En el Partido Popular andan ya algo más que nerviosos tras el desastre en las elecciones andaluzas y las fatídicas previsiones para las futuras elecciones municipales, autonómicas y generales. Y como el avestruz que esconde la cabeza ante un peligro inminente, los populares esconden su fracaso en una excusa increíble: el no saber comunicar todo lo que han hecho por los españoles.
Sí, por activa y por pasiva, alcaldes y concejales, presidentes autonómicos y consejeros, secretarios generales y aspirantes a nada, todos a una con una consigna interna que resulta ya patética: la culpa a todos sus males es solo su ineficacia comunicativa.
Y por eso son incapaces de ver la realidad, de caer en la cuenta de su incoherencia política y del hartazgo de la ciudadanía. Nada de autocrítica a las personas que dirigen el partido o gobiernan pueblos o comunidades ni a la forma de gobernar, o a su cobardía para sacar adelante el programa electoral que fue votado por la mayoría de españoles. Toda la culpa para la falta de comunicación.
Pues nada, que sigan así erre con erre con el ciego convencimiento de su eficacia económica y… con nada más. El señor Rajoy y todos los populares que temen perder su sillón lo han apostado todo a una sola carta: la mejora económica. Ignoran que esta crisis económica es consecuencia de una crisis moral y que el pan de hoy será hambre para mañana. Sí, un mañana donde el Partido Popular ya será parte de la historia si antes no le pone remedio a su incoherencia, aprobando lo prometido o presentando la dimisión el presidente Rajoy y toda su corte de asesores. Ahí queda eso.