Seguramente para todos
nosotros el bautismo queda como un hecho del pasado. Un sacramento que
recibimos siendo niños. Por cierto, es muy bonito saber qué día fuimos
bautizados... es un día a celebrar, a tener presente, a hacer una oración
especial. Allí empezó todo...
Hoy el Espíritu Santo a
través de la Iglesia y de la liturgia nos propone contemplar el Bautismo de
Jesús. Y esto nos ayudará a entender mejor nuestro propio bautismo. El bautismo
es el sacramento más importante, es el origen de todo.
Dice Juan “Yo os bautizo con agua;… Él os bautizará con Espíritu Santo y
fuego”. El de Juan y el de Jesús son dos bautismos diferentes. Cuando nos
bautizaron, Jesús nos comunicó el fuego del Espíritu Santo.
Hemos sido bautizados, que quiere decir sumergidos, en el
fuego del Espíritu Santo... El Espíritu Santo está en nosotros... La duda es si
le permitimos actuar con toda su potencialidad...
El día de nuestro bautismo recibimos el mismo principio vital que tenía
Jesucristo. Jesucristo actúa en todo movido plenamente por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo está llamado a ser también nuestro principio vital (motor de
actos) .
A partir de aquí nos
podemos hacer algunas preguntas...
·
Si tuviera la inteligencia de Einstein ¿podría ser un genio de
la Física? Sí.
·
Si tuviera la fuerza del Rambo ¿podría levantar cosas de gran
peso? Sí.
·
Si tuviera la técnica futbolística que tiene Messi ¿podría
jugar como él? Sí.
·
Si tengo el principio vital de Jesucristo, si tengo el mismo
espíritu que Jesucristo ¿puedo vivir como Él? Sí.
·
¿A Einstein le costaba resolver un problema de física? No,
porqué tiene mucha inteligencia.
·
¿A Rambo le cuesta mucho levantar un saco de cincuenta kilos?
No, porqué tiene mucha fuerza.
·
¿Al Messi le cuesta hacer un dribling? No, porqué tiene
mucha técnica.
·
Si yo tengo el mismo principio vital que Jesucristo, el mismo
espíritu, ¿me costará vivir como Él vivía? No.
A Cristo no le cuesta vivir como vivía ya
que está movido por el Espíritu Santo, está lleno del Espíritu Santo. A
nosotros tampoco nos ha de costar la vida cristiana, si la vivimos movidos por
el Espíritu Santo. La vida cristiana es una obra de Dios en nosotros.
A Santa Teresa de Calcuta no le costaba vivir tan evangélicamente porque se
dejaba mover por el Espíritu Santo. Muchos santos han llegado a resumir su experiencia con la frase: “todo es
gracia”. Que quiere decir “no lo hago
por mi fuerza, es el Espíritu del Señor que me empuja, que me impulsa, que hace
que lo haga”. ¡¡Por nosotros imposible!!, con el Espíritu Santo todo es
posible.
Un ejemplo de esto: A Santa Madre Teresa de Calcuta le dice una mujer: “yo
lo que usted hace no lo haría ni por todo el oro del mundo”. Y ella responde:
“Yo tampoco”.
Nos hace falta creer en el poder del
Espíritu Santo, en la fuerza del Espíritu Santo, en
nuestra vida.
Jesús,
movido por el Espíritu Santo, en tres años de vida pública la lió parda... el
Papa Francisco en Río de Janeiro nos dijo “hagan lío”.
Si tenemos el mismo principio vital que Jesucristo, el fuego
del Espíritu Santo, hemos de poder provocar cambios como él provocó. Hemos de
hacer que todo arda...
El problema está en que no nos creemos esto. Nos parece una pretensión
desorbitada. Y así tenemos al Espíritu
Santo atado de manos y pies, no le dejamos actuar, lo tenemos en nuestro
interior, pero lo tenemos atado, por nuestra poca fe.
·
Nosotros podemos dar la vida por nuestros hermanos como hizo
Cristo, porque tenemos el mismo Espíritu que Cristo. Un espíritu que me inclina
a dar la vida...
·
Nosotros podemos vivir como providencial una desgracia en
nuestra vida ya que tengo el mismo Espíritu de Cristo que me dice “no caerá
un solo cabello de tu cabeza sin que tu Padre lo sepa”.
·
Nosotros podemos vivir con humildad y amor una humillación
pública, porque tengo el mismo Espíritu de Cristo, nos dice
“aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”.
·
Nosotros podemos perdonar y amar a aquel pariente mío o a
aquel amigo que tanto me ha herido, porque tengo en mi interior el mismo
espíritu de Cristo que me hace decir “Padre perdónales porque no saben lo
que se hacen”.
·
Nosotros podemos evangelizar, comunicar la Buena Nueva, ya que
tenemos el mismo Espíritu de Cristo que nos dice “tal como el Padre me envía, también os envío yo” ,“sed sal y luz del
mundo”.
Nos
es necesario creer en el poder del Espíritu Santo, en nuestra vida. El Evangelio no es una represión
del hombre, sino una liberación. Evangelii
gaudium… la alegría del evangelio... Es una gozada vivir el Evangelio.
Vivir según la fuerza del Espíritu Santo en nosotros. El evangelio no ha venido
a reprimir al hombre sino a llevarlo a su plenitud.
En el evangelio de hoy, el Espíritu Santo
se manifiesta en un contexto de oración… ”Y, mientras oraba, se abrió el
cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él...”. Pidámoslo con intensidad...