CAMINEO.INFO.- Tras renacer de sus propias cenizas, alcanzó el liderazgo de su grupo político y hasta llegó a publicar un libro donde contaba su particular y resistente lucha por hacerse valer. Se presentó a las elecciones con la esperanza de obtener una mayoría absoluta que le permitiera imponer su ideología a toda la sociedad, pero la ciudadanía no le otorgó su plena confianza.
De todos modos, su partido fue el más votado y gracias a una coalición con los conservadores nacionalistas, y también a las falsas promesas que hizo a sus contrincantes, alcanzó la presidencia del Gobierno. Con la excusa de proteger al estado de derecho de una amenaza cierta, anuló a las demás fuerzas políticas e impuso su propaganda acallando a los medios de comunicación y a los grupos sociales y religiosos contrarios. Y partir de ahí, el terror.
Algunos pensarán que me estoy refiriendo al pasado, presente y posible futuro de Pedro Sánchez, nuestro actual presidente del Gobierno. Pues no. Acabo de exponer el ascenso al poder, gracias al sistema democrático alemán y a la propaganda nazi, de Adolf Hitler.
Aprendamos de la historia y tengamos claro que la perversión, disfrazada de emergencia social, también puede ser respaldada por una mayoría simple en unas elecciones democráticas. Y que sus leyes, aunque tengan el respaldo de la legalidad gubernamental, pueden ser malévolas y alejadas de la verdad. De ahí la importancia de mantener con firmeza la separación e independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Y el que no lo tenga claro, como es el caso de algún miembro de nuestro Gobierno, que se marche a su casa. ¿No creen?