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Portada:: Reflexión en libertad:: Diego Quiñones Estévez:: La era atómica y el fracaso del desarme nuclear.





La era atómica y el fracaso del desarme nuclear.

Tue, 02 Apr 2013 17:02:00
 

La esquizofrenia totalitaria del joven dictador Kin Jom-gun de la comunista Corea del Norte, ha amenazado y declarado la guerra a Corea del Sur, aliado de Estados Unidos desde la eufemísticamente llamada Guerra Fría entre Estados Unidos y la ya desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) junto a la maoísta China, que provocó la Guerra de Corea (1950-1953: entre la comunista Corea del Norte y la capitalista Corea del Sur). Ésta guerra acabó con un armisticio que nunca se reemplazó por un tratado de paz, armisticio que la dictadura comunista norcoreana también ha decidido unilateralmente, que se ha terminado. De igual modo, las amenazas de guerra atómica también van dirigidas contra la Primera Potencia Mundial, la primera que fabricó la bomba atómica, Estados Unidos, amenazas de un enfrentamiento con armas de alcance nuclear en el Noroeste Asiático, que bien se puede extender por medio planeta.

Los dictadores de izquierdas y de derechas, o teocrático-fundamentalistas islámicos, como tiranos que son de los pueblos que controlan con la disciplina del terror y las persecuciones, fueron en el Siglo XX, y lo son aún en este Siglo XXI, un peligro constante para la paz mundial, ya que poseen los terroríficos instrumentos de las armas nucleares para someterlos y de paso mantener en una peligrosa encrucijada a la Humanidad.

La anacrónica dictadura comunista norcoreana no es el único y peligroso ejemplo de un estado con armas nucleares, porque, además de las grandes y medianas potencias armamentísticas como Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido o Israel, están en camino de poseerla otros estados con no menor peso geopolítico y geoestratégico, como la India, y las dictaduras teocrático fundamentalistas como Pakistán que ha transferidoarmas nucleares a Arabia Saudita, y la República Islámica de Irán, donde hay más que sospechas que confirman que tienen armas o programas armamentístico de tecnología nuclear. Ni Pakistán ni la India han sido miembros del Tratado de No Proliferación Nuclear, como tampoco Israel, pero Irán lo firmó, para luego no cumplirlo.

Las Naciones Unidas, que, desde su creación en 1945, tiene la potestad universal de velar por la paz y la seguridad internacional, promover el progreso social, mejorar el nivel de vida y defender los Derechos Humanos, por medio del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ha sancionado a Corea del Norte, por haber realizado pruebas nucleares hace poco, como también ha puesto varias sanciones financieras y empresariales a la Republica Islámica de Irán sobre su programa nuclear. Corea del Norte, renunció enel año 2003 al tratado de No Proliferación Nuclear

Las Naciones Unidas (ONU), siguen cayendo en la misma inoperancia que la anterioryya extinguida y fracasada Liga de Naciones (1919-1946) porque los intereses geopolíticos y geoestratégicos de las grandes medianas o pequeñas potencias no han cambiado mucho desde el Siglo XX, el siglo del terrorismo de estado llevado a cabo por los totalitarismos ideológicos. La Liga de Naciones no evitó la II Guerra Mundial (1939-1945), como tampoco la ONU ha evitado el desarme y la proliferación de fabricación de bombas atómicas y armas nucleares, y de armamento estratégico, sobre todo con la Guerra Fría (1946-1975) entre Estados Unidos y la URSS que provocó ingentes guerras por todo el planeta debido a los afanes imperialistas de ambas potencias y sus respectivos aliados: políticos y militaristas, ideológicos y comerciales. La proliferación de armas nucleares y de armamento geoestratégico viene de lejos, escasos años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, guerra provocada por el expansionismo y militarismo imperialista del nacional socialismo alemán de Adolf Hitler(1889-1945), del imperialismo fascista italiano de Benito Mussolini(1883-1945) y del imperialismo asiático de Japón.

La demagogia tanto de las grandes potencias armamentísticas como de las medianas y pequeñas, caso de Corea del Norte o Irán, argumentan para justificar el uso de armamento nuclear y la puesta en marcha de programas para desarrollar tecnología armamentístico- nuclear, que lo hacen con fines pacifistas para protegerse de las posibles agresiones externas a la soberanía de sus estados, y también para el progreso económico, científico y tecnológico de los mismos. Es el demagógico y eufemístico pretexto de posesión y uso de armas nucleares que nada tiene que ver con la originaria finalidad no destructora sino benefactora de la energía nuclear que se hizo para el progreso de la Humanidad, y cuyo descubrimiento lo llevó a término el padre de la Teoría de la Relatividad, Albert Einstein(1879-1955).

