La otra crisis: La cucaracha ya sí puede caminar

    Ocurrió en un programa de televisión llamado “El hormiguero” y nos dejó a todos sobrecogidos. Menos mal que el científico invitado explicó y demostró que la pata de la cucaracha se regeneraba con el tiempo. De no ser así, los animalistas hubieran boicoteado el programa e inflamado las redes sociales de quejas más que amargas.
    Pues eso, que tras las pertinentes y necesarias aclaraciones pudimos contemplar cómo un impulso eléctrico lograba revivir la pata extirpada de una cucaracha. Para nuestra tranquilidad, las cámaras mostraban que la cucaracha en cuestión estaba vivita y coleando junto a su pata amputada.
    Cómo se nota que el científico que nos mostró semejante descubrimiento no era español. Pues este señor ignora que a los españoles nos importa bien poco la vida de las cucarachas. Es más, nuestros ayuntamientos fumigan las calles para provocar su muerte y nosotros, cuando vemos una, la reventamos sin piedad de un pisotón.
    Ante semejante sensibilización mundial por la vida de una cucaracha y su pata extirpada, uno se pregunta si esos mal llamados médicos; los que interrumpen el embarazo en las clínicas abortistas; también tendrán el cuidado y la necesidad de mostrar al mundo entero que, tras esa interrupción forzada, la vida de ese niño no nacido puede proseguir como si nada en el seno de otra mujer o en una incubadora. Uno se pregunta si, al igual que ocurre con la pata de esa maldita cucaracha, los miembros descuartizados del feto también se regenerarán y podrá continuar con su incipiente vida.
    Mientras en nuestra sociedad se acabe con la vida del ser humano más inocente que existe sin contemplaciones, vergüenza me dan esos mensajes que nos advierten que en determinada película ningún animal ha sufrido daño alguno. Por mí, mientras se profane el seno materno para acabar con la vida del que allí anida, se pueden morir todas las cucarachas del mundo, con patas o sin ellas.
    El mensaje de “El hormiguero” ha sido claro y terrible: nos afecta más la vida y la pata de un bicharraco asqueroso que la de uno de los nuestros, sangre de nuestra sangre. Qué fuerte, ¿verdad? Pues hasta que no deroguemos el aborto y defendamos la vida de todo ser humano sin importarnos su etapa vital, permaneceremos sumidos en una crisis insalvable por mucho progreso y bienestar que nos prometan los nuevos partidos políticos. Tiempo al tiempo, por desgracia.