CAMINEO.INFO.- Contemplamos
hoy a Jesús diciendo a sus seguidores y a cada uno de nosotros: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha.
Os digo que muchos intentaran entrar y no podran”. (“Correu, mireu d’entrar per la porta estreta, perquè us asseguro que
molts voldran entrar-hi i no podran”). A los que llaman a la puerta por dos
veces les dice: “No sé quiénes sois”. (“No
sé d’on sou”) . Y les acaba diciendo:
“Alejaos de mí malvados”. (“Lluny de mi, tots els qui obràveu el mal”.)
Siempre
que Jesús nos habla con esta vehemencia, con esta fuerza, con esta radicalidad
nos sorprende y nos deja un poco descolocados…
¿Por
qué Jesús se expresa de este modo? ¿Con esta vehemencia y radicalidad?. Expongo
tres razones:
A) Porqué
Jesús sabe que es la Vida de los hombres, el Camino, la Verdad y la Luz
para cada uno de nosotros. Eso le lleva a manifestarse esa manera, porque en su
seguimiento o no seguimiento nos lo jugamos todo, y todo es todo. Nos jugamos nuestra
felicidad y salvación, o nuestra infelicidad y condenación eternas.
Por lo tanto, es el amor a nosotros, el miedo que nos perdamos lo mejor, el que
le lleva a hablar de esta manera… Jesús sufre
por aquellos que no le siguen, o que le siguen al modo humano y no al modo
divino y ese sufrimiento le lleva a manifestarse con esa radicalidad.
B)
El segundo motivo por el que se expresa de este modo es
para despertarnos a un seguimiento más
radical. Tenemos una tendencia muy fuerte a caer en el
conformismo y la rutina en nuestro seguimiento de Cristo, a distraernos en mil
tonterías y no poner atención en lo esencial. Y Jesús con sus palabras ardientes
pretende lanzar un grito: ¡Despertaos! ¡Seguidme! ¡Poned toda la carne en el
asador! ¡Esforzaos! ¡Luchar! ¡Esperar!. “Vale la pena … yo os daré el 100 x 1”
(ya aquí en la tierra)
Dice
el Papa Benedicto XVI comentando
este evangelio en el libro “Dios y el mundo”: “Esto
supone en realidad una advertencia muy pragmática: cuando se hace lo que hacen
todos, el mero dejarse llevar, el mero nadar a favor de la corriente, el
hundirse en la masa, cuando se sigue el camino de la comodidad, el camino
ancho, de momento resulta más agradable, pero
uno se está apartando de la verdadera vida y acaba en el vacío.
Quiere
decir (este texto) que la decisión correcta es elegir el camino esforzado,
estrecho, la puerta angosta por la que me cuesta entrar. El valor de ascender,
lo arduo, es lo que me sitúa en el buen camino.”
Todo lo que vale la pena cuesta… Ser un buen
padre, vale la pena, cuesta. Ser un buen hijo, vale la pena, cuesta. Ser un
buen estudiante/profesional/amigo… Ser un buen cristiano, vale la pena, cuesta
…
La vida cristiana es don de Dios, un regalo, pero también
tiene una dimensión de lucha,
esfuerzo, combate.
c) Y el tercer motivo que lleva a Jesús a expresarse
de este modo es que sus palabras
enuncian una realidad dura: el infierno existe: condenarse es posible:
tened cuidado. “No sé quienes sois” (2),
“Alejaos de mi..” “..llanto y crujir de dientes”
En otra parroquia un
feligrés me decía que hoy en día los sacerdotes no hablamos del infierno y es
verdad. Quizá antes habíamos hablado demasiado del infierno y ahora, por la ley
del péndulo, no hablamos casi nada. El infierno existe, así lo decimos en el
credo, y Jesús habla en numerosas ocasiones del infierno.
Y entonces surge la pregunta: ¿Si Dios es bueno, si Dios
es amor, cómo puede existir el infierno?. Permitidme que le de la vuelta al
argumento: una prueba de que Dios me ama, de que Dios me toma en serio, de que Dios
respeta mi libertad hasta las últimas consecuencias es la existencia del
infierno.
Si
no hay infierno Dios desprecia mi libertad, mi dignidad, mi
conciencia, mis decisiones, porque no me permite rechazarle. Y es mi libertad,
mis decisiones, …, lo que me hace
humano.
Si no hay infierno nos
estaría diciendo: “yo te ofrezco lo
mejor, ven y calla”. Y aquí no hay amor, ni respeto por mi libertad. Sería un
amor que anula, y eso no es amor.
Sin infierno Dios nos
trataría como títeres, no nos tomaría
en serio. Por eso, el infierno me lleva a ver hasta que punto ama Dios. Hasta
respetar mi libertad, respetar mi rechazo a Él hasta las últimas consecuencias.
Hablamos poco del infierno,
pero el infierno existe. Y si hablamos poco es porque el mensaje de Jesús es un
mensaje de salvación, no de condena. Y hoy su mensaje de salvación es una
llamada a la radicalidad: “Esforzaos
por entrar por la puerta estrecha”.