CAMINEO.INFO.- Cada
vez estoy más y más convencido que el corazón del hombre está muy bien hecho. Dios
ha diseñado muy bien nuestro corazón. ¡¡Estamos tan, tan, bien hechos!! ¡Nuestro
corazón está tan bien hecho!
Hay
cosas que lo llenan, le dan gozo, alegría, lo hacen feliz, y hay otras que lo agobian,
le quitan paz, lo hacen infeliz. Y esto le pasa a todo el mundo. Creas o no en
Dios, él ha hecho tu corazón. Vayas o no vayas a misa, él ha hecho tu corazón.
Todos
tenemos el mismo corazón: lo llenan unas cosas, y lo agobian otras. Dios ha puesto
en nosotros el mismo corazón.
¿Y
quién nos revela este corazón? Jesús.
¿Y
quién nos interpreta el sentido profundo de nuestro corazón? Jesús.
¿Y
quién nos dice cómo es nuestro corazón? Jesús.
Es lo
que hoy hace Jesús en el evangelio:
revelarnos aquello que llena y aquello que no llena el corazón del hombre. Y es
también lo que hace San Pablo en la segunda lectura.
Recuerdo
en un película, un diálogo entre un padre y un hijo. Y el hijo le dice al padre:
“Esto era antes, ahora las cosas han
cambiado mucho”. Y el padre responde:
“Las modas cambian, pero las personas no”. Qué buena es la intuición. Muchas cosas cambian,
pero la persona, el corazón de la persona, no lo hace. Aquello que lo llenaba hace
cien años, es aquello que lo llena ahora.
Hace
tiempo tuve una interesante conversación con una chica jovencita. Venía con
inquietudes y con ganas de hacer preguntas, y en un momento de la conversación yo
le digo: “tú, seguro después de tener relaciones
con los chicos te sientes fatal, y cada vez esperas que será diferente y cada vez
te sientes mal, y quizás, presumes ante tus amigas, pero te sientes utilizada, y
que al otro no le importas nada. En parte, por esto estás aquí, porque intuyes
que ha de haber alguna cosa más”. Se quedó muy sorprendida y me dice: “¿Y tú,
todo esto cómo lo sabes?”. “Porque tu corazón está muy bien hecho. Y lo que haces
no puede dejarte bien, contenta, alegre. Y también lo sé porque no eres la
primera chica que me explica que siente cuando tiene relaciones”.
Hace
años... un libro “Donde el corazón te lleve”, Susana Tamaro. La intuición que hay
detrás es ésta: el corazón del hombre está muy bien hecho, ve donde te lleve el
corazón.
En el
evangelio de hoy, Jesús nos dice que hay en nosotros un tendencia muy fuerte a
desear llenarnos de cosas materiales, pero estos bienes materiales no nos dan
la vida. “Y dijo a la gente: - “Mirad:
guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no
depende de sus bienes”.
Las
cosas materiales no dan la vida. Las apariencias, los likes, el postureo, un cuerpo
musculoso, no dan la vida.
Al
final dice Jesús: “Así será el que amasa
riquezas para sí y no es rico ante Dios”.
Reunir
tesoros para uno mismo, no da vida.
Jesús
hace muchas advertencias sobre las riquezas, porque esta tendencia materialista
es muy fuerte en nosotros. ¿Cómo vivo yo esta tendencia? Pregunta para la oración
personal.
Si
contemplamos la vida de Jesucristo vemos que
vivió plenamente estas palabras. No hay ningún gesto o palabra de Jesús
que nos hable de un deseo suyo de poseer riquezas. Jesús vive un desprendimiento
total de las riquezas.
San
Pablo en la segunda lectura expresa de manera inigualable qué es aquello que llena
el corazón del hombre.
. “Vuestra vida está con Cristo escondida en
Dios”. Vuestra vida, mi vida, está escondida en Dios. Nuestra vida está escondida
en Cristo. La mejor versión de tu vida está escondida en Cristo. Te has de encontrar
con él para descubrirla, para vivirla. ¡Él es quien llenará tu corazón!
. “Cuando aparezca Cristo, vida nuestra…”.
Cristo es nuestra vida. Si estáis aquí es
porque habéis hecho este descubrimiento: ¡Cristo es vida! ¡Qué alegría! ...
Cada vez más unidos a él... qué bien... ¡Él es quien llenará tu corazón!
. La
última frase, es de la misma carta, pero, la leímos domingo pasado: “Dios os dio vida en él”. Repetir...
Comentarla es casi, casi, empeorarla. ¡Él es quien llenará tu corazón!
Hagamos
ahora un breve silencio y pidamos a Jesús que nos muestre como puede hacerse más
presente en nuestro corazón...“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No
endurezcáis vuestro corazón”.