Hace tiempo que los españoles hemos pasado de un “estado de necesidad” al desdichado “estado del bienestar”.
ver qué podíamos hacer para sacar a este país adelante, a exigir que el gobierno de turno nos saque las castañas del fuego por nuestra cara bonita. De esmerarnos en cumplir con nuestros deberes, a exigir derechos sin más.
Y entre esos derechos se ha colado el de ser universitario sí o sí, aunque uno no acabe la carrera o salga con un título bajo el brazo y una falta de formación alarmante.
Y es que los aprendices de políticos, ésos que se autoproclaman “progresistas”, quieren que las universidades; la públicas, claro está; estén repletas de estudiantes becados en la mediocridad y predispuestos a perpetuar en el poder a la nueva casta de izquierdas.
Y como no podía ser de otra forma, los parlamentarios “progresistas” van con el ejemplo por delante, mostrando una falta de educación vergonzante y sin necesidad de articular palabra ni realizar gesto alguno.
Basta echar un vistazo a sus escaños y contemplar lo nunca visto hasta su llegada y que muestra su desubicación y no saber o no poder estar: chubasqueros, cazadoras y chaquetas colgadas en los respaldos de sus asientos. Y es que tenemos lo que nos merecemos, ¿no creen?