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Portada:: Reflexión en libertad:: Diego Quiñones Estévez:: La dignidad y el valor del trabajo.

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La dignidad y el valor del trabajo.

Tue, 30 Apr 2013 17:11:00
 

 Nos encontramos ante una de las crisis más profundas de la Europa del Siglo XXI, repetición de otras crisis acontecidas otros siglos atrás.

Con más de seis millones parados en España (27´16%), la nación de Europa donde hay más parados, y en una Europa con más de diecinueve millones de parados (12%), producidos por las nefastas políticas de la crisis de la deuda soberana, del déficit público, de la depresión más que recesión financiera y bancaria en la eurocracia del relativismo sin identidad: la dignidad y el sentido del derecho y el deber al trabajo, pierde su valor humano y económico, con el consiguiente empobrecimiento de la sociedad española y europea.

España, en el pasado año 2012, ha alcanzado una gravísima situación fiscal[1]: su déficit público alcanzó el 10,6 % del PIB(111.641 millones de euros), el mayor déficit público de la Unión Europea, debido al rescate bancario con dinero público; y su deuda pública, fue del 84´2%del PIB(883.873 millones de euros), la segunda en incremento de la Unión Europea, tras Irlanda, Portugal y Grecia; y en cuanto al gasto de las administraciones públicas, estatales y autonómicas, creció en 13.000 millones de euros. La austeridad ha aumentado el gasto público a costa de empobrecer el capital público y privado.

Los elevados y serviles impuestos junto a los insolidarios recortes en las prestaciones sociales, han agrandado la brecha de los salarios, provocando que la renta de la clase media caiga en picado, y ya no digamos, el empobrecimiento de las clases más bajas que han caído en la miseria, en la pobreza extrema. A ello se suma, en España, dos aspectos fundamentales: 1º) el latrocinio de las pensiones del Fondo de Reserva de la Seguridad Social que se encamina a que los futuros contribuyentes no tengan unas prestaciones de jubilación dignas, por más que se alargue, hasta la extenuación física y mental del trabajador, la edad de jubilación; y 2º) el invierno demográfico provocado por las legislaciones antifamilia y proabortistas de las partidocracias parásitas, que si no se detiene, para la década 2040-2050 el sistema de pensiones será insostenible, ya queel número de jubilados será el doble que el de las personas que estén cotizando.

Las frías cifras de parados en los más jóvenes, reflejan la crisis social, moral y económica: en Europa, un 23´9% de jóvenes están sin trabajo. En el anterior año 2012 era del 22´3%. En España, en este año 2013, esta situación es gravísima y alarmante: el 57´2%de los jóvenes menores de veinticinco años no tienen trabajo. Estas elevadísimas estadísticas de desempleo, es un impedimento para la realizaciónhumana y profesional.

Las ideologías, los grupos financieros, bancarios y empresariales y hasta los sindicatos, en España y Europa, han desnaturalizado el valor humano, social e individual del trabajo porque el capital y el trabajo no conforman una unidad solidaria dentro de una unidad fiscal y política coherente y equilibrada. Se han separado, no van juntos, ya que se anteponen los intereses del capital, capital que controlanlos poderes políticos, económicos, bancarios y financieros, a costa de abaratar o destruir el empleo con unos ordenamientos jurídico-laborales y financieros que no protegen ni garantizan el ejercicio del trabajo.

Las relaciones entre el capital y el trabajo han de basarse en los principios de cooperación y colaboración[2] entre las clases sociales y los poderes políticos, económicos y financieros, con el fin de superar los conflictos de clases que fueron tan frecuentes en los siglos XIX y XX en los regímenes totalitarios, y de esta forma alcanzar un orden social fundamentado en la justicia, la caridad y la solidaridad que considere al trabajo en su valor ético, moral y jurídico, pues, quien lo realiza es la persona para la cual el trabajo está ordenado y destinado.

El trabajo siempre es la primaria causa[3] eficiente en el actual sistema económico, financiero, científico y tecnológico- productivo, mientras que el capital o conjunto de medios de producción, es tan sólo la causa instrumental, el instrumento al servicio del bien común del hombre. Esto implica que el trabajo y el capital no deben estar enfrentados y contrapuestos, sino que han de ser complementarios para permitir que los trabajadores participen en la gestión y en los beneficios que producen la propiedad privada y pública, entendiendo por propiedad no sólo la propiedad de la tierra o el capital de los medios de producción, sino las nuevas formas de propiedad como son los bienes generados por los ámbitos económico- financiero, intelectual, científico, tecnológico y personal.

