Hemos
visto al presidente Rajoy removido y a Sánchez promovido, al primer partido del
parlamento sólo, arrinconado y al segundo partido aupado y sostenido. Rajoy ya
ha marchado a su puesto. A su nuevo sitio, en Santa Pola primero y después en
Madrid. El PP ocupado y preocupado en su proceso de primarias, embocando ya su
segunda vuelta. La consigna seguida por todos los otros ha sido echarlo de la
mano de causas diversas. La corrupción de personas concretas en el partido, las
causas socialistas, populistas, nacionalistas y las independentistas, las
perras, la ruptura con la Constitución de 1978 y de esta España en la agenda ya
negociada y, por fases, a ejecutar.
Todo
esto se va cociendo no como algo sobrevenido por coyunturas adversas, siempre
ha habido caldo para estos fuegos. Con la memoria histórica o desmemoria
apuntan a objetivos diáfanos y flancos que deben ser objeto de atención por
parte de toda la sociedad civil, joven, madura y sabia.
Evidencias
históricas han salido publicadas recientemente en artículos como "Franco
era el pretexto: La izquierda propone tirar la cruz del Valle" (1) o
"El mayor atraco de la historia se produjo en España y los atracadores
eran socialistas" (2).
Estos
atropellos prosperan si desde la sociedad civil la firmeza y convicción en
nuestros valores se debilitan. Nos entra el miedo y complejos porque se nos
cuelan los sin valores, los contravalores. Se nos cuela el relativismo y el
populismo. En el centro derecha no podemos desertar de los principios del
humanismo cristiano. No estamos desalmados, pero espiritualmente estamos
débiles. La sociedad española efectivamente está éticamente, moralmente,
bastante debilitada, descristianizada, desacralizada y con gran crisis de fe.
Este diagnóstico es real.
Me
dice mi amigo Joaquín, convencido haciéndome un comentario crítico a mi
anterior artículo: "Señal y mensaje religioso del nuevo gobierno"
(3), "Me parece erróneo pues Dios no existe sino en las mentes inoculadas
por dogmas irracionales independientemente de las teorías económicas de cada
uno" . Yo, católico y economista, directamente le pregunté : ¿Y cómo sabes
eso? Joaquín apeló a la racionalidad y apuntó señales evidentes del
debilitamiento de lo cristiano. Especialmente, los aspectos demográficos y
sacramentales. Apoyándose en el artículo "El declive demográfico se
acelera en España con una cifra récord de mortalidad" (4), abundaba en su
comentario, "sólo el 25,3% de las bodas de 2017 son católicas. Si le
añades, con signo negativo, las uniones de hecho tendrás una estimación de la
afinidad religiosa" . Le respondí que quedaba un Resto. ¡Un Resto! El
Resto sustentador de: 1) Occidente, 2) de la demografía, 3) de la
fe y la razón. El Resto de la esperanza. La noticia demográfica es mala, sin
duda. Y en gran medida, así lo veo, esta situación es fruto de la sola
racionalidad, coja de fe. Esta reflexión, creo, es al menos tan racional en el
logro de sus conclusiones como la de los que racionalmente han optado por
debilitar occidente, no teniendo hijos y/o abandonando la fe. La diferencia
está en el devenir del uso racional y en las consecuencias a corto, medio y
largo plazo de las decisiones tomadas. Racionalmente veo muchas más
expectativas y esperanzas futuras en ese Resto sustentador para bien de todos,
también para los que sin fe viven, empezando por la sostenibilidad de las
pensiones hasta llegar a asuntos trascendentes. Mi amigo y yo hemos
"cumplido" con la ratio requerida para el equilibrio
demográfico, pero Occidente y España, en media, no. Estamos en 1,3 cuando
la condición necesaria está en al menos 2 hijos por matrimonio. Aceptar el
sufrimiento es complicado. Complicado es complicarse. Acomodados se está
bien. Realmente no acomodarse es imposible desde la soledad materialista del
sólo hombre pragmático, activo y científico.
Mi
amigo Antonio, desde posición liberal, frente al intervencionismo público
y la sobredimensión del Estado, pregunta: "para las mentes que tratan de
huir del adoctrinamiento en la obediencia y la servidumbre, para esas mentes,
¿cual es la propuesta de organización de la convivencia y de la sociedad que se
les ofrece? Le respondo: Desde los 10 mandamientos, las tradiciones
judeocristiana y grecorromana, los Clásicos;.... Descartes, 'cogito ergo
sum'; Kant, 'sé tú' , el renacimiento, el contrato social de J.J.Rousseau, la
Edad Media, la Victoriosa , la Revolución Francesa ( encardinada la libertad,
la igualdad y la fraternidad en sus raíces primigenias que dimanan de las
tradiciones citadas), desde los impulsos de las revoluciones tecnológicas, las
industriales y su interacción social, económica y política en los mercados,
desde todo ello se ha configurado Occidente. Es lo que tenemos, bueno y
mejorable, pero nada despreciable. Paso a paso, escalón a escalón. No lo veo
como dilema dicotómico, privado vs público. Esos planteamientos blanco negro
son referencias teóricas que conviene tener presentes, para cada uno buscar,
proponer y encontrar el punto correcto en el que estar y operar, desde el
ejercicio racional individual. Desde tal posición libre sujeta a las
restricciones exógenas que tiene cada uno. De la suma de los respectivos logros
individuales resultará la visión y estado del conjunto logrado. No existe la
racionalidad colectiva, existe la racionalidad individual, pero esta tiene
efectos sobre todos y cada uno presentándose tensiones y contradicciones en el
tiempo. Así a corto plazo racionalmente muchos deciden no tener hijos cuando a
largo plazo es crucial tenerlos,.....
Abogo
por la Constitución democrática como país occidental que consagra la libertad
individual, la economía de mercado y la interdependencia mutua. El colectivismo
manipulado y manipulable empuja y el egoísmo aflora en todos y cada uno, ¡ y de
qué manera! Tenemos los asideros de la fe y la razón, Occidente en sus
raíces siempre los ha reconocido, dones inmensos para gestionar empujes y
tentaciones. Crucial es asirse a ellos (5).
Históricamente,
reitero, somos una nación occidental con una Constitución de 1978 que define un
Estado aconfesional donde se consagra la libertad religiosa, y, magistralmente,
adelantándose a lo escrito por S. Juan Pablo II, reconoce la justa
laicidad del Estado y la relevancia católica en su historia. La
encrucijada que tenemos en el presente estriba ya no sólo en la realidad
diagnosticada, la debilidad manifiesta, sino en el surgimiento con fuerza de lo
anticristiano. Este es el punto, el drama. España puede ser dominada y
dirigida por anticristianos. Los votos lo decidirán. Y eso en gran medida
dependerá de los testimonios de este Resto y de la acción política del centro
derecha. Debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad. ¡Ánimo y a Servir!