Hay varias soflamas y panfletos que
corren al rebufo de la crisis ya desde 2011 por whatsapp e internet. En los que
detalladamente se indica qué es lo que deberían cobrar los señores diputados y
la eliminación de todo privilegio de los parlamentarios respecto al resto
de ciudadanos. Cuando uno se detiene a analizar estos escritos advierte que responden
a los intereses de alguien que desea articular el Parlamento desde fuera.
¿Desde la calle? ¿Desde su casa? ¿Desde la mía? ¿Desde la tuya? ¡Y colocarse o
colocarnos dicen apalancadamente y súbitamente por encima del Parlamento!
Ahora se dice "empoderarnos". ¿Suena bien, suena naif? ¡Ojalá me suban el
salario! ¡A mí y a todos! ¡Ojalá se acabe también el paro! ¡Ojalá no quiebren,
ni cierren las empresas públicas y/o privadas, ni el sector público que los
pague! Ojalá, ¿pero los recursos no eran escasos?
A mí esto del empoderamiento y la "democracia participativa y directa" me parece peligroso, suena terrible y sabe
a rancio, pues descansa sin sostén en un gran voluntarismo político sin
fundamentos económicos alguno.
Vuelvo al Parlamento, si quieren cambiar
sus reglas hay que ganarse estar dentro del Parlamento. Desde fuera yo nunca
legitimaría nada, ni mi propia elección, ni designación, ni mi salario. Hacerlo
es infligir una herida mortal a la Democracia y a la Economía Social de Mercado,
la Social y Democrática de Derecho que tenemos. La gestión de las iniciativas
populares ya está inventada y deben seguir los cauces de proporcionalidad
para excitar a los representantes electos. Hay mucho "loco autoabanderado" que
se arroga la representación de las gentes sin contar con las gentes y con
escaso fundamento, insisto. Yo a estos infundios no me presto, casi siempre son
ruido y esconden voluntades que no se aprecian en las banderas, ni ideas que el
autoconsiderado "líder de la calle" ondea.
Me dice un amigo, "¿pero
no te parece genial que se rijan los diputados con los mismos derechos que los
demás españoles y que no tengan tanto privilegio? Y continúa: ¡Nunca he oído
que quieran cambiar dichos privilegios, pero sí que hay que cambiar las pensiones
de los demás españoles!".
¡Quizá!, le respondí, ¡pero desde
dentro! Por otro lado, hay que cuidarse dentro y fuera de los desincentivos en
exceso igualitarios que generan mediocridad. La envidia y los recelos así como
los privilegios deben ser contenidos y gestionados por cada uno de los de
dentro y los de fuera. Esto no se impone sólo por una ley, el papel es lo
más humilde que hay, soporta todo. Si cada uno, dentro y fuera, no está "almado" (armado) en valores, sucumbe. Y tras cada error y caída concreta,
dentro y fuera, hay basura, corrupción concreta, no generalizada. Quizá desde
dentro en esta legislatura que por fín arranca sí se debieran ajustar ciertos
privilegios, pero sin aguar el estímulo, ni la diferencia para querer o aspirar
a entrar y para cumplir de la mejor forma con la función de diputados.