Las reivindicaciones del 1 de
Mayo son lo que son. ¿Qué son? ¿Qué logran? Claro está que todos los
trabajadores deseamos que nos suban los salarios. Eso es obvio.
El 1 de mayo, es un día
reivindicativo. ¿Para quiénes? ¿Para la población activa: los
trabajadores ocupados y parados? Efectivamente, es Día de las movilizaciones de
los trabajadores y reivindicaciones sindicales. Estas son necesarias e
importantes como referencia porque son los reclamos de la parte oferente del
mercado laboral. Las personas que ofrecen sus horas de trabajo son la población
activa de un país. Personas que ofrecen su tiempo disponible y escaso a cambio
del salario. Lo hacen racionalmente buscando maximizar la satisfacción que le
reporta la renta salarial recibida a cambio y las horas de ocio restantes que
también valoran. La población activa la conforman las personas que quieren
trabajar al salario vigente, las cuales en España el 1er. trimestre de
2018 son 22,6 millones. De ellas, 18,8 millones de personas son ocupadas, las
que trabajan, y lo hacen porque voluntariamente han logrado acuerdos con
quienes les contratan, los empresarios.
Estos 18,8 millones de personas
trabajadoras y las empresas y empresarios conforman el conjunto de personas con
protagonismo activo y ocupado en nuestro tejido productivo español, la
población ocupada. Por otro lado, casi 3,8 millones de personas son
desempleadas, la población parada, que alcanza una tasa de paro del 16,7%,
recordemos para ponderarla, con cierta alegría presente, que en 2011 alcanzamos
la cifra crítica de 5,3 millones de parados y una tasa de paro del 26'9%. Hemos
mejorado sin duda pero aún el paro es muy alto respecto a nuestro entorno
económico. Estas personas desempleadas lo son ya que a los salarios vigentes
querrían trabajar y no consiguen trabajo. Esta es la aproximación real y
palpable al mercado laboral español sin ingenuidades, ni buenismos
voluntaristas. Realidad objetiva que en el 1er. trimestre de 2018 alcanzaba una
tasa de actividad del 58,4%; esto es el porcentaje de personas mayores de 16
años que quieren trabajar, que son los mencionados 22'6 millones de personas.
Consecuentemente, 16,1 millones de personas son voluntariamente inactivos, la
población inactiva (personas mayores de 16 años que no quieren, por diversos
motivos, trabajar a los salarios vigentes: estudiantes, trabajo doméstico no
remunerado, jubilados, personas que no quieren trabajar porque el salario
vigente no les compensa suficientemente, discapacitados inactivos,....).
Obviamente, los menores de 16 años no entran en el mercado laboral. Los pasivos
o jubilados, pensionistas, ya han salido del mercado. Si bien las cotizaciones
vigentes son vitales para la mejor cobertura financiera de las pensiones
vigentes requeridas y todo ello en un contexto de demográfico comprometido o
condicionado por el envejecimiento poblacional.
La opinión generalizada entre los
jóvenes cuando se les pregunta en clase, en la universidad, al respecto es la
de la precariedad, la del predominio de los mileuristas y que poco menos
que los salarios rondan el salario mínimo interprofesional. ¡Yo me quedo
perplejo por su perplejidad!, o más bien por su sana ingenuidad. Pues les
pregunto a mis alumnos, ¿de verdad que estáis aquí estudiando en la
universidad con tal expectativa futura, la de un salario mínimo
interprofesional? Y les digo. No me lo creo. Y para que lo pongan a prueba, les
propongo que lo contrasten directamente con una aproximación al problema. Así,
hacemos una práctica pidiéndoles que en una hoja de cálculo excel 1) apunten en
una columna los nombres de los familiares que trabajen, 2) los llamen,
encuesten y pregunten su salario bruto que colocan en la columna siguiente y 3)
que calculen la media aritmética para ver qué salario medio les sale en su
muestra. Cuando esto se hace en media para el mercado laboral español
conformado por los 22,6 millones de activos y los 18, 8 millones de ocupados
sale un salario medio sobre 2000¤ mensuales, aproximadamente 24.000¤ anuales. Y
si tal cálculo se hace en términos de costes salariales, sumándole las
cotizaciones a la seguridad social con cargo a las empresas y otros costes
laborales los importes en media alcanzan los 2.668,8¤ mes, sobre 32.000¤
anuales en el 4° trimestre de 2017. Así es. Así sale la foto. Véanse los
gráficos adjuntos de J. Sevillano y "Los
costes laborales cerraron el 2017 con un aumento del 0,7%".html https://www.elperiodico.com/es/economia/20180316/costes-laborales-crecen-2017-669404 Tras alongarme a ver los datos laborales me
pregunto ¿La impresión generalizada en los medios y en la gente cuando
opina sobre el mercado laboral capta la aproximación real y palpable de los
datos anteriormente expuestos, los que son? Pues no. (Continúa próximo
artículo)
Las reivindicaciones son las que
son. ¿Pero el punto es saber si son factibles o no? ¿si son sostenibles o no?
