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Culmina el año
litúrgico con esta Solemnidad donde contemplamos a Jesús crucificado, Rey de
todo el mundo. Es una paradoja que el título de Rey del mundo vaya unido a la
cruz, a la pasión, a una muerte humillante. Una paradoja que ilumina que los
caminos de Dios no son los caminos de los hombres. ¡¡Hemos de estar atentos a
los caminos de Dios!!
La suya es una
realeza de amor, de servicio, de humildad. Y si nuestro rey reina de esta
manera, nosotros estamos llamados a comportarnos como él, nos sentimos interpelados por su manera de reinar. Su
camino de amor, ha de ser nuestro camino, su camino de humillación, ha de ser
nuestro camino, su camino de servicio, ha de ser nuestro camino.
Hoy me centraré en
dos ideas del evangelio: una es la expresión “sálvate a ti mismo” y la
otra, el diálogo con el buen ladrón.
Tres veces le dicen
a Jesús: “sálvate a ti mismo”. Y a mí esta expresión me hace pensar en
el hombre de hoy. Pienso que el rasgo definitorio del hombre occidental es que
cree tener la capacidad de salvarse a sí mismo: “El hombre emancipado por fin,
de la tiranía de la religión, toma consciencia de su dignidad y se hace amo y
señor de su destino. Ahora ya no espera ninguna salvación que le venga de fuera
o de más arriba; el hombre adulto se salva a sí mismo.”
Todo esto viene de
Marx, Freud o Feuerbach, cuando yo los leía en la Facultad detectaba un
optimismo antropológico, una plena confianza en la razón humana, una consciencia de omnipotencia, ..., que me
hacía pensar… “qué ingenuidad”. La fallida de este planteamiento se hace
evidente con las dos guerras mundiales que dejan unos cien millones de muertos.
Inconcebible que
alguien que ha mirado el infierno que hemos creado los hombres “guiados por la
razón”, pueda hablar de plena confianza en la razón humana...
Pero, el mensaje
continúa, aún hoy se nos dice “Sálvate a ti mismo”: “Sálvate a ti mismo”, con
el último libro de autoayuda, sálvate contratando un coach, sálvate con una
nueva terapia naturista, sálvate con el yoga o el mindfulness, sálvate a ti
mismo consumiendo, sintiendo placer, búscate a ti y te salvarás... O para los
jóvenes: “Sálvate teniendo muchos likes en el Instagram”.
¡¡Sentimos cada día
tantos gritos que van en esta dirección!! “sálvate a ti mismo” “sálvate a ti
mismo”... ¡¡Y nosotros sabemos que sólo Cristo salva!!
Con nuestra vida,
con nuestras palabras, lo hemos de decir bien fuerte: ¡sólo el amor salva!,
¡sólo amar salva, sólo Cristo salva! Solemnidad de Cristo, Rey del Universo o
Solemnidad del Amor, Rey del Universo, es lo mismo.
El evangelio plantea
en cada página la paradoja: si te buscas a ti, si buscas tu felicidad, no te encuentras ni encuentras tu felicidad.
Si buscas el bien de los demás, servir a los demás, te encuentras a ti y tu felicidad.
Es la gran paradoja del evangelio, que el mundo desconoce.
Del diálogo entre
Jesús y el buen ladrón, destacar dos ideas breves:
. ¡Cuánta
misericordia! Jesús a las puertas de la muerte, herido de muerte, con grandes
dolores, aún tiene fuerzas para acoger, perdonar y mostrar misericordia. Nos
hace mucho bien contemplar un Dios siempre dispuesto a acoger, a perdonar, a
tirar de nosotros hacia la vida eterna. Es la experiencia base de todo,
experimentar que Dios me ama.
. El buen ladrón se
encomienda a la realeza de Jesús “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu
reino”. El buen ladrón nos da una gran lección, cuántas veces cuando las
cosas no nos van bien, nos separamos de Dios. Pues él, en medio de sus
tormentos, se abraza a Jesús y le reconoce como Rey.
Bien mirado es más
lógica la reacción del otro ladrón, pero la fe, lo hace todo diferente...
Pidámosle que nos
ayude a construir su reino de amor, de humildad y de servicio.