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“Las manifestaciones en la calle pueden ser una iniciativa necesaria en estos momentos para significar la importancia del respeto de la vida humana” Sat, 08 Nov 2014 18:55:00
Por cuarto año consecutivo, la revista Misión ha entregado sus Premios Misión a la Familia con el fin de valorar el trabajo de personas, empresas e instituciones que reconocen en la familia un valor esencial para impulsar la sociedad. En esta edición, el Premio en la categoría Persona ha sido para el obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla que ha sido entrevistado por la revista “Alfa y Omega”.
¿Cómo se siente recibiendo este galardón?
Muy contento y con un corazón rebosante de gratitud a la Revista Misión y a aquellos lectores que hayan pensado en mi persona por mi itinerario en la salvaguarda del bien de la familia, el matrimonio y la dignidad de la vida humana.
Hace un tiempo no se le daba tanta importancia a las declaraciones episcopales sobre la defensa de la vida y la familia. Pero usted se ha convertido en el abanderado de la doctrina, por un lado, y de las personas que trabajan por la vida todos los días, por otro.
Es una gracia que me concede el Señor y que yo con mucho gusto recibo. Entiendo que en la familia se juega el futuro del hombre, y por eso insisto siempre tanto en la necesidad de levantar la voz. Una voz que sea a la vez dignificadora del gran bien de la vida humana, desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural. Sin el respeto de la vida humana no se puede establecer un Estado de derecho. Además no hay una sociedad que se haga fuerte sin la solidez de sus matrimonios y, por tanto, sin la grandeza de lo que es el bien de la familia. Por eso, la voz de este obispo no ha callado en estos años y si Dios me da vida intentaré continuar con lo que es nuclear para el futuro de la misma Iglesia y para el futuro de la sociedad. Sin familia no hay futuro para el hombre.
El que no haya retirado la Ley Aído el Partido Popular también ha tenido algo bueno: ha sido un empujón para que los católicos podamos tener una voz claramente independiente y sin ataduras ni hipotecas. ¿Esto es así?
Creo que ha servido para darnos cuenta de dónde estamos y, por tanto, urgirnos a dar una respuesta que sea más organizada y más sistemática. Hay que aunar las voluntades del laicado católico de modo que en la sociedad civil y en las plataformas políticas se lleve adelante el programa de defensa de la vida humana, del matrimonio y la familia. No podemos disolver el voto católico sino garantizar que los bienes básicos de la vida humana, el bien del matrimonio y la familia sean respetados también por aquellos que en sus proyectos electorales han prometido salvaguardar estos bienes. En mi última nota me refiero al tema de la dignidad de la vida humana y su la custodia desde el momento de la fecundación. Quedan, sin embargo, muchos temas pendientes y por tanto hay que animar al laicado católico a que organizadamente sepa responder desde la sociedad civil y desde la política a los bienes que hay que custodiar: el matrimonio, la familia, la libertad de los padres para educar a sus hijos según sus convicciones, la justicia con los parados y empobrecidos, la libertad religiosa, etc.
Ante la negativa a cambiar la ley del aborto en España, ¿qué objetivos debemos plantearnos a favor de la vida?
Necesitamos una voz clara, nítida e independiente en el seno de la Iglesia Católica promoviendo la presencia pública de los católicos y también la orientación de su voto. El objetivo es muy claro: salvaguardar el bien de la vida humana desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural. Los caminos son muchos: en primer lugar evangelizando, es decir ganando el corazón de las personas para la conversión, de tal forma que pueda realizarse el designio de Dios sobre la vida humana, la grandeza del amor en el matrimonio y la familia. Y, después, la presencia pública de los católicos en general en la sociedad, en la gestación y promoción de instituciones a favor de la vida e, incluso, en el mismo ámbito de la política.
¿Y usted cree que esto es posible conociendo a la sociedad española?
No sólo es posible sino que además es urgente. No podemos estar a expensas de los que no representan lo más esencial para el pensamiento católico, sin una voz en el parlamento, en las instituciones, en los medios de comunicación y en todo lo que genera una sociedad digna. Los católicos necesitamos una voz clara, nítida e independiente que contribuya a regenerar la política.
¿Cómo ser católico y apoyar a la vida en la España de hoy? Porque no todo se resuelve con manifestaciones en la calle…
Las manifestaciones en la calle pueden ser una iniciativa necesaria en estos momentos para significar la importancia del respeto de la vida humana. El 22 de noviembre tenemos una manifestación convocada por el Foro de la Familia y otras instituciones. Es una ocasión para decir que somos muchos los que queremos que la ley proteja la vida humana desde el momento de la fecundación, que las leyes no permitan destruir vidas humanas en el seno de las madres, que hay que proteger la maternidad y apoyar a las mujeres para que ninguna se sienta tentada a acudir al aborto. Éste es un primer camino, no es el único; pero sí hemos de manifestar públicamente sin cansarnos, año tras año, que hay una voluntad por parte de muchos españoles de no resignarnos a que la política no haga caso en un aspecto tan fundamental como el respeto de la vida humana.
Usted predica pero también da trigo. Gracias a este premio muchos nos enteramos de su trabajo creando Centros de Orientación Familiar (COF), casas-cuna y que ha promovido los proyectos pro-vida como Ángel, Raquel y Effetá. ¿A quiénes están destinadas estas obras que usted promueve?
A todas las mujeres que encuentran problemas para llevar adelante su embarazo, que sufren el síndrome post-aborto, así como la acogida para que las madres no sean empujadas a abortar. Necesitamos casas de acogida para las mujeres. Necesitamos una red en todas las parroquias para acoger y acompañar a todas aquellas que están gestando y para acompañar en el sufrimiento, por las razones que sean, a todas aquellas que han acudido al aborto. La Iglesia es madre en todos los momentos. No excluye a nadie y, por tanto, lo que hacemos es acompañar con la palabra, a veces con la denuncia de realidades que son sangrantes, y siempre acompañando a los que sufren promoviendo respuestas realistas desde la caridad cristiana.
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