CAMINEO.INFO.- He tenido la dicha providencial de comunicarme desde la distancia con la
Dra. Juana Sánchez-Gey Venegas, profesora titular en la UAM, ella es una mujer
consagrada, Idente. Recientemente me envió un audio-video con una reflexión
sobre esta máxima: "Dios lo da todo, nos pide todo". Me ha permitido
entrar a reflexionar sobre ello y entrar en oración y en comunión. Entrar en el
escrutinio de la historia, de mi historia y de cada historia. '¡Dios lo da
todo, nos pide todo!' Y ello ha producido en mí un eco.
Esta frase o máxima es bellísima y honda en su contenido. Está ordenada.
Porque Dios lo da todo, nos pide todo. No creo se pueda enunciar, en un
principio, al revés: nos pide todo, para darnos todo. Él es y está primero y
nos ama incondicionalmente siendo también 'Dios celoso'. Dios es la fuente,
como bien termina su exposición, la fuente es nuestra unión con Dios, Dios con
nosotros, fuertes con Dios, como
experimenta Jacob en su lucha con Aquel, Dios conmigo, contigo, con todos y
cada uno. Como afirma sobre La Eucaristía: 'Alimentados de Él mismo, de su
fuerza, de su genialidad y potencia'. 'Cumplir, vivir y oir, (mejor escuchar),
Su Voluntad'. Esto no es a nuestra manera y apetencia, no. De la
tentación, de las tentaciones pueden brotar varias respuestas: la firmeza
en El Señor o la caída sin Él. De ahí la posible raíz en la vida de: 1)
el miedo, 2) la resistencia, 3) el afán controlador, 4) el egoísmo, 5) el amor
posesivo, 6) los celos, 7) los instintos básicos y primarios, es verdad que
están ahí, como dicen "de aquella manera", 8) de las obsesiones que
aparecen en la vida de la persona, siendo aspectos humanamente muy propios y
muy comunes cuando la vida se presenta día a día. Desde luego, cuando aquella
máxima se desordena y la cosa empieza desde: "Dios lo pide todo" lo
que veo es que el susto se instala en el cuerpo, en todo cuerpo y ¡de qué
manera! El Génesis viene en nuestra ayuda y leyendo la causa de nuestro engaño,
en nuestra historia, en la Palabra de Adán y Eva, el que engaña entra también
en la historia y dice: Dios te pide que no comas del fruto de este árbol.
¡Uy! y brota la resistencia, las acusaciones, los juicios, las murmuraciones,
.... Y nos vemos con miedo, con mucho miedo, con vergüenza, tapándonos,
escurriéndonos, echando la culpa a otros, así nos vemos, imposibilitados e
impedidos para amar al otro tal cual es.... ¿Acaso Dios no sabe esto? ¡Claro
que lo sabe! y no ha quedado impasible. Ha enviado a Su Hijo Jesucristo y en El
Kerigma, en la buena noticia de Evangelio, en su vida, muerte y resurrección,
culmen de toda La Escritura, y en sí, La Palabra, encontramos el correcto
sentido de todo. Dios se da, Dios en ti y en mí, Dios en todos, así se
experimenta en la historia que realmente Dios nos da todo y por ello nos pide
todo. Ciertamente ya en El Señor, como indica, 'Dios nos pide todo para darnos
todo' y todo en el amor de Cristo es vida y libertad. Cita los ejemplos de
Simone Weil (1909-1943), judía, como mujer de esta época, y de Etty Hillesum (1914-1943),
judía conversa, que llega entregar a Dios 'su sentido de la venganza' en su
experiencia como deportada en un campo de concentración; nada fácil, lo sabemos,
y digo: imposible sin Cristo, sin que Él antes le de todo, toda la fuerza
precisa para que pueda darle ella todo. Ésta, en su gradación, es la
experiencia vital de todos y cada uno en nuestra respectiva historia de cada
día y por ello comenzamos el Oficio, cada día en Laudes, con el Invitatorio,
con la magnífica exhortación: "Si hoy Escucháis Su Voz no endurezcáis el
corazón" (Sal. 94).
Nuestras idolatrías del trabajo, adicciones, las alienaciones, el egoísmo,
incluso 'amando', efectivamente nos lastiman y dañamos a las personas, al
prójimo. Y tantas veces 'no estamos dispuestos a saltar sobre esto', resultando
'obstáculo insalvable para oir la Voz de Dios para seguirle'. ¿Pero cómo
saltarlo? ¿En nuestros puños, en nuestras fuerzas, con nuestros empeños, con
voluntarismo? ¿Desde nuestro sólo yo? Esto intentarlo resulta agotador y su
alcance es la frustración de 'la sordera' y la desolación. Apunta Juana:
'Origen de nuestra resistencia'. Señala: 'el Señor sí quiere que no tengamos
miedo, que no tengamos ese afán controlador de cosas y personas' … ¿Pero cómo?
Lo dice también: 'que lo dejemos todo en sus manos'. Que entremos en su
descanso. 'Con Fe y se nos dará todo por añadidura'. Cita el ejemplo de la
Samaritana, "Si supieras quién te habla, Si conocieras…". Él siempre
va por delante y con quien le sigue, es El Camino, La Verdad y La Vida. La Fe
es un don que nos viene por la Escucha, por la Predicación, por escuchar La
Palabra y 'aterrizarla' a nuestra historia concreta, discerniendo con ella y
con el Magisterio. Así se hace posible la experiencia del salto, se hace
posible el salto, el paso, la Pascua, el paso de la imposibilidad, de la muerte
a la vida, la transcendencia. Se hace posible ver el sentido de la renuncia. El
sentido y la posibilidad de que me lo pida todo, nos lo pida todo. Afirma: 'Él
nos enseña a ordenar afectos, deseos y emociones, nos enseña a amar sin estas
afecciones al tener, al poseer, al poder, a controlar'. Nos enseña a amar con
plena libertad, sin esclavitudes. Nos enseña a ordenar nuestros juicios. No
juzguéis y no seréis juzgados. 'Nos pide que le amemos con toda nuestra inteligencia'
dice Juana. Me evoca al Shemá: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus
fuerzas". 'La oración continua', la intimidad con Dios, el
recogimiento, la purificación que requiere del reconocimiento de la debilidad,
de la propia 'basura, polvo o polvillo que acompaña a nuestros juicios'. ¡Qué
gran arma la oración continua!, el Oficio del cristiano para pensar con la mente
de Dios y no sólo como dice "carburar" con 'inutilidades, malicias y
obsesiones'. El nos pide todo: 1) el corazón, 2) la mente, 3) el alma y 4) las
fuerzas. Y nos da, resalta: 'la facultad unitiva', citando a Rielo, el fundador
Idente, porque Él quiere darse a todos. Nos da esta capacidad para seguirle,
para experimentar 'la unión en Él, con Él y por Él'. Es una profunda Conversión
que da plenitud, libertad y sentido a todos los acontecimientos que vivimos. Un
abrazo Juana, la Paz. Gracias a Dios por ti, por compartir tu reflexión conmigo
y permitirme compartir la mía haciendo eco de la tuya. Rezad por mí, por mis
hijos, familia y por las respectivas misiones. Adelante todos en esta cuaresma,
hacia la Pascua 2022.