Sorprendido, leo el artículo titulado ¿Por qué es necesario el aprobado general y la promoción automática de
curso?: Opinión del sociólogo Jaume Carbonell que defiende un aprobado general en
este curso 2020. Véase:
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10219850153716921&id=1612749439
¿Un regalo general por un drama
general? ¿Los efectos buenos de esta posibilidad serían reales o espurios?
¿Hacer como si nada hubiera pasado es correcto? Más aún, ¿hacer como si pasando
lo que ha pasado resultara que premian con un regalo aprobando materias que no
se han superado? ¿Esto es adecuado? ¿O es humo tóxico? ¿El sistema educativo qué es? Es
maravilloso por sus gentes: alumnos, profesores, colegios, universidades, casas
y padres. Es maravilloso por su función al habilitar los itinerarios
curriculares que hagan posible crecer integralmente en conocimiento científico,
social y humano a los niños, jóvenes y también mayores, de manera que se pueda
alcanzar una óptima y 'normal' distribución poblacional de habilidades y de
ocupaciones. Efectivamente, así es. Ese es el papel social del sistema
educativo. Permítanme decirlo así, toscamente, pero cristalinamente: Un
estupendo tamiz de “cernideras”, de “coladores”, de “filtros” que permiten
detectar las diferencias necesarias y requeridas en las diferentes ocupaciones
y profesiones. ¿Qué es saltarse uno de los tamices? ¿uno de los “coladores”? Creo
que se puede concluir que sería no un correcto colador,
sino un coladero con consecuencias previsiblemente importantes en un
siguiente curso académico o tamiz, el cual recibirá, de forma generalizada,
alumnos estupendos pero sin el 'calibre' correcto en ese punto del proceso tras
el regalo, obturando el tamiz y, previsiblemente, el sistema. Advierto pues que
aunque suene bien y como algo bueno la opinión, la propuesta del aprobado
general, no la veo correcta. Es un planteamiento buenista, cargado de voluntarismo
político de recorrido efímero, espurio y creo pudiera ser dañino.
También me parece interesante remarcar esto del artículo que indica: "Sí.
Es verdad que ni alumnos ni profesores están de vacaciones. Cada uno de ellos
está haciendo su trabajo como puede porque no hay que olvidar, que no todo el
mundo dispone de los mismos medios. Unos harán más que otros, dependerá también
del curso en el que estén, etc. Pero la gente está sufriendo mucho. El retorno
a la normalidad es imprevisible, no sabemos cuándo se va a producir pero lo que
sí es seguro que no va a haber un retorno de un día para otro y como si nada
hubiese pasado. Cuando llegue ese momento, creo que lo más importante será
hablar, expresarse, relajarse... Al mismo tiempo que el desconfinamiento será
progresivo, el regreso a las aulas también. Cuando se produzca, habrá una
necesidad de cercanía, los alumnos necesitarán expresarse, hablar, abrazarse...
Y el espacio educativo tiene que dar cabida a ello ". Para mí hay un
desenfoque importante y escéptico en su planteamiento porque:
1° porque omite a los padres y omite al colegio.
2° porque omite o minusvalora la importancia de las casas como recurso y
entorno laboral y académico en estos contextos, sin duda distintos, pero muy
reales y potentes, nada despreciables.
3° parece no ver el triángulo virtuoso que siempre se ha generado, genera y se
generará entre las personas: alumnos, profesores y padres, tanto en los
colegios y en las casas, antes en los colegios con el apoyo en las casas con
los padres y hermanos, ahora desde y en las casas con el apoyo de los colegios
con sus profesores. Virtualmente los colegios, las universidades, siguen
'abiertos'. La clave para un enfoque correcto no es verlo sólo desde la óptica
corporativista o institucional, se trata, creo, de poner en valor lo
fundamental del sistema educativo. ¿Qué es lo fundamental? Lo fundamental son
las relaciones personales sustentadas entre las personas que se sirven
mutuamente en el ámbito educativo: alumnos,
profesores y padres. Y la opción planteada no pone esto en valor, su
opción, creo, parece despreciarlo. Son las personas las que en definitiva
sirven y pueden hacerlo en cada contexto. Las instituciones y los
corporativismos mantienen, en su caso, su función si se abren a las oportunidades
y asumen los reajustes precisos, si no lo hicieran sus papeles sociales irían
desvirtuándose al verse su resistencia.
4° En este proceso está habiendo gran interacción virtual (real, como
nunca antes), efectivamente es verdad que las respuestas ante esta oferta
virtual es y puede ser diversa, pero siempre las respuestas son diversas, ¿nos
encantaría que las respuestas fueran homogéneas, idénticas?; pero lo real es que no vivimos en los
encantos, ni en los deseos (aunque nos motiven). Las respuestas de los alumnos serán
las que sean y no por ello se debe justificar creo ni los aprobados generales,
ni la suspensión del curso, tras el esfuerzo que cada quién haya desplegado
siendo alumno, profesor y padres, gracias a los servicios implementados por los
colegios que están haciendo posible el trabajo y el estudio en casa. Es posible
que algunos no hayan tenido la posibilidad de alcanzar esos servicios por falta
de recursos, otros es posible que no hayan querido realizar el correspondiente
esfuerzo. Es verdad. Pero creo que ello no justificaría un aprobado general ni
la negación de posibilitar la realización del curso 19-20, ni la de su último
trimestre. Apunto realidades históricas que lo refrendan: “La UNED” y “la Enseñanza
Libre”, ¿acaso en ellas no ha sido posible la correcta evaluación de los
esfuerzos y méritos? Animo a, todos y cada uno de las personas que
actuamos en este maravilloso círculo virtuoso a hacer sus tareas lo mejor
posible, darle sentido al esfuerzo que se está desplegando en esta situación
adversa. Sí, es algo que exige un plus, pero vale la pena que todos y cada uno
estemos ocupados en tal noble y normal empeño, al que nos debemos en nuestro
servicio y en nuestras respectivas responsabilidades. La noticia sugerida de un
aprobado general desactiva el interés por el aprendizaje e introduce
expectativas que desincentivan el esfuerzo. Mi opinión, consecuentemente, es
que hagamos todo lo que podamos y desde los organizadores del sistema educativo velen por el papel
social del sistema y por su gran misión, que tenemos y desplegamos las personas
que servimos y las que aprenden. Los responsable de la política educativa no
pueden regalar lo que no tienen, ni deben impedir los logros a los que se
entreguen a su correspondiente servicio, ni impedir la demostración del aprendizaje de
los alumnos con la realización de los respectivos exámenes, ni tampoco
suspender el curso. Ánimo y a servir.