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Domingo XXV Tiempo Ordinario

Sun, 18 Sep 2022 10:06:00

CAMINEO.INFO.-

Es éste un evangelio que tiene algunas expresiones curiosas, hasta pueden parecer poco evangélicas. Dos ideas nos ayudan a entender esta parábola:

 

1)   La alabanza del Señor al administrador no es una alabanza por la estafa que ha cometido, sinó una alabanza a su prudencia. Prudencia entendida como astucia, sagacidad.

 

Por tanto, las palabras de Jesús: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”. Son unas palabras donde Jesús nos pide actuar con más astucia. Los hombres del mundo tienen mucha creatividad y sagacidad para hacer el mal y en cambio los hijos de la luz muchas veces nos falta picardía, astucia, sagacidad en las cosas de Dios.

 

Ejemplos: Para que los nietos se apunten a catequesis hace falta un poco de astucia, para que los hijos vayan a misa, hace falta un poco de astucia. Para que dos hermanos se reconcilien, hace falta un poco de astucia. Para evangelizar al compañero de trabajo hace falta un poco de astucia.

Por tanto, Jesús no alaba la corrupción, Jesús alaba la sagacidad y la astucia. ¡¡¡Pidámosla!!! Nos falta ...

 

2)  La otra idea que nos ayuda a entender esta parábola es ¿de qué nos está hablando Jesús?, porque si entendemos el tema del que nos habla, podremos entender mejor las frases concretas de este evangelio.

 

Jesús nos está hablando de un tema capital y muy reiterativo en sus exhortaciones: el tema de las riquezas. Y hoy lo hace bajo la perspectiva de que no somos amos de las riquezas sinó administradores (nueve veces aparece la palabra “administradores” o derivados de la palabra).

 

Para centrar el tema, Jesús empieza la parábola diciendo: “Un hombre rico tenía un administrador. Lo llamó y le dijo: Dame cuenta de tu administración”.  Esta expresión “dame cuenta de tu administración”,  nos ilumina que no somos propietarios de los bienes, sinó administradores y nos pedirán cuentas de cómo hemos realizado esta administración.

 

Hemos de crecer en esta conciencia de que somos administradores de unos bienes y esta conciencia nos llevará, nos debe llevar, a reflexionar sobre cómo administro los bienes que Dios me ha concedido.

Es muy fácil , hoy en día, caer en un equivocado sentido de la propiedad privada. Uno puede pensar erróneamente: “esto es mío y hago lo que quiero”. ¡Mentira! Dios te ha dado unos bienes, tú eres administrador, no propietario y tú debes administrarlos siguiendo los criterios del Evangelio de la Doctrina Social de la Iglesia.

 

En el nivel natural  “las cosas son mías, hago lo que quiero”; en el nivel espiritual, “Dios me da unos bienes, ¿para qué? ¿qué quiere que haga con ellos? Qué diferente es nuestra vida de los que no tienen el don de la fe.

 

En esta administración de nuestros bienes hemos de mirar, considerar, reflexionar, rezar, qué papel tienen los pobres, los necesitados. Por esto la primera lectura habla de ellos.

 

La frase va también en esta línea... “Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”. Expliquemos las expresiones: “Ganaos amigos (= los pobres), dinero de iniquidad (= riquezas materiales), cuando os falte (= muerte), moradas eternas (= la casa del pobre es el cielo). Yo pienso que nos está diciendo: “administra bien tus bienes, porque cuando mueras sean los pobres quien te abramos las puertas del cielo”.

Algunas frases que nos empujan a administrar mejor  nuestros bienes: San Juan: “El que tuviere bienes de este mundo y, viendo a su hermano tener necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo la caridad de Dios permanece en él?” (1 Jn 3, 17). Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes, en su nº. 69, recoge aquella frase de los Santos Padres: “alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas”.

 

Última idea: es muy curioso el lazo que establece entre los bienes materiales y los espirituales. Dice Jesús: “El que es fiel en lo poco (bienes materiales), también en lo mucho es fiel (bienes espirituales)”. “Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta (riquezas materiales), ¿quién os confiará la verdadera?

 

Ligadura clarísima; administra bien los bienes materiales para poder recibir los bienes espirituales. En otras palabras… si tienes el corazón puesto en las cosas materiales (eres propietario, no te sientes administrador) no podrás recibir las cosas celestiales, espirituales. Muy curioso...

 

Desde esta perspectiva a la pregunta ¿por qué recibo tan pocos bienes espirituales de Dios, por qué hay tan poca consolación espiritual en mi vida? Una posible respuesta sería “porque no eres fiel en la administración de las riquezas engañosas”, no eres un buen administrador de los bienes materiales.

 

Resumiendo: dos palabras: “astucia”, “administradores” y una frase: “No podéis servir a Dios y al dinero”.

 






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