CAMINEO.INFO.- El otro día hablaba con una persona a la que acompaño y
me decía ... “La Cuaresma es dura... La
conversión no es fácil. Las prácticas cuaresmales, ayuno, caridad y oración, no
son nada fáciles. Me da pereza la cuaresma...”. Le di la razón a su queja, La Cuaresma es dura. No podemos decir que sea un camino
fácil. La conversión no es fácil. Las mediaciones que la Iglesia nos propone
para la conversión, ayuno, oración y limosna, no son fáciles. Cuando te lo
tomas seriamente ves que no es fácil. Es muy fácil dejarse llevar por la
rutina, por aquello que hacemos siempre.
A partir de aquí yo
le hice dos reflexiones:
1. Es Jesús quien te llama a la conversión.
Jesús quiere tu bien. ¡No podemos desoir
la llamada de Jesús!
2. ¡¡Todo lo que vale la pena cuesta!! Ser buen padre,
vale la pena, cuesta. Ídem “estudiante”, “amigo”, “cristiano”.
Estos días la liturgia utiliza
mucho unas palabras que no están nada de moda, pero que a nosotros nos hacen
crecer, palabras como: “ayuno”, “penitencia”, mortificación”, “abstinencia”,
“privaciones voluntarias”. Nos interpelan porque no son palabras fáciles de
vivir... ¡¡Lo que vale la pena cuesta!!
Pero si vives estas
palabras durante la Cuaresma, si vives las prácticas cuaresmales que la Iglesia
nos propone, tendrás más vida en ti, vivirás más plenamente la fe, la
esperanza, y la caridad.
Por suerte, en el
segundo domingo de Cuaresma se nos presenta la escena de la transfiguración,
que nos recuerda con fuerza que el sentido de este camino cuaresmal y es que
nosotros quedemos también transfigurados, que seamos fuertemente divinizados,
que participemos de una manera nueva de la pascua de Cristo, que Cristo gracias
““a nuestro trabajo”” pueda pasar por nuestras vidas transformándolas...
La Cuaresma es
tiempo de plantar, para después poder recoger. Para el labrador, plantar es
duro: remover la tierra, estercolarla, plantar, regar, … pero esta dureza se ve
suavizada por la esperanza de los frutos que se obtendrán ...
Pues, también
nosotros en la Cuaresma plantamos con el “ayuno”, la “penitencia”, la
“mortificación”, “la abstinencia” y las “privaciones voluntarias”, para poder
recoger frutos en la Pascua.
Tengamos esta
perspectiva ... ¡¡lo que vale la pena cuesta!!
Nos jugamos avanzar
en el camino de la santidad, crecer como personas, parecernos más al amado,
vale mucho la pena ... tenerlo a Él más presente en nuestra vida ...
Este evangelio nos da la
clave para que todo esto sea posible. “Jesús cogió a Pedro, a Juan y a
Santiago, y subió a lo alto de la montaña, para orar”. El contexto de toda
la escena es la oración. La transfiguración sucede en un contexto de oración.
¡¡Es en la plegaria donde recibimos la luz, la fuerza, la motivación necesaria
para hacer este camino de la Cuaresma, camino de luz, camino de vida!!
Decía el Papa
Benedicto comentando esta escena en su
libro sobre Jesús de Nazaret: “El monte
como lugar de la subida, no sólo externa, sino sobre todo interior; el monte
como liberación del peso de la vida cotidiana, como un respirar el aire puro de
la creación y su belleza; el monte que me da altura interior y me hace intuir
al Creador”.
Cuando rezamos
entonces pasa lo que dice Pedro ... “Maestro, qué bien se está aquí”.
¡En el silencio, en la soledad, en la oración, estamos bien! En la oración estamos bien. Nos relajamos, nos encontramos
con nosotros, nos ponemos en su presencia, y sentimos su paz, su amor, su
presencia, su palabra … y recibimos sus
dones .
¡Es tan bonito
rezar! ¡Tan regenerador! ¡Tan transformador! Y cuando rezamos no hacemos otra
cosa que obedecer al Padre que hoy nos ha dicho “Éste es mi Hijo, el escogido,
escuchadle”.
No podemos desobedecer al Padre en un mandamiento tan
esencial: “Escuchadle”.
Escucharlo porque ha hablado, y lo que ha dicho lo tenemos en los evangelios, y
al leerlos Jesús nos habla a nosotros, no lo olvidemos nunca. ¡Es un milagro!
Su persona a través de su palabra nos habla. Por tanto, escucharlo porque ha
hablado, y escucharlo porque continúa hablando.
Hagamos que la oración se convierta en escucha ... pienso
que hablamos demasiado y escuchamos poco ... Dios nos ha dado dos oídos y una
boca. Quiere decir que hemos de escuchar el doble de lo que hablamos ...
Que esta eucaristía nos motive a rezar más, y a vivir las
prácticas cuaresmales... Amén.