CAMINEO.INFO.- Comparto mi experiencia,
como un fiel más, en este proceso sinodal abierto a nivel universal en la
iglesia católica. La misma va adelante y la vivo a nivel diocesano (en la
diócesis de Nivaria, Tenerife), parroquial (en la Parroquia del Pilar de S/C de
Tenerife) y a nivel comunitario (en la 2ª Comunidad Neocatecumenal).
En una primera reunión, en noviembre de 2021,
se abordaron diferentes PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO,
considerando como esquema los procesos de Acercamiento,
Escucha, Diálogo y Celebración. Se ha
tratado cada cuestión planteada proponiendo y dialogando desde las experiencias
de nuestro caminar. No se ha discutido, sino se ha tratado de dialogar y caer
en la cuenta de lo que se piensa de la Iglesia. Mi respuesta a tales cuestiones
las comparto:
Los
procesos de acercamiento, de escucha, de diálogo y de celebración
En nuestra Iglesia, La
Iglesia Católica, universal, El Pueblo de Dios, son los bautizados y también
los alejados, sin exclusión alguna.
Todas las personas católicas conforman este Pueblo de Dios, somos el
Cuerpo de Cristo y el Señor es la Cabeza.
¿Quiénes
son los que caminan juntos? En este pueblo, el
caminar es diverso pero el Camino, la Verdad y la Vida es UNO, es el Señor, es
Cristo. Hay por tanto diversidad en las formas, en el caminar juntos.
¿En
este caminar en el Señor quiénes caminan juntos? ¿Y cómo? Y ¿para qué? ¿en
función y al servicio de quién? En la Iglesia, este
caminar juntos se posibilita al Pueblo de Dios mediante las instituciones de la
Diócesis, con su clero, presbíteros seculares y presbíteros de órdenes
religiosas, de las Parroquias como Comunidad
de Comunidades, con sus diversos carismas y grupos suscitados por la fuerza
del Espíritu Santo.
¿Quiénes
forman parte de este caminar juntos? Forman parte todas las
personas con esta vocación, con el anhelo de vivir, experimentar, compartir y
servir: de salar, de fermentar y de iluminar; y también de ser tocados,
salados, fermentados o iluminados por este ánimo y espíritu de AMOR y de UNIDAD.
Ahora bien, ¿cómo se hace posible esto?
Se hace preciso que existan los procesos
apuntados de Acercamiento, de Escucha, de Diálogo y de Celebración.
¿Quiénes
son los compañeros de viaje en nuestra vida? Los compañeros de
viaje se determinan a diversos niveles en función de la relación interpersonal
que se trate. El matrimonio, la familia,
la comunidad, el grupo de fe o carisma, la comunidad claretiana que nos sirve
en la Parroquia, toda la Parroquia como Comunidad de Comunidades con sus
diversos carismas y grupos, los sacerdotes del Arciprestazgo, las relaciones
interparroquiales, …, así hasta el Obispo como cabeza.
¿A
qué personas o grupos dejamos al margen? La Iglesia, nuestra
Iglesia, no puede dejar al margen a nadie, nadie puede quedar “descartado”,
nadie excluido. Nuestra misión es Escuchar la Palabra, Dialogar y Celebrar la
fe. Así nos nutrimos, no en función de nosotros mismos, sino para Evangelizar
mediante El Anuncio, El Kerygma, que propicia el Acercamiento al alejado, sea
quien sea; y también propicia el Acercamiento
del alejado seducido por la fuerza de los testimonios de personas que se aman y
viven la unidad de la comunión, la Comunión de Los Santos. Los procesos de
Acercamiento, de Escucha de la
Palabra, de Diálogo hacen posible la
conversión de las personas, el cambio de dirección en la vida, que pasa de una
vida en la que se decide y se actúa desde una concepción generalizada de que se
puede vivir “como si Dios no existiera” a una VIDA consciente de que Dios
existe y no esta impasible, sino que nos acompaña, reconociéndolo, viendo y
discerniendo SU VOLUNTADAD cada día en nuestra historia concreta. Cada día
poder y querer comenzarlo en oración (laudes) recitando o cantando el Salmo 94,
“SI Hoy escucháis su Voz, no endurezcáis casi el corazón” …
¿Qué
Iglesia sueñas tú? Dar cauce a los sueños particulares es
como muy seductor y algo muy recurrido en la actualidad. La verdad, me vi
sorprendido con esta pregunta, no sé el alcance que resultará de las
particulares respuestas a la misma en el ámbito del caminar sinodal. Mi
respuesta es que no se trata de un sueño con una Iglesia diferente, la tenemos delante.
