CAMINEO.INFO.- Aunque la moda sea pasajera, el interés por ella es permanente. Cada temporada se suceden presentaciones de colecciones en carpas gigantes donde los famosos aspiran a ver y ser vistos. La moda sigue siendo un gran espectáculo. Las pasarelas muestran una creatividad desbordante acompañada de música y efectos especiales. Pero no hay que dejarse engañar. El lenguaje de ciertas modas echa a veces por tierra los esfuerzos de las mujeres por ser consideradas como algo más que un cuerpo.
Es posible que muchas mujeres no sean conscientes del efecto que producen sus vestidos o que no sea esa su intención. Es posible que hoy se carezca de finura de oído y vista para no oír los comentarios ni percibir las miradas. Quizás el calor estival, las potentes calefacciones en invierno o la simple comodidad sean las razones que expliquen lo escueto de algunos atavíos, la transparencia de las telas, la adherencia de ciertas telas... En concreto este verano proliferan lo que podríamos llamar “el uniforme del verano”, unos minúsculos “shorts” que nos remite a algo más serio: Una sensibilidad pobre, una estética sin educar, una feminidad de caricatura y una ética que se desconoce.
Y aclaro. Sensibilidad no es sentimentalismo ni susceptibilidad. Es interesarse por los demás, sabiendo detectar lo que puede mover a la admiración limpia o sucia.
Sentido estético no es exquisitez ni lujo. No es ser esclava del buen gusto ni obsesionarse por la imagen. Sentido estético es más bien la elegancia de lo bello y el influjo positivo que puede ejercer sobre la vida humana.
Feminidad no es cursilería ni frivolidad. Tampoco es la imposición de nuestra persona por medio de la exhibición física, verbal o intelectual. Es entender su dignidad como persona creada a imagen de Dios, amando su singularidad como mujer.
Y la ética, como parte de la filosofía que trata de la moral, es descubrir el valor del pudor y el aprecio por la intimidad que abarca el conjunto de emociones, sentimientos y estados de ánimo que constituyen la vida afectiva de una persona.
También muchos hombres podrían colaborar activamente en reducir el número de “especies masculinas” que hacen mucho daño a la moda y a las mujeres. Son esos que exigen de las mujeres una presencia imposible de mantener. Los que olvidan que hasta las más guapas pierden su lozanía (sólo la física) con el pasar de los años. Otra especie nefasta es la que ha pasado del Otelo celoso al chulo respetable. Esos que contemplan complacientes y alientan la exhibición de los encantos más escondidos de su mujer o novia en público. Un objeto más para que los demás envidien y deseen.
Por todas estas razones, la moda no es cuestión sólo de los profesionales. Es una cuestión que se decide en la calle, que recibe el beneplácito no sólo de las mujeres sino también de muchos hombres.