La otra crisis: Infantilismo de género

Las personas que llevamos trabajando un tiempo en centros educativos nos preguntamos si los progresistas de nuevo cuño que están elaborando las leyes de ideología de género han pisado una sola vez en su vida un colegio, o si al menos han realizado un estudio serio sobre la discriminación que los niños sufren en la escuela por culpa de su orientación sexual.

Porque de ser así, caerían en la cuenta de que los maestros velamos para que ninguno de nuestros discentes sufra discriminación alguna, del tipo que sea y por la razón que sea. El claustro de cualquier colegio tiene a disposición de los progresistas; si éstos se dignan a hacerles una visita; la normativa disciplinaria regida por el ideario del centro que es de obligado cumplimiento y que protege y ampara a todo el alumnado, a sus familias y al profesorado.

Pero no, resulta que los políticos que nos gobiernan han llegado a una conclusión “sentimental”, sin ningún estudio previo, y que va a tener en cuenta el parecer de los niños de cuatro años antes que la opinión de sus padres o profesores.

Porque, según las leyes de ideología de género, si un niño desea ser niña se le facilitará el tratamiento hormonal oportuno, las intervenciones quirúrgicas precisas y el cambio de identidad nominal y de vestimenta, aunque sus padres no estén de acuerdo. Los progresistas de nuevo cuño pondrán por encima el parecer de un infante; algunos a esa edad aún toman el biberón de la noche y llevan pañal para dormir; que las razonadas opiniones de sus padres. Y la cosa no queda ahí, pues los progresistas alegan que la ley prevé ese intervencionismo porque desean que los niños sean felices.

¿Acaso están insinuando que quieren más a esos niños que sus propios padres? ¿Cómo se atreven a afirmar que algunos padres no desean lo mejor para sus hijos y que sean felices del todo? Más bien habría que decir que estos legisladores que se fían antes del deseo de un niño que de la razón de un adulto sufren de una inmadurez que raya el infantilismo. Se ponen de parte de los niños porque su modo de actuar ante las dificultades y las apetencias es similar. Y por eso, y por alguna cosa más, es urgente que en las próximas elecciones autonómicas estos “chiquillos” se vayan por donde han venido. ¿No creen?