Es la que el Señor nos presenta cada día, es la que se da en nuestra Parroquia
con sus fortalezas y debilidades. Para en ella poder nutrirnos con La Palabra y
los Sacramentos, para poder servir y realizar las misiones encomendadas:
- La
Evangelización.
- Transmitir
la fe a hijos y nietos, el cuidado y apoyo vocacional.
- Sirviendo
y amando al prójimo y al alejado.
- Una
iglesia bien dispuesta. Un pueblo, Comunidad, hermanos, siempre bien dispuestos
a escuchar La Palabra, a servir, a ser luz, sal y fermento, a donarse y hasta
morir por los otros: alejados, salados, fermentados y hasta por los enemigos
(por los “Judas”). Una iglesia que dé los frutos de la Santidad: El Amor y la
Unidad.
-Desarrollando
todas las pastorales de mediación, al servicio, que se desplieguen en la
Parroquia.
¿Nos
sentimos acompañados dentro de la Iglesia? Sí, sin duda. No
somos personas solas. Somos y estamos acompañados por muchas realidades
eclesiales, la Parroquia con toda su riqueza, eso sí llena de personas muy
débiles, el Obispo, los Sacerdotes, los Carismas, …, La Casa Diocesana de
Ejercicios, sus Religiosas, las diversas Ordenes existentes en la Diócesis, …. Es
verdad que también ha habido en el Caminar persecuciones y correcciones, ello se
ha visto que siempre ha sido signo de que se está caminando; también lo
corrobora las experiencias del “ciento por uno” en nuestras vidas.
¿Qué
dicen o piensan los que no vienen a la Iglesia? Dicen
y piensan desde su coherencia, su coherencia “descansa” en una vida en la que
se decide, se actúa y se vive como SI DIOS NO EXISTIERA. Lo que dicen es
mayormente: que ellos no practican o no creen y que poco o nada tiene que ver la
Iglesia con ellos y viceversa. Desde la experiencia vital de la falta de fe,
esta es su normalidad. Desde la perspectiva cristiana es un techo sobre sus
cabezas que les impide vislumbrar la trascendencia, el Cielo. Viven como hemos
vivido muchos, todos, desde que perdemos la centralidad de Cristo en nuestras
vidas, se vive alienado; esclavos de la idolatría, en el trabajo, en el
estudio, en la ciencia, en la política, en el alcohol, en las drogas, en el
sexo, en las proyecciones afectivas familiares en los hijos, sus estudios, en sus
puños, en su sola voluntad, en la egolatría o en la alienación del dirigismo
colectivo. Así andan. En este medio, en
estas aguas, viviendo con esta mentalidad, nadan los increyentes, los alejados
y en tales aguas pretenden convencer y pescar a otras personas. Todos y cada
uno tenemos también estas experiencias de vida. Las personas que no están, ni
viene a la Iglesia son nuestros hermanos, nuestro prójimo, sabemos que muchos
son parte de nuestro Pueblo, aunque no estén dispuestos, a todos ellos va
encaminada nuestra principal misión: Evangelizar, Anunciar el Kerigma; El
sentido en la Vida de cada día, de La Muerte y Resurrección de Cristo, La Vida
Eterna. El Cielo.
¿Logramos
identificar prejuicios que obstaculizan nuestra escucha? La
falta de escucha es un atributo de mucha gente, de nosotros en nuestra Iglesia
y de los que están fuera de ella. Prejuicios hay cientos, los pecados, nuestros
pecados, son la principal muestra. Los prejuicios y los juicios son del
demonio, del que divide y de esto hay mucha abundancia. Lo que rompe el amor y
el perdón. Lo que rompe el Acercamiento, la Escucha, el Dialogo y la Celebración.