Sin el derecho y el deber al trabajo, la persona deja de conocer y apreciar el valor real de las cosas necesarias para vivir y producir para que el reparto del trabajo y la riqueza que nos da, sea distribuido de forma justa, equitativa y solidaria, y hacer del bien común una realidad, frente a las utopías economicistas que falsean los derechos del hombre. El trabajo es indispensable para la formación y el mantenimiento de una familia, para la adquisición de la propiedad privada para la contribución del bien común de la familia humana[4].

Las fracasadas políticas de empleo e incentivación de la competitividad y la producción económico-laboral, conducen a perder la conciencia personal y social del conocimiento del valor humano y monetario de lo que se produce y consumimos racionalmente por medio del trabajo en cualquier sector o medio de producción.

La cantidad, la calidad y la dignidad del trabajo, "el alto precio del trabajo"[5] es consecuencia "de la riqueza progresiva de la nación" y "es causa del aumento de la población". Cuando ello no es así, como es el caso de España y Europa, sobreviene la decadencia, la crisis moral, social, cultural, económico-financiera y demográfica:

"Nunca llegan a empobrecerse las grandes naciones por la prodigalidad y mala conducta privada de algunos individuos particulares, pero sí con la prodigalidad y disipación pública"[6]

A los más de seis millones parados de las políticas de recortes salvajes en España, a los más de diecinueve millones de parados en Europa,parados de los ajustes de la depresión, del déficit público, de las deudas soberanas y privadas de los eurocráticos estados europeos, se les niega el significado natural y originario del trabajo: el trabajo viene a ser el precio primitivo[7], algo así como la moneda natural, original adquiriente, con la que se ha pagado en todas las economías del mundo los bienes y servicios, los cuales cambian, permutan con el paso de los procesos de producción históricos como la revolución industrial en el Siglo XIX o las innovaciones científico-tecnológicas del Siglo XX y el actual Siglo XXI. Cambios y nuevas condiciones técnicas y culturales, políticas y económicas, que han de tener siempre en consideración prioritaria a la persona, sujeto del trabajo[8] y no objeto de explotación y producción, mera mercancía, simple fuerza de trabajo, mero valor material o elemento impersonal de las estructuras productivas.

No es con el dinero en forma de euro o dólar, no es con el oro o la plata, como tampoco con el oro negro del petróleo, ni con las subidas o bajadas de los mercados financieros, ni con los índices bursátiles y las primas de riesgos o los bonos soberanos, a través de los cuales se propician nuevas y continuas producciones de beneficios o pérdidas económicas, sino que es con la cantidad, la necesidad, la calidad y el valor del empleo, del trabajo, considerado como un derecho y un deber universal, con el que se defiende la inalienable dignidad [9]de todos los trabajadores.


[1]Oficina estadística de Bruselas: "Déficit public de la zone euro et de l´UE27 respectivement…", enhttp://epp.eurostat.ec.europa.eu/portal/page/portal/eurostat/home , 22-4-2013.

[2]Pío XI, Encíclica Quadragesimo anno (1931): "Misión de la Iglesia y Doctrina Social",Pontificio Consejo <>, en Compendio de la doctrina social de la Iglesia, Edit. B.A.C.-PLANETA, Madrid, 2005, nºs 91 y 92.

[3]Ibídem, "El trabajo humano", nºs277; 279; 282 y 283, C. 6.

[4]Ibídem, nº 287, C. 6.

[5]Smith, Adam, "De los salarios del trabajo", en La riqueza de las naciones, Edic. PRISA INNOVA, S.L.-BOSCH, Madrid, 2009, p. 162.

[6]Ibídem, "De la acumulación de fondos, o del trabajo productivo y del no productivo", p. 213, C. III.

[7]Ibídem, "Del precio real y nominal de toda mercadería o del precio en trabajo y precio en moneda", ps

77-103, C. V.

[8]Pontificio Consejo <>, "Eltrabajo humano", en Compendio de la doctrina social de la Iglesia, Edit. B.A.C.-PLANETA, Madrid, 2005, nº 270, C. 6.

[9]Ibídem, nºs 268 y 269; 270 y 271, C. 6.







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