El Premio Nobel de Física en 1921, Albert Einstein, años antes de huir de Alemania de las persecuciones genocidas de los nazis a los judíos, en 1905, había publicado un artículo[1] en la revista alemana Annalen der Physik, donde mostraba la posibilidad del empleo de la energía nuclear al señalar, que, si se pudiera reunir la energía contenida en 250 gramos de cualquier materia, daría lugar a una fuerza equivalente a siete millones de toneladas de TNT(Trinitrotolueno). Einstein jamás imaginó que luego se emplearía con fines bélicos criminales y catastróficos, y no para la obtención de grandes beneficios materiales ya que le energía nuclear tendría que tener diversas aplicaciones en la ciencia y tecnología industrial para producir millones y millones de kilovatios de luzeléctrica para movilizar barcos, trenes, aviones, submarinos sin necesidad recurrir a fuentes de otras energías no renovables de combustibles fósiles que emplean materias primas que tarde o temprano se acabarán, como el carbón, el petróleo o el gas natural.

Las buenas intenciones del uso pacífico y civilizador de la energía nuclear, empezaron a torcerse cuando Einstein, ante el imparable e inhumano expansionismo del imperialismo alemán hitleriano por casi toda Europa y parte del Norte de África y Oriente Medio, que ya había dado lugar al Eje Roma-Berlín, al aliarse con el fascismo del dictador Mussolini, propuso[2] en 1939al presidente norteamericano, Franklin D. Roosevelt (1882-1945) la fabricación de la bomba atómica. Sin embargo, hasta años más tarde, en 1945, cuando era presidente de Estados Unidos Harry S.Truman(1884-1972), no se fabrica en los Alamos(Nuevo México) la primera bomba atómica de la mano de una comisión de científicos donde no estaba Einstein. Sería este mismo presidente quien diera el visto bueno en 1945 para el lanzamiento de bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, como el último y definitivo recurso para obligar a la rendición incondicional de la tercera potencia marítima mundial, la imperialista Japón. Ya los alemanes habían planeado la fabricación y el uso bélico de la bomba atómica, pues, Hitler dio a entender que ya la estaban ultimando para utilizarla en losdías finales de la guerra.

Es en el año 1945 cuando da comienzo la era atómica. Con ella se inicia una proliferación escalada en la fabricación y experimentación de armas nucleares, así como de armamento geoestratégico. A Estados Unidos le siguieron las grandes potencias surgidas tras la II Guerra Mundial, como la URSS a partir de 1949, a continuación Reino Unido en 1952, después Francia en 1962, luego la China comunista en 1964 y 1966. Todos ellos y otros más que se han sumado hasta hoy en día, continuaron y continúan con la fabricación de armas y realización de pruebas nucleares.

En 1946 se designó la Comisión de Energía Atómica de las Naciones Unidas, formada por las grandes potencias, con el fin de controlar y fiscalizar[3]la posesión y uso de la bomba atómica y de otras cuestiones nucleares de carácter belicista. Pero no se logró llegar a ningún acuerdo, por la oposición de la URSS y Ucrania, que esgrimieron el pretexto absurdo del Art.2, Apartado 7 de la Carta de las Naciones Unidas de que no aceptaban ninguna intervención en "la jurisdicción interna de los asuntos de los Estados" porque afectaría a la seguridad de sus soberanías nacionales.

En 1965 se reanudaron en Ginebra (Suiza) las conversaciones sobre los evidentes peligros de la fabricación de armas nucleares y las pruebas nucleares bajo tierra o en los fondos marinos y oceánicos. Desde esa fecha hasta hoy en el Siglo XXI, no se ha logrado todavía el desarme completo de armas nucleares. Por el contrario, cualquier estado, por minúsculo que sea, puede permitirse la tiránica desfachatez de fabricar o comprar armas atómicas, como también armas químicas o bacteriológicas., ya que los dictadores nunca cumplen los compromisos y tratados internacionales contraídos y firmados, pues, desprecian los efectos destructivos irreversibles del armamento nuclear para la Humanidad y el planeta Tierra.

