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Mons. Mario Iceta: “Cuando no se cuida la realidad del matrimonio o de la familia, aparece un decaimiento general de la sociedad” Wed, 29 Oct 2014 09:01:00
Monseñor Mons. Mario Iceta, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la defensa de la Vida, y es también, Obispo de Bilbao, ha concedido una entrevista a la agencia SIC en la que ha hablado claramente de la realidad actual de la familia, los mensajes del reciente sínodo extraordinario y los problemas a los que se enfrenta la familia hoy. Además, nos ha adelantado que la guía de educación afectivo sexual que están preparando desde la subcomisión verá la luz durante este curso.
P. Para los que no sepan el cometido de las comisiones y subcomisiones de la Conferencia Episcopal Española ¿De qué se encarga en concreto la Subcomisión Episcopal para la Familia y defensa de la vida?
R. Las comisiones y subcomisiones de la Conferencia Episcopal tienen como misión ayudar a las diócesis en el desempeño de tareas comunes en áreas pastorales específicas. No suplen la tarea del obispo ni de la diócesis, sino que son un órgano de ayuda y colaboración. En el caso de la subcomisión de familia y vida la tarea se concreta principalmente en ofrecer formación para agentes de pastoral familiar, elaborar materiales para las jornadas de matrimonio, familia y vida, colaborar de diversos modos en la formación de los matrimonios, ayudar en los itinerarios de preparación al matrimonio, en el campo de la educación afectivo sexual, así como colaborar en la formación de agentes de pastoral matrimonial, coordinar iniciativas conjuntas de las diócesis, preparar y divulgar materiales en lo referente al evangelio de la vida en toda su extensión, desde su comienzo hasta su fin natural.
P. A raíz del Sínodo Extraordinario de la Familia que se acaba de celebrar, ¿qué mensajes podemos sacar del mismo?
R. Este sínodo ha tratado de poner la atención en los aspectos fundamentales que la Iglesia debe iluminar con respecto al evangelio de la familia, así como identificar los retos y dificultades que plantea hoy la pastoral del matrimonio y de la familia. Ha sido un “tomar el pulso” y evaluar el status questionis de cómo se desarrollan en las diversas diócesis los aspectos fundamentales de la pastoral familiar destacando sus fortalezas y debilidades, sus dificultades y oportunidades. De este modo se han planteado las cuestiones fundamentales que serán abordadas e iluminadas, Dios mediante, en el próximo sínodo ordinario sobre el matrimonio y la familia.
P. Según una publicación, “La duración media de los matrimonios en España apenas supera los 15 años” según datos del INE de 2013 ¿Qué está pasando?
R. No sería este el lugar para realizar un análisis exhaustivo de las causas de los dolorosos fracasos matrimoniales, ya que son muy variadas y de distinta naturaleza. Existe una dificultad ambiental, una sociedad que vive instalada en un ambiente difuso en el que florece el relativismo, el individualismo, el hedonismo, y donde no se fomentan valores fundamentales que hacen posible la realidad matrimonial. Por otro lado, existe una vivencia extendida de lo que se llama en la actualidad el “amor líquido”, en términos clásicos lo que se conoce como amor romántico, un amor, emotivista y sentimentalista, que encierra a la persona en sus propias emociones y que se mueve principalmente por los impulsos de los sentimientos sin un aterrizaje en la realidad y en la implicación de la voluntad en el empeño por amar y entregarse al cónyuge.
Además, se evidencia la necesidad de una profunda y verdadera educación afectiva-sexual que ponga los pilares y capacite a la persona para una donación personal duradera, capaz de hacer frente a las dificultades propias de la vida matrimonial y crecer por medio de ellas. Muchos jóvenes tienen miedo a asumir un compromiso de por vida, bien porque piensan que algo así no es posible, o porque no se les está preparando para ello. En este sentido, el testimonio de los matrimonios que cumplen sus bodas de plata y de oro constituye una ayuda preciosa para ellos.
Por último señalaría la deficiente iniciación cristiana de nuestros jóvenes que impide acceder al sacramento del matrimonio con la profundidad y hondura de vida de fe, esperanza y amor que esta vocación requiere.
P. Cada vez más, parece que la familia tradicional se va quedando arrinconada ¿Qué opinión le merece esto?
R. Hablar de familia tradicional parece que es hablar de algo pasado de moda. Creo que no es un término adecuado. Debemos hablar de la familia como realidad fundada que remite en último término a la realidad fundada sobre el amor mutuo y fecundo de la entrega irrevocable del varón y la mujer que posee una dimensión pública y se constituye como célula fundamental de la sociedad. No creo que sea una realidad que se arrincone, sino que es la referencia fundamental de la vida de las personas y una promesa cierta de esperanza y de futuro para la sociedad.
De un modo u otro, toda familia hace referencia a esa realidad fundamental, también las familias que han perdido a alguno de sus miembros, en las que se ha producido un fracaso, una herida irrecuperable, una separación, en diversas situaciones en las que esa realidad se ha desdibujado de alguna manera pero que de un modo u otro remite a esa realidad originaria. Ahora bien, quizás aparece más en los mass-media otros patrones que terminan por relegar la realidad bella y fecunda del matrimonio y de la familia, dando la sensación de que es una institución llamada a ser superada. Me parece que es necesario volver a anunciar con audacia la belleza de la vocación matrimonial, a partir de una antropología adecuada, donde se revelan los fundamentos de la verdad sobre el ser humano y los principios que conducen a su verdadero desarrollo, tanto personal como familiar y social.
P. Si la familia no se mantiene como núcleo para la construcción de una sociedad ¿a qué nos enfrentamos?
R. Un tejido está fuerte y sano cuando sus células también están fuertes, sanas y cuidadas. Cuando no se cuida la realidad del matrimonio o de la familia, y esta realidad se debilita, aparece un decaimiento general de la sociedad, un oscurecimiento de la verdad sobre la dignidad de la persona humana. Surge como una especie de colapso social y cultural. Y creo que esto es lo que percibimos en la situación actual, una especie de eclipse de principios, de pensamiento débil, de desorientación sobre el modo en el cual podemos fortalecer la dignidad humana y construir una sociedad que sea morada digna de todos. Hemos repetido en diversas ocasiones que tras la crisis de carácter económico y financiero que estamos viviendo se encuentra una crisis aún más profunda antropológica, ética y cultural. Esta crisis de fondo es la más preocupante, la que más daño hace y a la que hay que hacer frente con fortaleza y sin demoras.
P. Hablando de otro tema… ¿Para cuándo tienen pensado publicar la guía de educación afectivo sexual?
R. Como he comentado anteriormente, la educación afectivo sexual es un elemento fundamental para que los jóvenes adquieran la capacidad de realizar con plenitud su profunda vocación al amor y no sufran dolorosos fracasos afectivos que siempre dejan huellas profundas de sufrimiento. Debemos preparar a los jóvenes a asumir la belleza del compromiso y a prepararles para vivir la vida matrimonial. Es necesaria una educación integral que incluya también la dimensión espiritual y trascendente. La subcomisión de familia y vida lleva ya un tiempo preparando este material y, si Dios quiere, esperamos que esté listo durante este mismo curso pastoral. Creemos que hará un bien inmenso para que nuestros jóvenes descubran la belleza de la vocación al amor, sean educados adecuadamente en su afectividad, descubran el significado profundo de la corporalidad y la sexualidad y aprendan a amar con un corazón grande y a construir en comunión una vida que merezca la pena ser vivida.
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