticristiana y atea del liberalismo y sus revoluciones capitalistas, tanto en Estados Unidos como en Francia e Inglaterra, y sus respectivas colonias, Sudamérica y Centro América.
De esta situación de los amerindios y de los esclavos africanos en América, se aprovecharon algunos responsables políticos y comerciantes, algunos conquistadores y aventureros sin escrúpulos o algunos funcionarios, para privarles de sus derechos naturales, como el de la libertad y el ser tratados en igualdad de derechos y deberes, olvidándose de la moral y la ética de la evangelización en la conquista y colonización de América, de lo que tomó la Iglesia Católica plena conciencia misionera e independencia de los poderes políticos, cuando el papa Gregorio XV(1621-1623) instituye en 1622 la Congregación de Propaganda Fide. A partir de los siglos XVII y XVIII, se arrinconarían las prescripciones de la autoridad eclesial del papa en dar prioridad a la conciencia moral o ética del evangelio en los virreinatos del Nuevo Mundo, con las sucesivas dinastías del Imperio Español, por las disposiciones teocráticas del regalismo tanto del absolutismo monárquico de la Dinastía de los Austrias, como del despotismo ilustrado de la Dinastía de los Borbones.
Los indígenas, protegidos desde los inicios de la evangelización de América por las disposiciones teológicas y doctrinales de las bulas pontificias, que debían cumplir los responsables políticos de las nuevas tierras descubiertas, los españoles y portugueses, por estar en el estadio de un primitivismo prehistórico, no tenían la conciencia comunitaria de formar parte de una civilización global, y por tanto, de no tener una identidad histórica, pues, ésta sólo se alcanza con los procesos históricos económicos, culturales, filosóficos, jurídicos, religiosos y políticos a través de los siglos.
Esta conciencia comunitaria, sí la han tenido los españoles, antes, formándose en la Hispania del Imperio Romano, luego perfilada con la conversión al catolicismo de los hispanorromanos de los arrianos visigodos llegados con las invasiones de los bárbaros a Hispania. Conciencia comunitaria cristiana católica que continuará en la Edad Media, y cuando la Reconquista. Tras la invasión y persecución en el año 711 del islam a los cristianos católicos de la Hispania visigoda, y hasta el final de la Reconquista por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, en 1492, la conciencia es comunitaria, no es una conciencia aislada y desarraigada, como la que se ha venido imponiendo a la sociedad española, desde los siglos XVIII, XIX y XX, con la idolatría de la razón y el desprecio de la fe de los enciclopedistas de la Ilustración, y con las terribles revoluciones masónicas del liberalismo individualista ateo o agnóstico, anticristianos católicos, y con las iguales de terroríficas y sanguinarias revoluciones posteriores, del colectivismo alienador y ateo del marxismo bolchevique socialista y comunista, influenciados también por la masonería y el jacobinismo, sin dejarnos en el olvido histórico el colectivismo, también deshumanizador, del nazismo y el fascismo.
La pérdida de la conciencia comunitaria y de la identidad histórica de España, se ha acentuado aún más, a partir de las dos últimas décadas del Siglo XX, y desde las dos primeras décadas del Siglo XXI, cuando tanto el neomarxismo del socialismo socialdemócrata anticristiano católico y sus correligionarios ideológicos, el comunismo y el sindicalismo izquierdoso populista, como el neoliberalismo del centro progresismo socialdemócrata, seudo o antirreligioso, y junto a ellos, en nuestra desmembrada España, los nacionalismos secesionistas y terroristas, han confluido en copiar los mismos programas de destrucción y aniquilación de la conciencia histórica comunitaria española, como son los que se han realizado con las inicuas legislaciones guiadas por la ideología de género.
Legislaciones deshumanizadoras por ser proabortistas, antifamilia natural, proeutanásicas, ultrafeministas y homosexualistas radicales. Legislaciones espurias contrarias al derecho natural de la Declaración Universal de los Derechos Humanos(1948), que imponen las políticas internacionalistas e imperialistas del nomunacionalismo o Nuevo Orden Mundial de las Naciones Unidas(ONU), bajo las directrices del imperio mediático, económico, financiero, contracultural y político de Estados Unidos.
Al destruirse la conciencia comunitaria de la identidad de ser y tener una historia propia pero también universal, y al invadirse la conciencia personal y privada con totalitarias leyes que han pretendido falsificar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, España ha quedado aislada, mutilada en su ser histórico, y mientras no recupere lo que la define y honra, nunca saldrá de las cárceles mediáticas, políticas e ideológicas que controlan las circunstancias de cada época para sus intereses de poder, y no para el bien común de los españoles.
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