Es
claro que el saldo neto en la aportación material de La Iglesia a la Sociedad
es muy positivo (Véase links abajo) ¡De la aportación inmaterial (espiritual )
no digamos! De esta nadie habla, casi ni propios, ni extraños. Occidente entero
es deudor de la tradición judeo-cristiana y greco-romana tanto en lo material
como en lo espiritual. El gran problema es cómo y cuántos desde nuestro
occidente han o hemos desertado de estos valores cristianos. Resulta que ahora
la cosa se presenta desde “las nuevas izquierdas” como una pugna entre la sociedad
civil solo representada por el Estado (sector público) y la Iglesia "como
institución con poder fáctico". Y en la escenificación de la pugna
envuelven el servicio dado por La Iglesia en la nada y recargan sus
"cañones" en el coste de las transferencias públicas concedidas a La
Iglesia. De manera que vituperan a la Iglesia al mostrarla falsamente,
engañosamente, como deudora. La verdad es que es tremendamente acreedora en lo
material y en lo espiritual. Esta izquierda, por ignorancia o por clara
intención, pretenden envolver la injusticia de una mentira mediante una norma
que legitime la decisión de no ayudar desde lo público a La Iglesia. Esto es lo
que buscan. Persiguen su tesis de seguir desalmando a las gentes que en sus
(nuestras) debilidades occidentales de nuevo cuño van (vamos) desertando.
No
obstante, llamo la atención acerca de algo que dicen estos comunicadores del
link que hay que matizar, creo, por el bien de la verdad. ¿Quién
realmente en lo material paga esto? ¿El Estado le paga a la Iglesia? ¿La Iglesia
y sus servicios los cobra la propia Iglesia? Pues no exactamente. Esto al
final quien lo paga somos nosotros y es un bien
de mérito porque el beneficio social de toda su tarea es mucho mayor que el
beneficio particular de los propios cristianos. ¿Quiénes lo pagan? El sector
privado, familias y empresas por la vía tributaria o por la vía evangélica de
la solidaridad humana y cristiana. Esto es así y cuánto le escuece a muchos en la
izquierda esta genuina generosidad. No la toleran. Quieren suprimirla, taparla.
Quieren ser ellos los que gestionen la solidaridad, planificarla, encauzarla y
patrimonializarla hacia sus fines que pueden no ser los de la sociedad civil, ni tampoco son los de La Iglesia; insisto, a
ello aspiran. Por esto, entre otras cosas, muchos persiguen a La Iglesia, pero
sobre todo porque almarse, almarnos, muchos no lo toleran. Quieren "la
tutela" de las gentes que según cuentan, desde su ignorancia histórica, el
Renacimiento, la Ilustración y el Iluminismo "negaba" a La Iglesia
despidiéndose de la maravillosa y necesaria Edad Media, por ellos y por tantos
motejada "oscura". La cosa es que no se quedan en el logro de la
emancipación que tanto proclamó I. Kant, no. Ellos aspiran a tutelar, a
manejar, a planificar, al "quítate tú para ponerme yo". Así
funcionan y han funcionado.
El reciente intento doctrinario de implantación a
nivel estatal de la Educación para La Ciudadanía (EpC) que decayó en la pasada
legislatura y la actual estrategia de reproducirlo vía normativas autonómicas,
apoyándose en la ideología de género, lo refrendan. No dejan al otro ser. Ni a
La Iglesia, ni a las familias, ni a las gentes que no piense como ellos
políticamente. Su error está, así lo veo, en su difuso paradigma por pretender
descansar en lo difuso, no en lo diverso, no en la diversidad existente en la
unidad, por eso están muy enfrentados, en su desorientación, a lo católico. Se
agotan en el todo vale del relativismo, generan derechos espurios y gran
inseguridad jurídica. ¿Desorientación de servidores de su ideología? Sí. ¡Ojalá
se orienten! Centrándonos en el tema que
nos ocupa acerca de si La Iglesia es deudora o acreedora orientarse pasa, no te
olvides, ¡no nos olvidemos!, porque en lo material, todo esto, que se articula
y se sirve gracias al don inmenso de La Iglesia, lo acabamos pagando todos
nosotros, familias y empresas, la ciudadanía, el sector privado, vía
tributos, presión fiscal y/o endeudamiento o "limosnas". La Iglesia
en el lenguaje del análisis económico es un auténtico, inmenso y magnífico,
insisto, Bien de Mérito. Así lo veo. Genera
gran externalidad positiva. Esto a menudo les escuece a esta izquierda y a sus
populistas.
No quieren ni oír hablar de caridad, ni misericordia, ¡Anatema!,
"Tabú". ¡De eso nada! Ni hablar. Todo esto lo digo como economista
católico que advierte, también a Cáritas y a La misma Iglesia, para que los
precipicios y barranqueras se alejen y para resaltar lo importante a quienes en
lo material se apuntan tantos que marcamos todos y cada uno, porque todos somos
importantes e interdependientes. Aquí en
nuestra democracia, no sobra nadie, no debiera caber el descarte. Tampoco
ellos. ¡Jamás!. Confianza mutua ganada y cuidada. Eso es lo que hay que hacer,
no tanta pugna estéril, espuria y agotadora. "Al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios"; todo, así lo veo, es sostenido, D.m., por
cada uno y por el grado la confianza mutua lograda, ganada y cuidada.
Véanse:1)https://m.youtube.com/watch?v=ZQspdDCrqWU&itct=CBEQpDAYACITCPOw6avxhdMCFQhaFgodcikAFjIGcmVsbWZ1SLT7jKSf9MrbfA%3D%3D
2) https://youtu.be/-rik8GIHCoQ