Un antiguo alumno me escribe con referencia a los artículos de Teopolítica publicados en la web. Pregunta sobre la serie "No hay judío ni griego", "Los signos de los tiempos" e "Iglesia para la humanidad de 7000 millones de personas". Su pregunta es: "¿qué entiende ud. por pastoral sacramental tradicional?". Por su interés adjunto la respuesta rápida que le envié.
El Sacrosanto Concilio Vaticano II fue un concilio esencialmente pastoral, no dogmático. Por pastoral tradicional entendemos una pastoral sacramentalizadora, centrada fundamentalmente en el mantenimiento o conservación de la grey cristiana a través de la exclusiva dispensación de sacramentos. Esta pastoral estaba perfectamente adaptada a la sociedad de Antiguo Régimen, sociedad que ha desaparecido como tal en un proceso secularizador que se aceleró sobre todo en el siglo XVIII y que no tiene visos de aminorar, si acaso sólo aumentar.
De la cristiandad de Antiguo Régimen sólo quedan restos sociológicos, residualmente dispersos y sin fuerza histórica para evangelizar el mundo. Como compensación, Jacques Maritain propuso desde la década de 1930 un modelo teopolítico alternativo: la cristiandad de Nuevo Régimen, o "nueva cristiandad", pero también ha sido un inmenso fracaso porque no ha permitido cumplir con el mandato divino de "evangelizar a todas las gentes" sino que ha incrementado el proceso secularizador dentro y fuera de la Iglesia.
Esta "nueva cristiandad" originó dos corrientes principales y antagónicas: la "teología del desarrollo" y la "teología de la liberación". La primera tomó diversas formas como el liberalismo católico, el republicanismo cristiano, las democracias cristianas y fue adoptada por diversas realidades eclesiales desde los años 30 cuando evolucionaron apartándose del restauracionismo tipo Acción Francesa, el "catolicismo civil" de Maurras, el Carlismo, el "catolicismo rancio", etc. La segunda también se ha manifestado de diversas maneras, como sabrás, en Europa e hispanoamérica. La primera es una perversión derechista derivada de la primera generación de contra-revolucionarios franceses; la segunda es una desviación izquierdista surgida de la Revolución francesa. Son ideologías temporales que han tratado de controlar la sociedad civil y política, controlando previamente la sociedad eclesiástica. Lo cual es inadmisible para un católico dado que constituye un cesaropapimo encubierto. En el mejor de los casos son un aparato de "dogmas temporales" que ciertos sectores sociales pretenden colocar al mismo nivel que los "dogmas de fe" para interferir en la acción pastoral de la Iglesia que transmite estos mismos "dogmas de fe" dentro de la sociedad militante. Lo cual sigue siendo una injerencia en la disciplina eclesiástica, inadmisible para cualquier católico romano, que se precie de serlo.
El tradicionalismo ha reaccionado desde sus inicios contra esta nueva cristiandad (y con razón), atacando a diestra (teología del desarrollo) y a siniestra (teología liberacionista), pero lo ha hecho desde una aplicación anacrónica de esa Tradición, no ajustada a los nuevos tiempos con una pastoral eficaz. El tradicionalismo más moderado mantiene sus estructuras de antiguo régimen ad intra con una pastoral preconciliar, aunque ad extra, en su relación con el mundo, haya asumido el modus vivendi secular de la "nueva cristiandad". Por eso los tradicionalistas puros acusan a estos semi-tradicionalistas, o tradicionalistas relajados, como "neocons", "neotradis" o "pseudotradicionalistas".
El problema es que este "tradicionalismo neocon" salvaguarda muy poco de lo bueno (la pastoral tradicionalista vivida hacia dentro), para traer mucho malo (refuerza la secularización de las esferas económicas, políticas, empresariales, etc.). De modo que "la sal se vuelve sosa", perjudicial e inútil según la parábola evangélica: Mt 9, 16-17.
El Concilio Vaticano II ha sido una inspiración inmensa pues liberó a la Iglesia de estas aporías históricas surgidas en la caída del Antiguo Régimen. La renovación pastoral no es una pastoral de cristiandad (antigua o nueva), basada en la dispensación de sacramentos, sino una pastoral de comunidades, catecumenal y misionera, generadora desde la Tradición de una nueva civilización, que será un proceso secular de escala temporal amplia (3 ó 4 siglos).
Aquí cada uno debe discernir los signos de los tiempos, y yo personalmente veo que el Camino Neocatecumenal es una de las mejores expresiones de esa pastoral querida por el Concilio. Es un discernimiento "discente", claro, mas no "docente", de modo que no te compromete a ti, ni a nadie, pero sí que me obliga a mí gravemente en conciencia.
En este sentido suscribo por completo las palabras de Kiko Argüello en su entrevista a ZENIT con motivo del Sínodo para la Nueva Evangelización:
"Surgimos tras el Concilio Vaticano II para ayudar a la Iglesia y me siento contento de que esto se reconozca. Hemos querido introducir en la Iglesia un camino de fe, porque solo una fe adulta puede responder a las situaciones actuales de secularización que se dan en muchas partes del mundo. También ayer, durante los trabajos de los Círculos Menores del Sínodo, durante la quinta Congregación, uno de los relatores, monseñor Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid, habló del Camino Neocatecumental, y dijo estar convencido de que sea una de las respuestas, tras el Concilio, a los problemas de la Iglesia.
Esto no significa que queramos sustituir a la Iglesia o que seamos la única expresión eclesial y religiosa válida. Más bien somos solo servidores humildes que se ponen al servicio de la Iglesia, para ayudar a las personas a descubrir la belleza de ser cristianos. Porque es algo enorme: ser hijos de Dios, unidos, que se aman los unos a los otros. ¡Es fantástico de verdad!"
El futuro nadie lo conoce pero veo como designio divino hacer la voluntad de Dios entregándose al mundo a través de este Camino, en obediencia a sus iniciadores, que permitirá a Dios regenerar el mundo en cada generación hasta que Él vuelva.
De esta manera el mundo entrará también en la voluntad de Dios y la Iglesia quedará preservada de todos los errores históricos del tradicionalismo (puro o moderado) y de las tendencias secularizantes de la "nueva cristiandad".