Los sindicatos y los políticos promueven las reivindicaciones y excitan
sus promesas, ¿pero lo hacen con tino o sin tino? Escuchamos en las calles y en
las manifestaciones: ¡mayores salarios, más empleo, más pensiones! Y esto al
margen de incrementos de productividad y con crisis demográfica, pirámides de
edad invertida. ¿Cómo lo harán? ¿Cómo pretenden conseguirlo? Sin incrementos de
productividad y de compraventas es una pretensión infundamentada, es un
malabarismo peligroso porque, creo, lo hacen los sindicatos y políticos,
desorientadamente, sin norte, los sindicatos "piensan" en los
ocupados fijos ("insiders") cuyos representantes están en las mesas
de negociación y olvidan, en primer lugar, a los eventuales o interinos
("outsiders"); a los parados ni se les espera, no se les toma
en cuenta en las mesas de negociación de los convenios
colectivos (ni sectoriales, ni de empresas) en las negociaciones
reivindicativas al alza salarial pues van muy de la mano de rigideces a la
baja. Criterios, manos y mentes movidas por voluntarismo que niegan la
importancia y relevancia de la correcta flexibilidad en los mercados
laborales, de la eficiencia competitiva, de la producción, de la productividad
y de las ventas. Los parados son "como un convidado de piedra" cuando
se apela contumazmente a la defensa de las rigideces a la baja, tanto
salariales como estructurales. En España los sindicatos "usan" a los
parados como "ruido". ¿Se deberían los sindicatos ocupar y preocupar
por ellos? ¿Por los actuales 3,8 millones de parados? Sí sin duda. Deberían
querer minimizarlos, reducirlos al máximo. ¡No por solidaridad, no! Sino
porque les conviene. Pues los parados no son clientes de los sindicatos, estos
son los ocupados y más concretamente sus afiliados ocupados, estos son los que
les pagan las cuotas.
¡Sí, así es el pantanoso terreno
que se pisa en las reivindicaciones y en las promesas de los políticos! Es como
"una locura" peligrosa y no como "la locura" infantil
y puntual en vísperas del cinco de enero! Días de las cartas a los RR.MM. Tal "locura", tal pretensión de
anhelo de rigidez de los sindicatos y de los políticos, la han practicado en el
mercado de trabajo español casi permanentemente, sorprendería a muchos estudiar
dónde surgieron sus fuentes, aquí no entro. Sólo se ha salido del guión cuando
han visto que 'pintan calvas' en el desasosiego de las fuertes crisis plasmadas
en cierres de empresas por no vender. Ahí se han avenido a la
flexibilidad aunque nieguen en sus gritos bondad alguna en la reforma laboral
implementada en España. La reforma laboral ha sido y es crucial. En el mundo
adulto, en el análisis económico y con los datos en la mano, se sabe que sólo
es factible reducir el paro si: 1) se vende más y se produce más, pues la
contratación laboral depende de las ventas. 2) si bajan los salarios reclamados
superiores a los de equilibrio o 3) subiendo salarios y empleo de la mano de
mayor productividad, innovaciones tecnológicas, competitividad, ventas y
compras. No aceptarlo es insulso e insostenible, ¡No factible!
¡imposible¡. Otras recetas intervencionistas redundan en más paro. ¡Basta de
tanta ingenuidad o hipocresía! En el mundo de las negociaciones laborales
rígidas, los parados están descolgados. Al parado se le integra con
competitividad, productividad, tecnología, ventas que son compras y viceversa,
acumulación de capital, ahorro, inversión, actividad económica, confianza y
empleo.
De no generarse estos encadenamientos lo que se logra es menor
empleo, más paro y, consecuentemente, mayor probabilidad de quedar parados los
hasta hoy ocupados. También a los pensionistas y a las pensiones con ello, sólo
así, con el permiso demográfico, se les estarían mayormente garantizando sus
cobros por las propias cotizaciones y por el menor paro. La flexibilidad
laboral, el crecimiento de productividad, de la producción y de las ventas es
el camino. No hay otro camino que lo haga factible y sostenible y este
camino necesita y pasa por la generación de cofinanza y por su cuidado. Las
tensiones que el UNO DE MAYO se plasman y que están en prensa y medios son
sueños, pretensiones, deseos. Es verdad, y lo dije al comienzo: ¡Claro está que todos los trabajadores deseamos que nos
suban los salarios. Eso es obvio! Es verdad que los sindicatos y los
trabajadores activos, ocupados y parados, bien hacen/mos en tener su/nuestro
día, pero no más, por el bien de todos. Sobre todo por el bien de las personas
hasta hoy paradas, pero atención, también por el bien de los ocupados, para que
puedan ver mañana reducidas las probabilidades de quedar parados y quizás ver
subir sus salarios por los incrementos de las productividades y de las ventas
en contextos más flexibles tanto en los mercados laborales, como de bienes,
como de activos financieros, capitales y divisas. Probabilidades de paro que
crecen con las rigideces y se reducen con la flexibilidad. Hay mucha gente que
le disgusta escuchar esto. Concretamente, a los que somos ocupados fijos.
Pero
no me importa, prefiero decirlo y advertirlo a mascar mayores tasas de paro y
asumir tanto coste y endeudamiento excesivo limitante de recursos escasos
futuros, consecuencia de dispendios buenistas e intervencionistas presentes. Y
destaco que también corregir este fruto de la inflexibilidad irá bien a
los propios sindicatos al lograr más afiliados, por mayor empleo, de manera que
los sindicatos puedan centrarse y reorientar sus reivindicaciones de mano
del empleo, de los salarios y sobre todo de las respectivas
productividades y de la competitividad traducida en ventas e ingresos en
las empresas. Que, en suma, es lo que redunda y nos nutre por la vía de
la producción real, factible y sostenible, y por la correcta vía de la
redistribución fiscal no desincentivadora, Haciéndose preciso el control
externo e interno por el peligro de una desmedida dependencia respecto del
sector público, su intervencionismo y por la sobredimensión del mismo
sector público español generador, según quien gobierne, de diversos grados de
excesos de endeudamiento, de ineficiencia, de prebendas y despilfarro de
recursos existentes en la gestión financiera de 1) los políticos y 2) de los
sindicatos y de las patronales, tremendamente dependientes de las decisiones
políticas. De todo ello pende el tejido productivo, los trabajadores y las
empresas, y, consecuentemente, la magnitud del paro. ¡Ánimo y a Servir!