Más de uno se ha sorprendido por la desacertada reacción del señor Tomás Gómez, el que era candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, al ser depuesto de forma fulminante por el secretario general del PSOE. Y es que cuando uno está convencido de su recto comportamiento, no suele consentir que se ponga en duda su honorabilidad.
Pero la vida es así, muchas veces pagan justos por pecadores, además de que también de forma irremediable, antes o después, llegará el día en que nuestro cese será definitivo. Y es ahí, cuando nos llegan las limitaciones por culpa de una grave enfermedad o de la vejez, cuando vemos que ya no hay vuelta atrás y que somos incapaces de echar una mano, de encandilar a un desaparecido auditorio, de salir a dar un paseo o leer ese buen libro, es ahí cuando podemos ser conscientes de que nuestra vanidad es, con toda seguridad, la causa de esa tristeza que nos domina. Sí, es el momento de rogar a Dios para que nos inunde la alegría que da la humildad y aceptar la verdad: que aquí estamos solo de paso.