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Podría parecer que Jesús con sus palabras hace una
alabanza de la corrupción y de los corruptos... ¡¡Y no es así!!
Jesús no alaba la corrupción, el desfalco, sino la astucia. Jesús alaba que
ante una situación complicada, el administrador ha pensado, ha reflexionado, ha
sido sagaz, astuto, y ¡ha encontrado una salida! “Y el amo alabó al
administrador injusto, porque había actuado con astucia”.
Y atención, porque todo seguido Jesús nos da a todos
nosotros un toque de atención... cuando dice: “Ciertamente, los hijos de
este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”. Jesús lamenta que la astucia de los
corruptos sea superior a la nuestra.
Nos ha de escocer, nos ha de hacer pensar, este reproche
de Jesús. Los hombres del mundo para hacer el mal son más astutos, más
avispados, que nosotros para hacer el bien. Nos lo dice Jesús a cada uno de
nosotros...
Con sus palabras Jesús quiere que potenciemos nuestra
astucia, que no seamos superados por los hombres del mundo, y la pongamos al
servicio del bien, al servicio del Reino.
Astucia para tener cura de tu esposa/a. La mundanidad,
los criterios del mundo, tienen mucha fuerza. O sois astutos, o habrá
problemas.
Astucia para educar a los hijos, qué difícil es educar,
es necesaria mucha astucia, creatividad, motivación, si hacéis lo que vuestros
padres hicieron con vosotros fracasaréis, ¡¡es necesario mucho más!!
¡¡Astucia!!
Astucia en nutrir tu fe. La mundanidad nos dice que hemos
de ir corriendo todo el día, que hemos de hacer muchas cosas, que hemos de
trabajar mucho, que hemos de gastar mucho, salir, viajar, y no queda tiempo
para nada más. Astucia para nutrir la fe...
Astucia para ayudar a los necesitados. La primera lectura
es un grito de queja de Dios contra los que menosprecian un pobre. El evangelio
nos habla de que somos administradores. Las dos lecturas están relacionadas,
conclusión evidente: astucia para ser administradores de nuestras riquezas,
pensando en los pobres.
Riquezas como puede ser el tiempo: tenemos un feligrés
enfermo, en el hospital, no tiene a nadie, ni hijos, ni nietos, ni sobrinos,...
Pues, unos feligreses se están turnando para que no esté solo en ningún
momento. La riqueza que dan: su tiempo.
Resumiendo: ¡¡Nos falta astucia a la hora de construir el
Reino!! Jesús lo sabía, de aquí sus palabras. Nos falta astucia, sagacidad...
Pidamos la gracia para serlo en aquellos ámbitos que constatamos la carencia...
En este evangelio ¿de qué más nos está hablando Jesús? Jesús nos está
hablando de un tema capital y muy reiterativo en sus exhortaciones: el tema de
las riquezas. Tres ideas breves:
1. No somos dueños
de las riquezas sino administradores. Nueve veces aparece la palabra
“administradores” o derivados de la palabra. Algún día oiremos de la boca de
Jesús estas palabras: “Dame cuentas de tu administración”. ¿Cómo administramos los bienes que Dios nos
ha concedido? ¡¡Vale la pena rezarlo!!
2. Expliquemos una frase curiosa: “Ganaos amigos con el dinero de
iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”.
Traducción: Gánate amigos, los pobres y necesitados, a costa de las
riquezas engañosas, riquezas materiales, para que cuando desaparezcas,
cuando mueras, encontréis quien os reciba eternamente en su casa, los
pobres te abran las puertas del cielo. Por tanto, administrar nuestros bienes sobre todo a favor de los más
necesitados.
3. Jesús establece un lazo
curioso entre los bienes materiales y los espirituales. Dice Jesús: “El que
es fiel en lo poco (bienes materiales), también en lo mucho es fiel (bienes
espirituales)”. “Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta (riquezas
materiales), ¿quién os confiará la verdadera?
Jesús nos está diciendo: administra bien los bienes materiales para
poder recibir los bienes espirituales. No porque Jesús diga “como que no has
administrado bien los bienes materiales ahora no te doy bienes espirituales“.
No por eso, sino porque si tienes el corazón puesto en las cosas materiales no
podrás recibir las cosas celestiales, espirituales. Pues, si no fuisteis
fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera?
Resumiendo: potenciemos la astucia, pongámosla al servicio del Reino.
De las riquezas que se nos han dado considerémonos administradores, y tengamos
en el punto de mira las personas necesitadas.