CAMINEO.INFO.- En la novela Quo
vadis, un pagano pregunta al apóstol San Pedro, recién llegado a Roma:
"Atenas nos ha dado la sabiduría. Roma, el poder. Vuestra religión,
¿qué nos ofrece?". Y Pedro le responde: ¡el amor!
¡Que bonito!,
¡que sublime!, ¡que antropológico! Nuestra religión es la del amor a Dios y a
los demás… Amor verdadero a Dios y amor verdadero a los demás…
Hoy Jesús nos hace un resumen perfecto de la
vida cristiana: amar a Dios y al prójimo. Toda la vida cristiana apunta hacia
este objetivo. Todo lo que hacemos, directa o indirectamente, camina hacia este
objetivo, o tendría que apuntar. Esto es la conversión, que todo lo que hagamos
sea para amar a Dios o al prójimo.
Sabéis que he estado esta semana de
campamentos. Han ido muy bien. Es una alegría ver niños felices. Felices porque
se sienten amados. Puedes hacer cosas muy espectaculares, pero si el niño no se
siente amado, no disfrutará. El amor hace nuevas todas las cosas. Nos hace
también a nosotros nuevos, nos hace felices. En los campamentos hay mucho amor.
El objetivo de los campamentos también es
que los niños amen Dios y el prójimo.
Lema de los campamentos era “Amigos de Jesús”. A partir de la
experiencia de ser amigos entre los niños, a partir de aprender a ser buenos
amigos, mirar de ser amigos de Jesús.
La oración de cada mañana, las dinámicas
catequéticas que hacíamos cada día por la tarde, las reuniones para comentar
las dinámicas, la noche de la adoración, buscaban este objetivo ser buen amigo
de tus amigos y de Jesús.
Hemos plantado muchas semillas. Ahora
confiar que Dios irá haciendo crecer.
Pasemos al evangelio, a la parábola,
quisiera destacar una cosa que me parece muy potente: La Ley de Dios dice: “Y
al prójimo como a ti mismo”. Y el maestro de la Ley pregunta a Jesús: “¿Y
quién es mi prójimo?”. ¿Quién es
el prójimo? La pregunta es genial y la respuesta de Jesús es sublime, y
profundamente interpeladora.
Según la parábola el otro a quien tengo
que amar no es el que está cerca, sino el que me necesita. ¡Esto implica un
cambio de visión! ¡Conversión!
Toda persona por el hecho de ser persona
está llamada a amar a los hijos, a los nietos, y sobrinos, pero nosotros los
cristianos a esto le añadimos que hemos de amar a quien nos necesita .
Esto es muy interpelador. ¿Quizás
nosotros nos conformamos en amar sólo a los nuestros? ¿No tendremos, quizás,
una visión muy reductiva de a quien hemos de amar?
El otro, según Jesús, ya no es el que
forma parte de tu familia, de tu clan,
de tu religión, de tu club de amigos. El otro es el que te necesita.
El otro es el refugiado ucraniano, a
favor de los cuales hoy hacemos la colecta.
El otro es el vecino que está solo.
El otro es el parado, el inmigrante, sea
de donde sea.
El otro es el familiar que pasa un mal
momento.
El otro es el que te necesita.
Hace falta que pensemos y recemos...
¿quién me necesita?, ¿quién es este otro que me necesita?
La segunda mañana de los campamentos, en
la oración de la mañana, yo decía a los niños comentando la frase “Ama a los
enemigos”. “Vosotros no tenéis enemigos.
Vuestros enemigos serían los que no os caen bien. Yo entiendo que haya personas
que no te caen bien, pero los cristianos no nos guiamos por lo que sentimos,
sino por aquello que Jesús nos enseña. Y Jesús nos enseña a amar a todos.
(¡Dos–tres veces repetí esta idea, me parece muy importante!). Puedes sentir lo que quieras, pero de cara
al otro lo has de amar, ser amable, cariñoso, hacerle favores. No te dejes
llevar por lo que sientes, etc.
Decía el Papa Francisco en Lampedusa: “La
cultura del bienestar nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace
insensibles a las quejas de los demás, nos hace vivir en burbujas de jabón, que
son bonitas, pero no son nada, son el espejismo de la futilidad, de lo
provisional, que lleva a la indiferencia hacia los demás, es más, lleva a la
globalización de la indiferencia.”
Hay mucha indiferencia en nuestro mundo.
Amor a quien nos necesita es el antídoto, es la vacuna.
“Anda haz tú lo mismo”.