CAMINEO.INFO.-
SABIDURÍA 11,22-12, 2
Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14
TESALONICENSES 1, 11- 2, 2
LUCAS 19, 1- 10
Hay textos evangélicos tan ricos que se pueden comentar
palabra a palabra, frase por frase, es
lo que voy a hacer hoy con este relato de la conversión de Zaqueo.
“En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando
la ciudad”.
También Jesús pasa por Parets. También
Jesús se acerca a nosotros y pasa a nuestro lado, y se hace encontradizo. No
nos imaginemos nunca un Jesús difícil de encontrar. ¡No! Él se acerca a
nosotros. A veces
podemos pensar que él está lejos. No es así. Él está cerca…
“En
esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico...” Zaqueo era un hombre concreto,
con una historia concreta. Con sus virtudes y sus pecados. Nosotros somos Zaqueo. Todo lo que Jesús
siente hacia Zaqueo, hacia nosotros lo siente. Todo lo que Jesús dice a Zaqueo,
a nosotros nos lo dice. Somos Zaqueo.
“trataba de ver quién era Jesús”
Zaqueo “trataba de
ver”, en él hay un interés, hay un deseo de conocer a Jesús. Sin este deseo
no hay un cristianismo real y vivo. Es esencial desear ver/conocer a Jesús.
¿Tenemos nosotros esta actitud “le tratamos de ver”? ¿le tratamos de conocer?.
Un signo de si tratamos o no de verle es nuestra actitud hacia el evangelio,
porque en el evangelio “vemos a Jesús”. Si creo que Jesús es mi luz, mi camino, mi vida, mi
verdad, debo sentir unas grandes ansias de “verle”, ¿no?
“pero no lo lograba a causa del gentío, porque era
pequeño de estatura”.
No podía ver por causa de...: En nuestra vida también hay
obstáculos que nos impiden ver a Jesús: las preocupaciones, siempre
preocupados, la superficialidad, el creer que no se tiene tiempo para Dios, el
creer que las cosas del mundo nos darán la felicidad, el no vivir en gracia de
Dios. Todo ello son obstáculos que nos impiden ver a Jesús, gozar de su
presencia. En el silencio de la oración preguntemos a Jesús: “Señor ¿qué me
impide verte?”.
“Corriendo más adelante...”
Correr es un verbo que denota una actitud vital, de
fuerza, de entusiasmo, de empuje, de avanzar, de crecer. ¿No estamos quizá un
poco parados?, haciendo siempre lo mismo, ¿no hay un cierto adormecimiento en
nuestra vida espiritual?.
¡Debemos correr! Que coincide con aquella exhortación de Jesús: “Corred, mirad
de entrar por la puerta estrecha”.
“se subió a un sicomoro para verlo...”
¿Dónde está tu árbol para ver Jesús? No vale cualquier árbol. Han de ser árboles
donde Jesús pase cerca. ¿Cuál es tu árbol para ver Jesús? ¿O tus árboles?
Porque Jesús se acerca a nosotros de diversas maneras... La Iglesia en estos
dos mil años ha ido elaborando un mapa de dónde están estos árboles: los
pobres, los sacramentos, el evangelio, la comunidad, la Iglesia... cuando
subimos a estos árboles conseguimos ver a Jesús... ¿Cuáles son tus árboles? ¿Te permiten de verdad ver a
Jesús?
“Jesús, al llegar a aquel sitio,
levantó los ojos y le dijo: ”.
Jesús le llama
personalmente, por su nombre, le distingue entre la multitud. Jesús quiere
entablar una relación personal con él y, por tanto, con cada uno de nosotros.
Esta frase Jesús nos la dice hoy a cada uno de nosotros: “Francesc...”.
¡Repítetela! Es una frase con gancho, que hace que nuestro corazón se abra.
Buena manera de empezar la oración.
Jesús
le dice: “date prisa y baja”, “es necesario que hoy...”. Jesús
tiene prisa por entrar en su casa, en nuestra vida, en nuestro corazón. Él
llama a nuestra puerta, somos nosotros los que le debemos abrir con fe.
“Él se
dio prisa en bajar y lo recibió muy contento”.
Zaqueo (nosotros) se
siente valorado por Jesús. Jesús le presta atención, Jesús tiene un signo de
amistad hacia él (nosotros).
Zaqueo está
contento. Adivina la presencia de Dios. Se da cuenta de que está ante algo
nuevo. Jesús nos viene a traer una vida plena, feliz, auténticamente humana.
Ante un Dios así sólo cabe la alegría. Hoy en día, a veces, tenemos una idea de
un cristianismo que es una carga, una losa pesada, etc. Esto no tiene nada que
ver con ser cristiano. Lo mejor que nos ha pasado en nuestra vida es ser cristianos,
y si no nos damos cuenta es que estamos en la superficie del cristianismo y no
lo hemos profundizado. ¡Jesús es vida!
“Al ver esto, todos
murmuraban diciendo: ”.
Jesús sólo puede
acercarse a los que se sienten pecadores. Jesús sólo puede ayudar a los que
reconocen su culpa, su
pequeñez, su necesidad de ser salvados. ¿Por qué? Porque están abiertos a Dios.
Lo veíamos el domingo pasado en la parábola del fariseo autosuficiente y el
cobrador de impuestos humilde.
“Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: ”.
Zaqueo pasa de las
murmuraciones y del qué dirán. Reconoce en Jesús a Dios Salvador (le llama
Señor, titulo divino). Y al contacto con Jesús cambia de vida. Es una constante
en los evangelios, el que se acerca a Jesús con las actitudes adecuadas cambia
de vida.
“Jesús le dijo:
”
¡Qué bonito! Repetir
la frase… y acabaremos pidiendo a Jesús: “Señor salva mi casa, salva a…, …,
…”.
“Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar
lo que estaba perdido”.
Que expresión más
bella y poética, “buscar y salvar”. Jesús nos busca y nos salva… Amén.