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Qué gran catequesis recibimos hoy de Jesús sobre la oración de petición...
pero, antes un punto muy importante.
Lo primero que contemplamos es Jesús rezando. “Una vez que estaba Jesús
orando en cierto lugar”. Constato un hecho: De lo que nos quedamos de Jesús
es sobre todo lo que hace. Hace muchas cosas: llama a los doce, hace camino con
ellos, curaciones, milagros de toda clase, va a las sinagogas, por los
pueblecitos, primero, a Galilea, después
camino de Jerusalén; finalmente, la pasión y muerte y las apariciones del
resucitado; a parte de todo lo que hace, todo lo que dice (enseñanzas de todo
tipo, sermón de la montaña, controversias con fariseos, la llamada a seguirle,
etc...), y pienso que todo lo que hace y lo que dice puede tapar una cosa que
Jesús hacía mucho, pero, que está dicho en dos palabras... Jesús rezaba... “Una
vez que estaba Jesús orando en cierto lugar”, pero, después nos centramos
en todo lo que dice y hace después... No en aquella línea que explica que estaba
rezando... Y así en muchos casos...
Pensadlo: cuando pensamos en Jesús nos lo imaginamos haciendo cosas y
diciendo cosas, más que rezando…
En cambio hay sesenta y tres escenas donde Jesús reza o enseña a rezar.
Jesús rezaba. Es quizás, el mejor testimonio que nos pudo dejar de cara a
motivarnos por la oración... ¡¡Jesús rezaba y mucho!! No sólo rezaba, sino que
hablaba de la oración y exhortaba a rezar...
Cuando encontramos escenas donde se nos dice que Jesús estuvo orando toda
la noche, o que estaba orando de madrugada, o orando antes de tomar decisiones
importantes, contemplémoslo. Imaginémoslo rezando, pasando horas y horas en
oración. De tanto verlo rezar al final, los
discípulos le dicen lo que hoy hemos oído: “Señor, enséñanos a orar”. También nosotros viéndolo rezar le
acabaremos pidiendo lo mismo.
Destaco un hecho significativo: ¡¡no les enseña Jesús a rezar ya de
entrada!! Primero quiere que lo vean a él orando. Antes de enseñar a rezar lo
han visto rezar un montón de veces. Antes de que los padres enseñen a rezar a
los hijos, quizás, los hijos han de ver rezar a los padres.
He empezado diciendo que Jesús nos hacía hoy una catequesis sobre la
oración de petición. Donde no sólo nos anima a hacer la oración de petición,
sino, a confiar en esta petición:
1. Jesús nos enseña el padrenuestro, que en
esta versión sólo tiene cinco peticiones. La gran oración que Jesús enseña, es
una oración de petición. El mensaje es clarísimo: hemos de hacer oración de
petición.
Es lo que decía el salmista desde el
fondo de su corazón: “Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste”.
2. Después explica la parábola del amigo
inoportuno, a quien se le da lo que pide, a pesar de ser inoportuno. Es una
invitación a confiar en la oración de petición.
Aquí se podría acabar la catequesis, y ya sería mucho lo que Jesús nos
habría dicho, pero, él quiere clarificar aún más este tema:
3. Jesús exhorta a pedir: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá;
porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre”. Es
impresionante este “quien”. Todo
aquel que pide recibe. Lo que está asegurado es que Dios da, cómo dudarlo
después de estas palabras.
“Quien pide recibe”: “¡¡Pero, yo
pido y no recibo!! ¿Qué pasa aquí?” Lo que pasa es que no dice cuando lo
recibirás. Lo que pasa es que no dice lo qué recibiremos, ni cómo lo
recibiremos. La mayor parte de las veces no recibiremos aquello que pedimos.
Ejemplo: el abuelo enferma, rezamos para
que se cure y se muere. ¿Qué ha pasado? ¿¿Dios no ha escuchado??... ¿Dios pasa
de nosotros? “Quien pide recibe”. Recibes la gracia de vivir la partida
del abuelo con esperanza, con paz, unido a Jesús resucitado.
Ni recibimos inmediatamente, ni recibimos
aquello que pedimos, la mayor parte de las veces.
La catequesis de Jesús acaba con una nueva invitación a la confianza: “¿Qué
padre entre vosotros, cuando el hijo le pide un pez, le dará una serpiente?”.
Y llega a explicitar lo qué hemos de pedir: “...vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden”.
Resumiendo: Jesús motiva mucho la oración de petición. Invita a confiar
mucho en la oración de petición. Y nos indica lo que hemos de pedir: el
Espíritu Santo, que es el bien fundamental, la raíz de todo otro bien que el
hombre puede desear legítimamente. Si tenemos el Espíritu Santo lo tenemos
todo.
Acabo ya: Cuando pidáis por vosotros, por los hijos, los nietos, lo mejor a
pedir es el Espíritu Santo. La gran petición del cristiano es la invocación del
Espíritu Santo. Pedir que entre en sus vidas, es pedir su conversión. Hay
muchas conversiones. Tened la seguridad que si la pedís para un familiar la
obtendréis. Recemos mucho por las conversiones. Amén.