CAMINEO.INFO.-
Es tan grande el acontecimiento que acabamos de contemplar que se nos
escapa. ¡Es tan entrañable, tan conmovedor lo que pasa en la pasión!: El Hijo
de Dios crucificado, muriendo en cruz. ¡Dios en la cruz!
No lo pillamos, yo el primero. Pillamos poco, entendemos poco, un 2, un 6,
un 16% de lo que significa, de lo que está pasando... Frente a la cruz nos
hemos de sentir pequeños, niños, pobres, que miran sin acabar de entender. Y
pedir la gracia: “que entienda
Señor, que tu pasión toque mi corazón”.
¡Decírselo muchas veces! ... No sólo un entender de la cabeza, sino también del
corazón.
Un punto del catecismo nos puede ayudar a entender la
pasión desde la cabeza y desde el corazón: una idea muy, muy potente:
478 Jesús, durante su vida, su
agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y
se ha entregado por cada uno de nosotros… Nos
ha amado a todos con un corazón humano”.
En la cruz Jesús nos conocía y nos amaba a todos y a cada uno. ¡Y por todos
y por cada uno se entregó!
¡¡Qué grande!! Si te lo crees te cambia la vida (¡¡a mejor!!)
Imagínate que estás en la playa, no sabes nadar demasiado, y unas
corrientes de agua se te llevan hacia
dentro, y un desconocido te salva, pero él finalmente muere ahogado.
¡¡Imagina el agradecimiento que sentirías!! ¡¡Ha dado la vida por ti!!
Jesús ha dado la vida por ti. ¡¡Lo ha hecho por mi!! ¡¡Por ti!!
Cristo no murió por una idea, ni por un rito, ni por unos mandamientos.
Murió por ti. Por mi. Por cada uno. Con nombre y
apellidos. Y esto nos transforma. Nos mueve. Nos interpela.
Jesús es la manifestación más clara del amor. Cuánto bien nos hace contemplar a Cristo
crucificado.
Cuánto bien nos hace contemplar un amor que es donación total. Esto es
amar: darse a los demás.
Cuánto bien nos hace contemplar un amor que no se ha buscado a él mismo ...
Cuánto bien nos hace contemplar el icono de lo qué es amar verdaderamente
...
Cuánto bien nos hace contemplar un amor que muere perdonando. Cuánto bien
...
A nosotros que nos cuesta amar de verdad, nos hace mucho bien contemplar a
Cristo crucificado.
En estos días digamos a Jesús: “dame
tu amor” “que pueda amar como tu amas”, “dame un poquito de tu amor y ya me
conformo ...”. ¡¡Jesús este amor que nos muestra no se lo quiere quedar
para él, sino todo lo contrario, quiere comunicarlo!!
Hoy es un día de contrastes. En la plaza: alegría, gozo,
fiesta. En el evangelio: abandono, soledad, pasión y muerte.
Un contraste muy fuerte, pero no es el único contraste:
También contrasta la autenticidad del relato que hemos
leído con nuestra vida tantas veces incoherente con nuestra fe.
También contrasta la entrega de Jesús para salvarnos a
cada uno de nosotros con nuestra acogida fría y poco comprometida de su
salvación.
También contrasta su amor verdadero hacia cada uno de
nosotros con nuestro vivir una religiosidad que nos lleva a cumplir con unos
actos de piedad, pero no a tener una relación personal con Jesús.
Todo esto se cura mirando la cruz, rezando frente la cruz.
Y qué nos dirá Jesús:
“Yo te miro con amor”
“Te conozco por tu nombre”
“Conozco toda tu historia”
“Todas tus heridas”
“Sé quien eres”
“Te hecho de menos”
“Llamo a la puerta de tu corazón”
“Quiero estar más cerca de ti”
“He venido a buscarte”
“Quiero hacer camino contigo”
“Te quiero sanar, levantarte, para que tengas vida y la
tengas en abundancia”
“No quiero que me des sólo una parte de tu corazón”
“Tu y yo necesitamos más silencio juntos”
“Déjame que sea cercano en tu vida, que te pueda mostrar
mi presencia, compasión y ternura”.
Abramos el corazón a Jesús ... hablemos con él.