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Domingo XXVIII Tiempo Ordinario

Sun, 09 Oct 2022 11:19:00
 

CAMINEO.INFO.-

La escena del evangelio de hoy es muy curiosa. “Diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos” de Jesús y le piden que se apiade de ellos. Jesús no se acerca a ellos, no los toca. Sólo les da una orden: “Id a presentaros a los sacerdotes”. La ley establecía que cuando habías quedado curado de la lepra, hacía falta que un sacerdote lo certificara. ¡Por tanto, sólo podías ir si estabas curado!

 

Jesús les ordena marchar, e indirectamente, confiar en que serán curados. Y los diez leprosos cuando se ponen en camino están haciendo un acto de fe, de confianza en las palabras de Jesús. Y como que hay esta fe, confianza, son curados.

 

Y este evangelio habría podido acabar aquí. Y sería una más de las diversas sanaciones de Jesús. Donde él para actuar pide la fe.

 

Pero, el evangelio continúa, y es aquí donde Jesús nos lanzará un mensaje interpelante. Sólo vuelve uno de los diez, y Jesús en tono de queja dice: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?”.

¿Por qué no han vuelto los nueve? Todos han quedado sanados, sólo vuelve uno. Los nueve no vuelven porque la sanación les era debida, la vida tenía una deuda con ellos. Muchos, nueve de cada diez, piensan que por el hecho de nacer nos deben una vida digna, sana, tener éxito, feliz, sin contrariedades. De aquí, muchas veces, nacen la queja enfermiza, la reclamación enfermiza, el victimismo enfermizo, la lamentación enfermiza.

 

Otros en cambio, uno de cada diez, atención a la proporción, se dan cuenta que no es la vida la que tiene una deuda con ellos, sino más bien, son ellos los que tienen una deuda con la vida, una deuda con Dios. Y descubrir esto les lleva al agradecimiento. ¡¡A ser personas agradecidas por todo!!

 

El evangelio de hoy nos invita a un éxodo continuo de la queja al agradecimiento. Nos invita a pasar de ser acreedores delante de Dios, a ser deudores.

 

Todo esto puede parecer un poco abstracto, pero hay una pregunta que lo hace aterrizar de golpe: ¿Somos más de quejarnos o de agradecer? Es una pregunta que nos sitúa. Si eres más de la queja quiere decir que todavía no has descubierto la vida como un don continuo de Dios. Si eres más de agradecer continúa por este camino, crece aún más en agradecimiento.

En otra parroquia fui a visitar a una persona enferma, mayor, que había estado en el hospital bastante grave, y el sacerdote, que ella pidió, vino a confesarla. Y él al empezar la confesión le pregunta: “Se siente pecadora?”. Y ella respondió: “No, lo que me siento es agradecida.”. Qué bonito… al final de la vida sentirnos agradecidos por tanto y tanto que hemos recibido...

 

Agradecidos a Dios Padre por enviarnos su hijo.

Agradecidos a Jesús por toda su vida, por morir por nosotros.

Agradecidos a Jesús por salvarnos, porque nos ha hecho criaturas nuevas.

Agradecidos al Espíritu Santo porque nos mueve, nos impulsa hacia Dios, hacia los hermanos...

 

Dejemos la vida espiritual y vamos a cosas más terrenales... ¿Agradecemos la salud, o sólo nos quejamos cuando la perdemos? ¿Agradecemos el día lluvioso y el día soleado? ¿Agradecemos vivir en un pueblo como Parets? ¿Agradecemos tener una misa con treinta niños o nos quejamos porque el lector no lo ha hecho demasiado bien?

 

¿Somos más de quejarnos o de agradecer? Es la pregunta que nos sitúa… llevarlo a la plegaria.

 

Hemos de ser agradecidos porque todo es un don. ¡Todo! Hasta las cruces se pueden convertir en don de Dios. Y la pena es que sólo uno de cada diez, se da cuenta de este milagro. El agradecimiento tendría que ser la actitud que brota en el corazón de un seguidor de Jesús.

 

El leproso vuelve atrás. Este “se volvió”, en el verbo en griego hace referencia a un cambio de camino, un cambio de orientación. Por tanto, habla de un cambio de vida. ¡Qué bonito! Quien vive la vida como un don, quien vive instalado en el agradecimiento, cambia de vida. Su vida es diferente.

 

La consciencia de haber estado bendecido, le ha llevado a cambiar de vida. El gran pecado del pueblo de Israel en los años que están en el desierto es olvidar los dones recibidos, no agradecer tantos dones recibidos por parte de Dios. Que no nos pase a nosotros.

 

Es espectacular pararse a pensar en todos los dones que hemos recibido de Dios, en todas las gracias que nos ha concedido, en todos los regalos que nos ha hecho... Os propongo en la oración hacer este ejercicio. Y esta consciencia de haber estado bendecidos nos llevará al cambio de vida.









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