CAMINEO.INFO.-
Queridos hermanos y
hermanas,
¡¡Qué evangelio!!
¡¡Uuuuaaaauuuuu!! ¡Nunca nadie no ha hablado de esta manera! Son palabras que
iluminan y son una llamada fuerte y clara a avanzar por el camino del
bien.
“Amad a vuestros
enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y
orad por los que os calumnian”.
Seamos sinceros...
por dentro pensamos... esto es imposible.
¿Qué hacemos
habitualmente cuando alguien nos ofende o nos insulta o habla mal de nosotros?
Pagamos con la misma moneda. En cambio, la propuesta de Jesús: Te ofenden,
rezas por él. Te maldice, te insulta; tú lo bendices, hablas bien de él. No te
aman, tú le haces el bien. Es tu enemigo, tú lo amas.
Uuuuuaaaauuuu, ¡¡qué
propuesta!!
¿Jesús nos puede
pedir cosas imposibles? ¡¡No!!
Miremos en nuestro
corazón y vemos que está muy lejos de poder vivir todo esto... muy lejos...
Situación extraña:
por un lado, Jesús no nos pide cosas imposibles, por otro lado, comprendemos
nuestra pequeñez para amar de esta manera... ¿Cómo lo solucionamos? La
respuesta es Jesús. ¿Jesús podía amar de aquella manera? Sí...
Por tanto, ¡¡Jesús
podría comunicar-me su fuerza para amar!! ¡¡Si el amor de Jesús entra en mi
corazón podré amar como él!!
¡¡Jesús ama buenos y
malos, si el amor de Dios entra en mi corazón, yo amaré como él! Ser cristiano
no es ser bueno. Ser cristiano es una transformación total de nuestras
personas, porque somos habitados por Jesús, por el Espíritu Santo.
No olvidemos una cosa
muy importante: ¡¡Cuanto más amo más feliz soy!! “será mucha vuestra recompensa
pues seréis hijos del Altísimo”.
¿Qué puedo hacer para
que el amor de Jesús, su fuerza para amar entre en mi corazón? Oración,
eucaristía, palabra de Dios (=¡performativa!).
Estas propuestas de
Jesús están relacionadas con lo que dice al final: “Sed misericordiosos…, no
juzguéis…, no condenéis…, dad...”. Palabras que nos hablan de cómo ha de ser
nuestro corazón... Para poder amar a los enemigos, hacer el bien...,
bendecir..., y rezar por los que nos ofenden nos es necesario un corazón
compasivo, que no juzga, no condena, que se quiere dar a los demás. Nos es
necesario un corazón bueno y limpio. Es una gracia que hemos de pedir.
¡¡No nos
conformemos en amar un poco!! Fijaos qué dice Jesús después...
“Si amáis a los que
os aman, ¿qué gracia tendréis? Porque los pecadores aman también a quienes los
aman.
Y si hacéis bien a
los que os lo hacen…
Si prestáis a
aquellos de quienes esperáis recibir...”
¡¡No nos
conformemos en amar como ama el mundo!! ¡¡No es la propuesta de Jesús!!
Breve comentario de
cada frase:
“Amad a vuestros
enemigos”. En la historia de la Humanidad nunca nadie ha hecho una propuesta
tan sublime como ésta. Podría ser un resumen perfecto del mensaje de Jesús.
Este amar a los enemigos, tendría que ser nuestro distintivo.
“Haced bien a los que os aborrecen”. Hacer el bien a quien no nos
ama... Pensad la última vez que hicisteis el bien a alguien que no os ama.
Nosotros a quien no nos ama no lo amamos. En este sentido somos mucho del
mundo.
“Bendecid a los que os maldicen”. O sea, ellos nos maldicen, nos desean mal,
dicen mal de nosotros, y nuestra
respuesta ha de ser bendecir (que quiere decir: decir bien). ¡Y esto es
perfectamente posible si Jesús...!
Volvamos a
hacerlo: pensemos en alguien que nos haya criticado y que nuestra respuesta
haya sido hablar bien... Palabras muy interpeladoras las que hoy sentimos en
boca de Jesús.
“Orad por los que os
calumnian”. Nosotros cuando somos ofendidos, replicamos de palabra o de
pensamiento, y nos queda un rencor hacia el que nos ha ofendido. Y Jesús nos
dice que recemos por él. ¡Y esto es
perfectamente posible si Jesús...!
Hay un común denominador
en todas estas expresiones. Jesús nos pide que nosotros no paguemos con la
misma moneda. Hemos de superar el “ojo por ojo”, “diente por diente”. ¡Y esto
es perfectamente posible si Jesús...!
Muchas veces actuamos
por acción-reacción:
si no nos hablan,
nosotros no hablamos,
si nos ignoran,
nosotros ignoramos,
si nos ofenden,
nosotros ofendemos,
si no nos ama,
nosotros no lo amamos,
entonces, señores y
señoras estamos en el Antiguo Testamento, y no hemos entendido el núcleo del
mensaje de Jesús.
Regla de oro: “Cuanto
quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos“...
Ante un evangelio
como éste, es preciso que constatemos nuestras debilidades, nuestras carencias,
porque entonces nos sentimos pobres, necesitados del auxilio y la salvación del
Señor, y esto nos hace acercarnos a Jesús con más intensidad, enraizarnos en
él. Y entonces, y sólo entonces es perfectamente posible vivir todo lo que
Jesús nos propone. Que así sea...