¿Cómo
lograr la participación activa de todos los fieles? A) Dejando en el proceso
de Acercamiento, en los niveles a los que se despliegue, a cada persona ser
quien es, no imponiéndoles condición alguna; aceptación, acogida incondicional;
B) Anunciarles El Kerygma aterrizado en
la historia, experimentada por la realidad de cada persona e invitarles a
vivir, en sus diversas formas en la parroquia, los procesos que hayan de
Escucha de la Palabra, Diálogo (Comunión, Convivencia) y Celebración
(Liturgias, eucaristías, penitenciales, sacramentos,…) ; C) Así nutridos, con
estas participaciones, este pueblo irá predisponiéndose (para ir siendo un
pueblo bien dispuesto) y podrá ir sirviendo en todas y cada una de las
pastorales de mediación diseñadas por la parroquia.
¿Nos
sentimos escuchados en la Iglesia? La escucha mutua puede
ser percibida de forma diversa. Para unos más y para otros menos. Ello es
normal. El Espíritu Santo irá marcando el paso pertinente.
En la Iglesia ¿se da este proceso de acercamiento, de
escucha, de diálogo y de celebración? Depende de a qué nivel lo analicemos.
En nuestra Parroquia del Pilar sí se da en cierto grado, claramente mejorable.
Aunque por lo general, en las parroquias de la Diócesis hay que mejorar y
dinamizar la actividad en la que se experimentan estos procesos por sus
respectivos fieles.
El Sínodo, en su fase diocesana, continuó en la
parroquia del Pilar con la segunda
reunión o Asamblea: Misión
COMPARTIDA, el miércoles
19.1.2022. En ésta 2ª asamblea oramos, escuchamos la Palabra, y se meditó en
silencio: Jn 20,19-23 “Jesús comunica el Espíritu Santo sobre los Apóstoles y
los envía a la Misión” (Doc. Parroquial) y Mt 5, 13-16 “Vosotros sois la luz
del mundo y la Sal de la tierra”. Luego se hicieron tres preguntas que expongo seguidamente y que fueron contestadas
con muchas intervenciones de partícipes. También se dio la oportunidad de que
se entregaran las respuestas con posterioridad. Comparto aquí el documento con
que participé y que en cierta medida también está vinculado con lo expuesto en
la primera parte de este artículo.
1. A) ¿Está la Iglesia abierta al diálogo
con la sociedad en general? La Iglesia, en su Cabeza y Cuerpo, sí está
abierta a la sociedad, es animada por el Espíritu Santo y enviada por Cristo a
desempeñar su Misión. Su Misión fundamental se centra en el ANUNCIO del
EVANGELIO, LA BUENA NOTICIA, EL KERIGMA (VIDA, MUERTE Y RESURRECCION de
JESUCRISTO) y su alcance en la vida del hombre hoy, en la actualidad, en su
historia, en la historia de cada persona. La Iglesia es si hace presente en
este mundo que Dios existe. Que hay una trascendencia. Que existe la Vida
Eterna. Que no es verdad que Dios no existe. Que no es verdad tampoco que
“Parezca que Dios no existe” o que se pueda vivir ónticamente, “como si Dios no
existiera”. Este mensaje de la Iglesia se articula en toda la sociedad de muy
diversas maneras. Mediante la predicación, los sacramentos, los encuentros (JMJ,
vocacionales, peregrinaciones, …), las Órdenes Religiosas, los diferentes
carismas suscitados tras el CVII, mediante multitud de pastorales de mediación
en la que la Iglesia se vuelca: catequesis de niños y jóvenes, catequesis de
adultos, Cáritas, Comedores sociales, pastoral penitenciaria, cursos de
orientación familiar (COF), su labor en la docencia reglada y no reglada, en
los voluntariados, ….
