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El pasado 12 de Julio regresó a la casa del Padre uno los mas antiguos
colaboradores en CAMINEO.INFO, Angel Bellido.
Su hijo
Jacob, ha publicado un precioso resumen de lo que fué su vida y lo que
significo el CAMINO NEOCATECUMENAL para su familia.
Esta es la historia de un hombre normal. O, mejor dicho, aparentemente
normal. Era Ángel Bellido y murió de cáncer el pasado 12 de junio en Barcelona. Tenía
70 años.
Ángel nació en Salamanca y vivió algún tiempo en
Alfaro (La Rioja) y Valencia, donde estudió en la Universidad. Había tenido una
infancia difícil, marcada por la postguerra y con importantes carencias
afectivas. Luego, en los años 70, se trasladó a Barcelona. Trabaja como
ingeniero electrónico industrial.
«Arriesgó por el Señor»
«Un día de 1971 fue a escuchar a Kiko Argüello
y Carmen Hernández, iniciadores del Camino Neocatecumenal, que daban
catequesis en la parroquia de María Auxiliadora de Barcelona», explica su hijo
Jacob. «Mi padre no tenía en mente entonces formar una familia, era un solterón
independiente y con miedo a formar una familia por su propia experiencia
personal, pero inicia el itinerario de fe del Camino Neocatecumenal y
conoce a María del Mar».
«Creer en la Buena Noticia -sigue Jacob- fue un
soplo de aire fresco. Posiblemente había escuchado que Dios era bueno, que
había que sacrificarse para corresponderle, no pecar, realizar buenas obras…
pero nunca hasta ese momento había escuchado que Dios ama también a los pobres,
a los que no pueden, a los desgraciados, a los que odian, a los malvados, a los
enemigos, ¡a los pecadores!».
«En aquellos dos meses que duraron las catequesis se
vio realmente pecador y se sintió amado por el Señor. Esta aparente
contradicción le acompañará y cumplirá toda su vida, como en las palabras de
san Pablo: ‘Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que
se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios’
(II Cor. 4, 7)».
Viven un noviazgo de tres
meses y deciden casarse: «Arriesgó por el Señor», explican ahora sus
hijos.
«Gracias a la fe alimentada dentro de una
comunidad de hermanos (se refiere a los Neocatecumenales), con momentos de
dificultad, se mantuvo firme y fruto de ese amor nacieron 9 hijos.
Nunca les faltó ni sobró nada. Vivieron siempre cogidos a la Providencia de
Dios, pues solo trabajaba mi padre y en ese sentido arriesgaron«.
Se casan cuando él tiene 27 años y ella
18. «Y en 6 años tienen los primeros 5 hijos».
En 1992, Ángel se queda en el paro y comienza una
etapa de precariedad. Después de algunas dificultades importantes, «montó una
empresa con otros despedidos y salió a flote».
Más adelante sería el responsable de
mantenimiento de la maquinaria escénica del Gran Teatro de Liceo,
uno de los grandes cosos operísticos de Europa. Se jubiló en 2015.
«Ahora entiendo mejor lo que hacía mi padre»
«Con el tiempo, entiendes mucho mejor lo que
hacía tu padre. Era exigente y disciplinado, pero ejercía la autoridad con
sentido. Era muy organizado y nos organizaba para que estudiáramos. O para que
cenáramos todos juntos a las 20.30. Ahora que soy padre de familia, entiendo
que todo eso era necesario para que nuestra casa funcionara bien como
familia y no como una mera organización«.
«Todos los hermanos estamos muy
agradecidos«, dice Jacob.
En cuanto a la fe, explica que Ángel «no solo nos
educaba en valores sino que se esforzaba por transmitirnos una fe viva.
Lo primero era la fe, siempre, y lo veías muy apoyado en la oración y los
sacramentos».
La enfermedad y la muerte de Ángel Bellido han
supuesto un revulsivo para muchas personas, un testimonio de plenitud de vida
católica, especialmente para tantos que hoy no creen y que lo conocían. «Un
vecino -dice Jacob- me dijo: ‘No soy creyente, pero viendo a tu padre en la
situación en que está, veo la maravilla que es tener fe».
Aparece el cáncer
«A comienzos de año comenzó a sentir un dolor en
la espalda. Creímos que era a causa de un gesto brusco. Fue al médico y
consideró que podía ser un dolor muscular. Pero pasaron los días y las semanas,
y no podía caminar ni dormir a causa del dolor«.
El siguiente diagnóstico, el 23 de abril, fue
completamente distinto: Ángel tenía cáncer y ya se había producido metástasis
en la columna vertebral, el pulmón y el hígado.
Dos días antes había recibido la Unción de
Enfermos. Ahora, según los médicos, ni siquiera valía la pena una quimioterapia
paliativa.
«En ningún momento se quejó»
«Desde ese día era consciente de que muy
posiblemente iba a morir. En ningún momento se quejó«, explican sus hijos.
«Eran días duros, porque estábamos en plena
pandemia, en España se había decretado el confinamiento y no podíamos
salir de nuestras casas. Fue muy complicado ir a ver a mi padre«. Ángel
permaneció dos semanas en el hospital y luego regresó a su casa.
Una llamada de teléfono muy especial
«Gracias al capellán del Hospital Clínic de
Barcelona, un fraile capuchino de origen colombiano, pudo hablar con
Kiko Argüello por teléfono y aquello fue para él un regalo del cielo»,
dice Jacob. También el Obispo Auxiliar de Barcelona, Mons. Antoni
Vadell, le llamó cuando estaba en el hospital para interesarse y decirle
que rezaba cada día por él. Mi padre ante esto decía de corazón: ‘Soy indigno,
no merezco tanta atención ni cariño ¿quién soy yo para merecerlo?’.»
Y es que Ángel perteneció a una de las primeras
comunidades neocatecumenales de España: «Para hacerse una idea, comenzó cuando
solo había unas 20 comunidades y ahora hay más de 30.000».
«El que le había predicado el Kerygma hacía 47
años le animaba ahora en los últimos momentos de su vida».
Atendía a los pobres
En todos estos años, Ángel «se entregó, ayudó a
multitud de personas. En los últimos diez años también se vinculó a la
Comunidad del Cordero. Ayudaba y atendía a los pobres y necesitados,
material y espiritualmente, y dedicaba mucho tiempo a esa tarea».
«También comenzaba a implicarse en la atención a
las personas que acuden a los tanatorios, que es una labor a la que
difícilmente llegan los sacerdotes en nuestro país por falta de tiempo. Iba a
iniciar una pastoral en este ámbito, aunque se paró por la covid-19