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XXVI Domingo del Tiempo Ordinario

Sun, 29 Sep 2019 22:38:00
 

CAMINEO.INFO.-


El evangelio de hoy es continuación del evangelio de la semana pasada, donde el Señor nos exhortaba a no sentirnos propietarios de lo que tenemos sino administradores, y a administrar los bienes teniendo en cuenta los pobres.

 

Hoy la primera lectura y el evangelio nos denuncian un pecado, un pecado que todos cometemos: el pecado de omisión. Esto es, podemos hacer el bien y, por comodidad, egoísmo, falta de sensibilidad, no lo hacemos.

 

El profeta Amós lo expresa con una gran fuerza, con  sus palabras nos dibuja un cuadro: “Ay de aquellos que se sienten seguros… confiados…”  y habla de sus “lechos de marfil”…, y “sus divanes...”  de los “corderos del rebaño y terneros del establo”… de los “instrumentos musicales”; y “beben el vino en elegantes copas, se ungen con el mejor de los aceites”.

 

Y curiosamente, este mismo dibujo es el que encontramos en el evangelio: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día”.

 

Y también es coincidente en las dos lecturas la actitud de los ricos. Denuncia el profeta Amós: “pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José”. Y en el evangelio observamos por parte del rico la misma actitud de indiferencia. Al rico de la parábola no le hace ninguna pena el desastre de la vida de Lázaro.

 

Cristo nos quiere mover, domingo tras domingo, a una santificación cada vez más llena e intensa. De nosotros depende ir acogiendo, rezando, trabajando todo lo que nos va diciendo o continuar igual que siempre, indiferentes a lo que sentimos cada domingo...

 

El cardenal John O'Connor hace un tiempo dijo: ‘La Iglesia no es un bufete libre, en el que se puede coger y elegir lo que te gusta”. ¡¡Es necesario vivir todo el evangelio!!

 

Es cierto, que el tema de los bienes materiales no es fácil y que hacer pasos en este sentido es muchas veces una experiencia nueva.  Pero, ¡¡hemos de acoger la palabra, pedir la gracia de vivirla!!

 

Hace tiempo fui a la feria de anticuarios de Cardedeu,  compré una mesita de madera por cincuenta euros..., me encontré un feligrés de una parroquia donde yo había estado, estaba ofreciendo a los anticuarios, enseñando unas fotos, unos muebles muy bonitos de su casa. Yo  imaginé que estaban pasando por dificultades y me dice todo contento: “No, no, los quiero vender para ayudar unos vecinos que con tres criaturas lo están pasando muy mal”. Me emocioné... Contento, porque quien da se queda contento.

 

Otro ejemplo: Una parte muy importante de los ingresos de Cáritas Diocesana (Barcelona) es de las herencias. Personas que al morir, los herederos no son los hijos o los sobrinos sino Cáritas. En el año 2009, de los dieciséis millones de euros de ingresos por fondos privados seis millones y medio (42%) son de herencias.   

 

Mirad las vidas de los santos… no encontrareis ninguna que se haya dedicado a acumular riquezas, sino más bien la preocupación es la contraria: ¿cómo puedo vivir más después, más pobremente,…? ¿De qué me puedo desprender mañana, el mes que viene...?

 

Un amigo mío que vive en Brasil, en una carta me decía: “Pocos se ponen en los zapatos de los demás, porque es el primer paso para que peligren los propios intereses”

 

Volvamos a las lecturas: en la primera y el evangelio hay un denominador común: el que tiene bienes se despreocupa del pobre, no se acerca al pobre, no se compadece del pobre. Observad que no se acusa a los que tienen bienes de ser explotadores o injustos o de hacer el mal, sino de despreocuparse, de no compadecerse de la suerte del pobre…

 

Es el pecado de omisión: pudiendo hacer el bien, no lo hacemos.

 

La imagen del pobre llagado a la puerta del rico, no es una imagen desconocida y extraña para nosotros. Hoy los pobres del tercer mundo están en nuestras puertas. Abrimos nuestros televisores y allí aparecen. Salimos a nuestras calles y allí están también. ¿Cómo reaccionaremos?… ¿con indiferencia?, ¿sin compasión? pues eso es lo que hizo Epulón, y ya veis donde fue a parar.  

 

Pienso que si tuviéramos más caridad y un uso de los bienes más evangélico nuestras parroquias tendrían una casa de acogida para madres con dificultades, o que quieren abortar, o para transeúntes, o un centro de atención a toxicómanos o para inmigrantes. Generaríamos iniciativas que nacerían de la caridad y del desprendimiento de nuestros bienes.

 

Para acabar quisiera dejar hablar a los dos últimos papas: decía Juan Pablo II en la “Solicitu rei socialis :“Los ciudadanos de los países ricos, individualmente considerados, especialmente si son cristianos, tienen la obligación moral  de tomar en consideración, en las decisiones personales esta interdependencia que hay entre su forma de comportarse y la miseria y el subdesarrollo de tantos miles de hombres.” (Pto. 9). Se puede decir más fuerte pero no más claro.

 

Y Benedicto XVI nos dice en su libro sobre Jesús de Nazaret, comentando esta parábola: «Naturalmente, esta parábola es al mismo tiempo una exhortación al amor que ahora debemos dar a nuestros hermanos pobres y a la responsabilidad que debemos tener respecto de ellos, tanto a gran escala, en la sociedad mundial, como en el ámbito más reducido de nuestra vida diaria».

 









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