La Iglesia, una y diversa, en toda su dimensión,
institucional y en los fieles cristianos, somos convocados a esta misión de
estar abiertos: A la Escucha de La Palabra, a la Acción del Espíritu Santo
cediendo el paso a la Voluntad de Dios, discerniendo como cristianos, siendo
verdaderamente en nuestra relación con los otros sal, luz y fermento (siendo
donantes, servidores), a Anunciar el Kerigma y Servir al Otro, a Predicar. a
Dialogar y a Discernir con los otros escuchando las necesidades materiales y
espirituales de las personas a la luz de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
En
la actualidad hay en la sociedad, en general, implantado, por diversas
sinrazones una cultura del Relativismo,
del “todo Vale”, o ¿del casi todo vale, mientras se piense y/o se actúe según
la nueva corriente dominante relativista o postmodernista? A esta situación
hemos ido llegando, ya lo vislumbraba el CVII, no sólo por la acción de
personas increyentes que en su acción se han ido guiando por la sola Razón y
por la Ciencia, sino también y fundamentalmente por la propia situación que ha
devenido en muchos creyentes conduciéndolos a una profunda crisis de fe, a acelerados
procesos de descristianización, de desacralización y de secularización. De
manera que hoy en nuestras sociedades globales mayormente se vive “como si Dios
no existiera”, Etsi Deus non daretur”. Débiles espiritualmente, ésta gran parte
de los increyentes como también muchísimos de los creyentes, bautizados, que no
se han nutrido, ni se nutren de La Palabra. Así nos pilla la cosa. Tenemos un
gran problema de desnutrición espiritual en un contexto de cambio entre valores
y contravalores.
Aquí y ahora se aprecia la real existencia de un problema muy grave cuando con honestidad
entramos a hablar de un Diálogo abierto entre la Iglesia y la Sociedad. Y lo
debemos afrontar con humildad y confianza en el Espíritu. El papa Francisco nos
ha convocado a realizar un Camino Sinodal y a ello estamos llamados, con
nuestro Obispo Bernardo y nuestro párroco P. José María, debemos también
confiar en la firmeza del Magisterio de la Iglesia y tener confianza en no desligarnos de “la estructura de verdad
del, podríamos llamarlo así, sínodo universal”. Ponerse de acuerdo dialogando
en lo que entra o no dentro de la fe es o puede ser muy complicado, de ahí que
haya que “aceptar la estructura eclesial para la custodia de la fe establecida
en la Iglesia por el mismo Jesucristo mientras estuvo sobre la tierra”. Es muy
importante aceptar ese ‘orden eclesial universal’ lo contrario supondría un
inicio de deliberaciones en sínodos (territoriales) en un punto de partida
descentrado. Cosa que debe evitarse. Pues lo que se someta a deliberaciones en
los diálogos no puede tocar y trastocar “el mismo ser de la iglesia, la
capacidad de la Iglesia para salvaguardar la fe entregada por Cristo”. “La
teología debe avanzar dentro de una evolución homogénea del dogma”, creyendo en
un “depositum fidei, el depósito de la fe” y cuidándolo[1].
1.
B) Y… ¿cómo es ese diálogo hoy (con la Iglesia)?
La Iglesia en todo lo que atañe a la Misión no puede
ni debe hacer acepción de personas, a todas y a cada una se le debe escuchar y
atender en sus necesidades materiales y espirituales. Así con todo el alcance
de la apertura y del diálogo depende de con quién se dialogue, de sus
intenciones, de sus expectativas y también de sus pretensiones.
Hay que ser conscientes de las realidades que en la
actualidad existen y que afectan a la posibilidad de diálogo. Hay muchas
personas que en su vivir actúan con parámetros, restricciones y objetivos
absolutamente ajenos a la dimensión espiritual, ajenos a la fe, actúan y
deciden sin considerar a Dios. Una perspectiva con sola dimensión humana. Lo
hacen desde un marco donde actúan como “si Dios no existiera”. En esta
dimensión puede resultar con considerable frecuencia la total indiferencia
hacia la necesidad de entablar un diálogo con la Iglesia, desde la Misión que
la Iglesia tiene. A la Iglesia, ni se le espera, ni se la desea y en el caso de
entablar cualquier línea de relación ésta debería circunscribirse a criterios y
formas del todo ajenos a la devoción y a la experiencia y vivencia religiosa
ejercida por cada quien.
Ciñéndonos a la pregunta:
A) Si el diálogo es con
los presos de las cárceles, con los enfermos de los hospitales, con los pobres,
excluidos y marginados atendidos por Cáritas, en los comedores sociales
mediante voluntarios cristianos, o mediante los párrocos y por las colectas que
se realizan en las parroquias, mediante el seguimiento de los problemas
familiares, con las asociaciones de discapacidad, … Hay un dialogo fluido, siempre mejorable.
