Hay otro más allá con estrellas eternas,
distante de la ignota Constelación de Perseo
donde el cometa 109P/Swift-Tuttle,
se arrima a la órbita del abrasador Sol,
núcleo de luz vital, dios pagano ya muerto,5
para sudar siderales partículas,
que en visitas anuales de lluvias de estrellas,
desparraman sobre la Madre Tierra
por agosto, en noches de canícula.
De más allá de todas10
las arbitrarias constelaciones,
otras lluvias de estrellas
caen desde la eternidad,
caen desde la inmortalidad de la Gloria de Dios,
caen de la noble mano15
del discípulo y diácono del Papa Sixto II,
el hispanorromano, y mártir, San Lorenzo,
asado en hoguera y parrilla paganas,
que atizó, en agosto,
la avaricia de bienes eclesiales20
del cruel Emperador Valeriano.
¡Efímeras descienden las estrellas Perseidas!
Caen desde un cometa en escombros,
hijo de la arbitraria Constelación Perseo,
polvo fugaz de cósmicas estrellas,
convertidas en ídolos25
del fatuo paganismo ecológico,
siendo simple materia de muerte astrofísica.
¡Eternas caen las lágrimas del mártir San Lorenzo,
que en el martirio ígneo, jamás se consumieron,30
porque son fe en lágrimas de amor por los pobres!
Siempre, en todas las noches de estío
verás llover sobre las almas de la Tierra,
lágrimas de virtudes eternales:
¡Son lágrimas de San Lorenzo mártir!35
Cuando alces tu rostro
al firmamento nocturno de estío,
busca con tu mirada el resplandor divino:
¡Son lágrimas de San Lorenzo mártir!
No son fugaces como las quimeras del cosmos,40
las estrellas Perseidas,
nebulosas cabezas de medusas,
decapitadas por la erosión cósmica.
Las manos fieles de San Lorenzo mártir,
purificadas por el martirio ígneo,45
asperjan siempre luz en lágrimas de amor
por los nocturnos cielos estivales,
como tesoros del Reino de Dios,
para la bendición de las almas del mundo.
(Del poemario: Liturgia de la memoria).