Pedro Sánchez es el político de moda. Acaba de recibir el respaldo de la militancia socialista para que pacte con quien quiera en la formación de un nuevo gobierno “progresista” y “reformista”. Los afiliados al PSOE no han necesitado mayor explicación, como si todos supiesen que un gobierno “progresista” será aquél que ampliará el supuesto derecho al aborto libre, solucionará el problema de las pensiones con la aprobación de la eutanasia o dejará sin concierto económico a todos los colegios privados. Sí, todos los socialistas son sabedores de que Pedro Sánchez será un presidente “reformador”. Es decir, que derogará todas las leyes aprobadas por el gobierno del actual presidente en funciones.
Pero bien, dejemos las críticas a un lado, pues esta semana es especial para Pedro Sánchez y también para un servidor. Resulta que, además de compartir la afición por el baloncesto y ser jugadores en nuestra juventud o de haber sido profesores universitarios, los dos nacimos el mismo día, del mismo mes y del mismo año. Sí, un 29 de febrero de 1972.
Desde aquí quiero felicitar a mi supuesto próximo presidente y, ya que va a ser uno de los hombres más poderosos de España, le pido un pequeño regalo en el día de nuestro cumpleaños: Como ya no tengo edad ni condiciones para intentar jugar como profesional del baloncesto, le ruego que haga lo posible para que su gobierno no apruebe ley alguna que me eche de mi actual puesto de trabajo. ¿Que a qué me dedico? Pues… soy maestro de Religión en la escuela pública.