B) Si
el diálogo es para tratar temas como el ejercicio
del poder, la moral sexual, el sacerdocio, la castidad, el papel de las mujeres en la iglesia, la
homosexualidad, las leyes de género, LGLBTI, la conciencia social colectiva
(EpC, adoctrinamiento político),,…... la Iglesia está abierta y es sensible
a todas estas realidades con su seguimiento, bien particularmente como
colectivamente. Estos temas son objeto de atención, aunque los diálogos respectivos son de diversa intensidad, también siempre
mejorable.
Pero tales temas en un proceso de camino sinodal no pueden quedar en una
visión o perspectiva regional según las expectativas. Desde luego son temas
susceptibles de ser tratados, desde el “depositum fidei”. Como se indicó
ponerse de acuerdo dialogando en lo que entra dentro de la fe puede ser muy
complicado, de ahí que sea necesario “aceptar la estructura eclesial para la
custodia de la fe establecida en la Iglesia por el mismo Jesucristo mientras
estuvo sobre la tierra” y aceptar ese ‘orden eclesial universal’, lo contrario
supondría un inicio de deliberaciones en sínodos (territoriales) en un punto de partida descentrado y
eventualmente tales desenfoque puedan conducir a errores de alcance diverso y
posiblemente peligroso. [2]
2.-
¿En qué lugares crees que la Iglesia debería estar presente para que se escuche
su voz? La Misión de la Iglesia está proyectada en el Envío:
“Id y anunciad por todo el mundo… “ [3]. Es clara
en este sentido la Misión, la Iglesia debe estar presente en todo el mundo. ¿Pero cómo? Es una Misión compartida
por todos. Me apoyo en el oficio de lectura del lunes, 24.1.2922, que es día de
San Francisco de Sales, quien me parece nos instruye al respecto: “En la misma
creación, Dios creador mandó a las plantas que dieran cada un fruto según su
propia especie: así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de
su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforme a su calidad,
estado y vocación. La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas
maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o
de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer
casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las
fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno”…“Es, por tanto, un
error, por no decir una herejía, el pretender excluir la devoción de los
regimientos militares, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes,
de los hogares y familias; hay que admitir, …, que la devoción puramente
contemplativa, monástica y religiosa no puede ser ejercida en estos oficios y
estados; pero, además de este triple género de devoción, existen también otros
muchos y muy acomodados a las diversas situaciones de la vida seglar. Así pues,
en cualquier situación en que nos hallemos, debemos y podemos aspirar a la vida
de perfección”.
No hay pues lugar en el mundo en el
que la Misión de la Iglesia no debiera estar presente desde la cobertura de la
estructura eclesial y en sus miembros, todos y cada uno de los cristianos,
según la devoción practicada de modo ajustado a las fuerzas, negocios y
ocupaciones particulares de cada uno.
3)
¿La Iglesia facilita espacios de encuentro con otras religiones y no creyentes?
Efectivamente espacios de encuentro
sí. Que se realizan a nivel institucional, ciertamente con mayor frecuencia a
nivel del papa, cardenales y obispos. También se producen estos encuentros
tanto auspiciados por ciertas órdenes religiosas (los franciscanos en tierra
santa, …) como por ciertos carismas surgidos, tras el CVII como el Camino
Neocatecumenal con aproximaciones y encuentros con los judíos y con los
cristianos anglicanos y ortodoxos. A nivel parroquial y de familias (Iglesia
doméstica) la concreción de estos espacios de encuentro es poco frecuente.
José Manuel
González Pérez, 11.4.2022
[1]
David
Ramos (2022), “El P. Fortea advierte de grave peligro para la Iglesia en el
“camino sinodal” de Alemania” ACIPrensa 2’.1.2022.
[2]José M.
García Pelegrín (2022) “El camino sinodal alemán prosigue entre fuertes
críticas”. Aceprensa.com.25.1.2022. Véase también M.S. (2022) , “Los puntos del
documento que cristianos católicos han entregado al Papa criticando al camino
sinodal de Alemania”. Texto publicado en la web del ACA (Arbeitskreis
Christliche Antropologie- Grupo de Trabajo de Antropología Cristiana).
[3] Marcos
16, 15-20 “En aquel tiempo se apareció
Jesús y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue
elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por
todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las
señales que la acompañaban”.