Dios, la Santísima Trinidad, éste es un gran tema. Un
tema crucial a día de hoy. Vivimos en un tiempo que la cuestión de Dios se ha
olvidado, se ha obviado, no se tiene presente. Y esta solemnidad nos recuerda
la importancia de la cuestión. Celebramos hoy el misterio de la Santísima
Trinidad para que este misterio tenga más presencia, más repercusiones en
nuestra vida, y lo hagamos más presente en la vida de los demás...
Quisiera empezar hablando de imágenes equivocadas que podemos
tener de Dios, y que mucha gente de nuestro entorno tiene:
Dios policía: Dios siempre vigilante, mirando que no me
salte ningún mandamiento. Pasando factura de todo aquello que hago mal. “Si
haces esto Dios te castigará”.
Dios aspirina: Pienso en la aspirina cuando tengo dolor
de cabeza. Pienso en Dios cuando tengo un problema. Me soluciona el problema,
me olvido de él. No me soluciona el problema, lo tiro, no sirve para lo que
quiero. Que Dios sea como un recurso mágico para solucionar problemas, es muy
triste.
Dios abuelo bonachón, para algunos Dios es como un abuelo
bonachón, todo lo que hago ya le está bien. Le es igual que malgaste mi vida.
Total, al final todos se salvan.
Dios folclórico de las fiestas, sólo invitamos a Dios en
las grandes fiestas de nuestra vida: nacimiento, comunión, boda, muerte.
Dios sin imagen, hoy en día estamos tan mal que ya ni
pensamos en Dios, el tema de Dios es irrelevante, estamos tan ocupados con las
pantallitas, y la apariencia, que no nos queda tiempo para pensar.
Éstas son imágenes equivocadas de Dios, ¿pero, cuál es la
verdadera imagen de Dios? ¿Qué imagen nos da Dios de sí mismo?... Jesucristo...
Él es el rostro de Dios. Él es Dios. “Quien me ha visto a mí, ha visto al
Padre”.
¡En Jesucristo se da la revelación plena de Dios! ¡¡Dios
se ha revelado, hermanos, clara y palpablemente!!
Confrontemos nuestras imágenes equivocadas de Dios con
Jesucristo, la imagen que Dios da de sí mismo:
Dios policía: Jesús no va por aquí, parábola hijo
pródigo. Dios aspirina: Jesús no es un
solucionador de problemas. Dios
abuelo bonachón: Jesús hace advertimientos de condenación. Dios folclórico de
las fiestas, su pretensión es mucho mayor, quiere estar “cada día con
nosotros”. Dios sin imagen, todo lo contrario, Dios que se encarna, y se hace
uno de nosotros.
Las tres lecturas de hoy nos presentan una misma idea:
Dios que se revela.
Dios que se revela en la creación… (primera lectura).
Dios que se revela en el hombre, hecho a imagen y...
(salmo).
Jesucristo revelación plena de Dios (segunda lectura).
Y el Espíritu Santo que nos va guiando hacia la verdad
(evangelio).
¡Cuánto esfuerzo que ha puesto Dios en revelarse!
¡Cuánto tiempo, siglos, cuánta dedicación!
¡Con qué claridad y perfección lo ha hecho! Enviando a su
Hijo.
Para que algunos digan después: “algo tiene que haber...”. Qué nervioso me pone esta expresión
“algo...” Tanto esfuerzo de Dios para revelarse, para comunicarse, para que un
cristiano acabe diciendo: “algo tiene que haber”. ¡¡Si Dios es revelación, es
comunicación!!
Pienso que esta
determinación reveladora de Dios es un argumento evangelizador muy contundente:
“pero no sabes que Dios se ha revelado”
“que Dios a lo largo de siglos y siglos
se ha ido revelando progresivamente, hasta llegar a la plenitud reveladora en
Jesucristo”.
Pienso que esta Solemnidad de la Santísima Trinidad nos
anima a proponer con toda la cara del mundo: “¿y tú el tema de Dios, qué? ¿Has
pensado en el tema? ¿Te has parado a
pensar? Nos lo jugamos todo, imagino que sí, que debes pensarlo un poco. ¿Sabes
que Dios se ha revelado? ¿Sabes que Dios se nos ha comunicado?”.
Una gran herida que hay en el hombre hoy en día es la
herida de la ignorancia. No sabemos nada de Dios. Ignoramos que Dios se ha
revelado. Hagamos pensar un poco a la gente… ¡¡que esto no ha hecho nunca daño
a nadie!! Mira se ha muerto por pensar en Dios... No, no creo que pase...