La otra crisis: El filtro de la persecución

Para los progresistas de nuevo cuño, al igual que para los de toda la vida, no hay excusas que valgan ni razones que dobleguen su sectarismo. Si se alzan con el poder, nada ni nadie les impedirá imponer su ideología. Caiga quien caiga, con razón o sin ella, pasando por encima del sentido común, de la ley natural y hasta de la divina, sólo pararán; si esto es aún posible; el día que de nuevo pierdan la mayoría en una próxima convocatoria electoral.

Y mientras eso suceda, quedarán para casi siempre una serie de leyes injustas, innecesarias, que se aprueban sin que haya demanda social alguna. Y, no nos engañemos de nuevo, esas leyes inmorales seguirán vigentes si es el Partido Popular el que se alza en un futuro con una mayoría suficiente para gobernar.

Vamos a entrar, estamos ya en camino, en una de las etapas más convulsas de nuestra historia. Pero también podemos encontrar la parte positiva a este periodo de recortes de derechos primarios, de falta de libertad y de tergiversación de la verdad. Sí, pues al igual que ocurre durante las tormentas, las hojas y las ramas secas caerán sin remedio y aligerarán de peso muerto a los árboles que se mantienen firmes mirando al sol.

Y es que somos muchos los que nos hemos aburguesado y pensamos más en el número, en la rentabilidad, que en el fin primero. Por eso, cuando los conciertos económicos desaparezcan y mantener un centro educativo privado abierto cueste sudor y lágrimas, se comprobará cuál era el motor que los mantenía abiertos. Porque si el fin de esa institución sigue siendo el mismo que la hizo nacer; la recristianización de la sociedad, por ejemplo; es seguro que se buscarán soluciones alternativas para no tener que echar el cierre. Pero si el fin actual dista mucho del sueño primigenio del fundador, es más que probable que se difumine del todo el ideario en busca del agrado interesado de los progresistas de nuevo cuño que nos gobiernan o, si no hay otra, den su brazo a torcer y se ganen la vida en otro trabajo.

Hay que recordar que no hay mal que por bien no venga y que esta nueva y dura etapa que nos viene será ocasión de madurar, de crecer en la fe, de recomenzar con los ideales arraigados. Todo es para bien, seguro que sí.