La demagogia de la propaganda sociopolítico-mediática, se empeña en colarnos por verdad lo que nunca ha sido y no es en nuestra España en crisis patológica: la transparencia, la diosa transparencia que ha sido idolatrada por la partidocracias en sus cubiles y en las instituciones del Estado Español, para ocultar la verdadera realidad de España.
La transparencia mediático-política, sólo la avalan sus inventores, la clase política, mediática, financiera y sindical, pero no tiene ninguna credibilidad en la sociedad española, porque ha sido misma sociedad quien la ha permitido, y ha comprobado, que las partidocracias y sus redes financieras, mediáticas, económicas y sindicalistas la han convertido en un simulacro de corrupciones para la alcanzar y mantenerse en el poder y hundirla: en el paro y la incompetencia; en los impuestos serviles y los fraudes fiscales y financieros amnistiados; en el estatalismo y el intervencionismo; en la quiebra y el endeudamiento; en el empobrecimiento y la incertidumbre; en el terrorismo amnistiado e institucionalizado a costa de la denigración y el desprecio de sus víctimas; en las depresiones y los suicidios; en la criminalidad y la desesperanza; en la inmoralidad y el descreimiento; en la insolidaridad y la zozobra; en el desorden y la indignidad; en el escapismo y la inhibición deportiva; en el pansexualismo hedonista o psicodélico; en la anomia y el caos.
La clase política en España, ha tenido la cualidad de ser transparente para sus propios intereses ideológicos de poder. Las medidas leguleyas de transparencia son de uso exclusivo para sus propias estructuras oligárquicas con el fin de mantenerlas con los presupuestos del Estado y los negros negocios públicos o privados, pero es mentira y oscuridad porque no admite la justa administración de los bienes y riquezas del Estado Español, pero en cambio permite el latrocinio legalizado y compartido con las autocráticas autonomías, donde las transparencias son opacas competencias nacionalistas.
La transparencia político-mediática, proyecta en la ficticia democracia antiespañola, mensajes e imágenes prediseñados por los ideólogos, los jueces, magistrados y fiscales, los publicistas y los seudointelectuales que les asesoran a costa de privilegios y sueldos de lujo. Las leyes de transparencia son inanes, porque las leyes no son ni dejan de ser transparentes según las circunstancias del poder, las leyes siempre han de ser justas, verdaderas y equitativas.
La transparencia social, política, financiera, económica y social, es otra palabra semánticamente pervertida, porque la realidad caótica en la que vive la sociedad española, no se destaca por la verdad y la evidencia en las instituciones que deberían haber sido democráticas y constitucionales. La palabra transparencia en los medios y redes mediático-políticas, esconde y miente la verdad a España, pues, esta transparencia induce a la confusión, al fingimiento, a las apariencias, a las falsedades y a las falsificaciones de las leyes y las instituciones de la Constitución Española de 1978.
Prueba de ello es que los tres poderes fundamentales de todo Estado de Derecho, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, que denotan el asentamiento de una democracia representativa y participativa, tendrían que haber sido independientes y estar al servicio del bien común, y no haber sido controlados por las corruptelas institucionalizadas de las dos grandes partidocracias, que han falseado y desquiciado la vida política y social de España.
La transparencia mediático-política en España, nos ha oscurecido la verdad histórica, la verdad cultural y espiritual, la verdad de la ética y la moral, la verdad de sentirnos ser españoles por derecho y deber histórico, pues, los españoles, estamos por encima de las efímeras ideologías de poder que han transitado por la vida pública española con las mentiras de las ideócratas transparencias, hasta tal extremo, que nos la han hecho abominable y despreciable, en lugar de ser la plaza pública donde resolver los gravísimos problemas que acucian a España.