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Domingo XXXI del Tiempo Ordinario

Sun, 03 Nov 2019 09:09:00
 

CAMINEO.INFO.-


SABIDURÍA 11,22-12, 2
Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14
TESALONICENSES 1, 11- 2, 2
LUCAS 19, 1- 10


Hay textos evangélicos tan ricos que se pueden comentar palabra  a palabra, frase por frase, es lo que voy a hacer hoy con este relato de la conversión de Zaqueo.

 

“En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad”.

También Jesús pasa por Parets. También Jesús se acerca a nosotros y pasa a nuestro lado, y se hace encontradizo. No nos imaginemos nunca un Jesús difícil de encontrar. ¡No! Él se acerca a nosotros. A veces podemos pensar que él está lejos. No es así. Él está cerca… 

 

“En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico...” Zaqueo era un hombre concreto, con una historia concreta. Con sus virtudes y sus pecados.  Nosotros somos Zaqueo. Todo lo que Jesús siente hacia Zaqueo, hacia nosotros lo siente. Todo lo que Jesús dice a Zaqueo, a nosotros nos lo dice. Somos Zaqueo.

 

“trataba de ver quién era Jesús”

Zaqueo “trataba de ver”, en él hay un interés, hay un deseo de conocer a Jesús. Sin este deseo no hay un cristianismo real y vivo. Es esencial desear ver/conocer a Jesús. ¿Tenemos nosotros esta actitud “le tratamos de ver”? ¿le tratamos de conocer?. Un signo de si tratamos o no de verle es nuestra actitud hacia el evangelio, porque en el evangelio “vemos a Jesús”. Si creo que Jesús es mi luz, mi camino, mi vida, mi verdad, debo sentir unas grandes ansias de “verle”, ¿no?

 

“pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura”.

No podía ver por causa de...: En nuestra vida también hay obstáculos que nos impiden ver a Jesús: las preocupaciones, siempre preocupados, la superficialidad, el creer que no se tiene tiempo para Dios, el creer que las cosas del mundo nos darán la felicidad, el no vivir en gracia de Dios. Todo ello son obstáculos que nos impiden ver a Jesús, gozar de su presencia. En el silencio de la oración preguntemos a Jesús: “Señor ¿qué me impide verte?”.

 

“Corriendo más adelante...

Correr es un verbo que denota una actitud vital, de fuerza, de entusiasmo, de empuje, de avanzar, de crecer. ¿No estamos quizá un poco parados?, haciendo siempre lo mismo, ¿no hay un cierto adormecimiento en nuestra vida espiritual?. ¡Debemos correr! Que coincide con aquella exhortación de Jesús: “Corred, mirad de entrar por la puerta estrecha”.

“se subió a un sicomoro para verlo...”

¿Dónde está tu árbol para ver Jesús? No vale cualquier árbol. Han de ser árboles donde Jesús pase cerca. ¿Cuál es tu árbol para ver Jesús? ¿O tus árboles? Porque Jesús se acerca a nosotros de diversas maneras... La Iglesia en estos dos mil años ha ido elaborando un mapa de dónde están estos árboles: los pobres, los sacramentos, el evangelio, la comunidad, la Iglesia... cuando subimos a estos árboles conseguimos ver a Jesús... ¿Cuáles son  tus árboles? ¿Te permiten de verdad ver a Jesús?

 

“Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: ”. 

Jesús le llama personalmente, por su nombre, le distingue entre la multitud. Jesús quiere entablar una relación personal con él y, por tanto, con cada uno de nosotros. Esta frase Jesús nos la dice hoy a cada uno de nosotros: “Francesc...”. ¡Repítetela! Es una frase con gancho, que hace que nuestro corazón se abra. Buena manera de empezar la oración.  

 

Jesús le dice: “date prisa y baja”, “es necesario que hoy...”. Jesús tiene prisa por entrar en su casa, en nuestra vida, en nuestro corazón. Él llama a nuestra puerta, somos nosotros los que le debemos abrir con fe.

“Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento”.

Zaqueo (nosotros) se siente valorado por Jesús. Jesús le presta atención, Jesús tiene un signo de amistad hacia él (nosotros). 

 

Zaqueo está contento. Adivina la presencia de Dios. Se da cuenta de que está ante algo nuevo. Jesús nos viene a traer una vida plena, feliz, auténticamente humana. Ante un Dios así sólo cabe la alegría. Hoy en día, a veces, tenemos una idea de un cristianismo que es una carga, una losa pesada, etc. Esto no tiene nada que ver con ser cristiano. Lo mejor que nos ha pasado en nuestra vida es ser cristianos, y si no nos damos cuenta es que estamos en la superficie del cristianismo y no lo hemos profundizado. ¡Jesús es vida!

 

“Al ver esto, todos murmuraban diciendo: ”. 

Jesús sólo puede acercarse a los que se sienten pecadores. Jesús sólo puede ayudar a los que reconocen su culpa, su pequeñez, su necesidad de ser salvados. ¿Por qué? Porque están abiertos a Dios. Lo veíamos el domingo pasado en la parábola del fariseo autosuficiente y el cobrador de impuestos humilde.

 

“Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: ”.

Zaqueo pasa de las murmuraciones y del qué dirán. Reconoce en Jesús a Dios Salvador (le llama Señor, titulo divino). Y al contacto con Jesús cambia de vida. Es una constante en los evangelios, el que se acerca a Jesús con las actitudes adecuadas cambia de vida.

 

“Jesús le dijo:

¡Qué bonito! Repetir la frase… y acabaremos pidiendo a Jesús: “Señor salva mi casa, salva a…, …, …”. 

 

“Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

Que expresión más bella y poética, “buscar y salvar”. Jesús nos busca y nos salva… Amén.

 









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