El Premio Nobel de Física en 1927 por sus investigaciones sobre los rayos cósmicos, el estadounidense Arthur H. Compton (1892-1962), que junto a otros científicos participó en el Proyecto Manhattan para el desarrollo de la primera bomba atómica, expuso las siguientes interrogantes y dudas sobre el uso y los efectos de la energía atómica:

"Desde el punto de vista militar, ¿qué podemos esperar de la energía atómica? Desde el punto de vista de sus aplicaciones a los problemas diarios de la vida humana, ¿qué es lo que nos promete? ¿Cuáles son las posibilidades prácticas de llegar a un acuerdo internacional que nos pueda proporcionar la seguridad de un mundo de átomos en acción? Caben dudas acerca de si el mundo ha encarado jamás un problema tan crítico como el uso apropiado de la energía atómica.[4]

El Santo Padre del Siglo XX, Pablo VI, en su histórico "Discurso a los representantes de los estados", histórico por la gran repercusión, aceptación y reconocimiento mundial que tuvo en "La visita del Sumo Pontífice Pablo VI a la Organización de las Naciones Unidas" en elaño 1965, terminaba su discurso, diciendo:

"Ha llegado la hora en que se impone una pausa, un momento de recogimiento, de reflexión, casi de oración: volver a pensar en nuestro común origen, en nuestra historia, en nuestro destino común. Nunca como hoy en día, en una época que se caracteriza por tal progreso humano, ha sido tan necesario a la conciencia moral del hombre. Porque el peligro no viene ni del progreso ni de la ciencia, que, bien utilizados, podrán, por lo contrario, resolver muchos de los graves problemas que afligen a la humanidad. El verdadero peligro está en el hombre, que dispone de instrumentos cada vez más poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las más altas conquistas.

En una palabra: el edificio de la civilización moderna debe levantarse sobre principios espirituales, los únicos capaces no sólo de sostenerlo, sino también de iluminarlo. Y esos indispensables principios de sabiduría superior no pueden descansar —así lo creemos firmemente, como sabéis— más que en la fe de Dios(…)

Los pueblos se vuelven a las Naciones Unidas como hacia la última esperanza de concordia y paz; nos atrevemos a traer aquí, con el nuestro, su tributo de honor y esperanza, y es por eso que este momento es también grandioso para vosotros".[5]

La resolución del gravísimo desarme nuclear en todo el mundo, debe ajustarse al Derecho Internacional de Gentes, a los Derechos Humanos, que las Naciones Unidas concretaronen 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El Derecho Internacional tiene sus orígenes en el siglo XVI en España, en la obras como De Indis o De iure belli del gran Maestro y primera gran figura teológica y jurista de la Escuela de Salamanca, el dominico Francisco de Vitoria( 1492-1546) que llama primer título legítimo[6] a la" natural sociedad y comunicación libre entre todas las gentes y pueblos del mundo", es decir, a la creación de la Comunidad Universal, Communitas Orbis o Comunidad de todo el género humano, que sustituyera a la tradicional visión teocrática, unitaria europeísta del llamado Orbis Christianus, de donde saldrían principios y normas que regirían a la sociedad de todas las Naciones. Aquí ya se perfilaba lo que en el Siglo XX sería la ONU, ya que desarrolló la original doctrina del derecho internacional cuya fundamentación última es el derecho natural y de gentes.

"El género humano o la comunidad internacional de todos los hombres forma un todo, una sociedad orgánica y perfecta en sí misma capaza de promocionar a sus integrantes; el Orbe entero(totus Orbis), que Dios creó y puso a su disposición, es el solar de todos los hombres; el hombre, cada hombre, es una especie de habitante del mundo y en él mismo reside un derecho radical a todas y cada una de las partes de la tierra, que no queda anulado por las divisiones posteriores establecidas por el derecho humano positivo; o en otros términos, la distribución de las tierras por personas, familias o pueblos no pude abolir un derecho natural subyacente propio de todo hombre en relación a todo el Orbe, que se debe reconocer por todos".[7]


[1]Álvarez Angulo, Tomás, "Los Estados Unidos entran en guerra", en La civilización y la guerra, Edit. Aguilar, Madrid, 1966, p. 249, Cap. XXV

[2]Ibídem, p. 250, Cap. XXV.

[3]Ibídem, "Peligra la civilización",p. 265, Cap. XXVI.

[4]Ibídem, p. 261, Cap. XXVI.

[5]Santa Sede, Visita del Sumo Pontífice Pablo VI a la Organización de las Naciones Unidad. Discurso a los representantes de los estados", 4 de Octubre de 1965, en www.vatican.va

[6]Belda Plans, Juan, "El Maestro Francisco de Vitoria, OP. Fundador de la Escuela de Salamanca, ps 387-388, C.4.

[7]Ibídem.







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