Celebramos hoy el misterio de la Santísima Trinidad. ¿Qué
le dice este misterio a nuestra vida? ¿Cómo la ilumina? ¿Qué consecuencias
prácticas tiene para nosotros? Vayamos poco
poco ...
Las tres lecturas nos presentan una misma idea: la
comunicación entre Dios y los hombres. Dios que se revela.
En la primera lectura se nos habla de la creación. Dios
se nos revela, nos habla, se nos comunica, en la creación. Cuando entramos en
contacto con la naturaleza es bueno tener esta experiencia: Dios se está
revelando a través de la belleza de la creación. Toda esta belleza ha sido
hecha para nosotros. Cuando contemplamos un paisaje bonito podemos pensar:
“Dios sabía que un día yo miraría este paisaje, y lo alabaría… lo preparó para
mí...”
Esta creación llega a su culminación en el hombre, de
quien hablaba el salmo, “lo hiciste poco inferior a los ángeles”. El
hombre es revelación de Dios porque estamos hechos a imagen y semblanza de
Dios. Qué gran dignidad la del hombre. Cuanto más grande hacemos a Dios, más
grande hacemos al hombre. Por esto, los regímenes ateos, comunismo y nazismo,
acaban rompiendo la dignidad del hombre.
La comunicación entre Dios y los hombres no acaba en la creación, sino que culmina en
Jesucristo, como nos decía la segunda lectura. Jesucristo, el enviado del
Padre, el rostro de Dios. En él, Dios se revela plenamente. ¡Al mirar a Jesús,
miramos a Dios! Al conocer a Jesús, conocemos a Dios. Al admirar a Jesús
admiramos a Dios. ¡Al amar a Jesús, amamos a Dios! Nunca lo meditaremos
bastante... ¡Dios! ¡¡Es tan espectacular que Dios se haya hecho un hombre!!
¡¡Tanto!!
Y en el evangelio, Jesús mismo nos decía que nos enviaría
el Espíritu Santo “os guiará hasta la verdad plena”. Por tanto, Dios que
revela, que habla, que continúa comunicando.
Dios que se revela en la creación...
Dios que se revela en el hombre, hecho a...
Jesucristo es Dios mismo. Revelación plena de Dios.
Y el Espíritu Santo que nos va guiando, revelando, la
verdad.
‘’Qué grande es nuestro Dios!! Dios no es una cosa
vaga, como dicen algunos “algo tiene que
haber...”. Que nervioso me pone esta expresión... Tanto esfuerzo de Dios
para revelarse, para comunicarse, para que un cristiano acabe diciendo: “algo
tiene que haber”. ¡¡Si Dios es comunicación!!
Dios no es una cosa
abstracta, o cerrada en sí misma, autosuficiente. Tampoco es una energía, o una
fuerza que está presente en todas las cosas... Nada de todo esto. Por suerte
nuestra, Dios se ha revelado, como un Dios que es comunión de personas.
Y esto es una idea
evangelizadora: a los que nos vengan con estas visiones peculiares de Dios
(...) les hemos de decir “pero, no sabes
que Dios se ha revelado”, “que Dios a
lo largo de siglos y siglos se ha ido revelando progresivamente, hasta llegar a
la plenitud reveladora en Jesucristo”.
Que Dios se ha
revelado no es sólo una idea que nos puede ayudar a evangelizar, que Dios se
revele es también para nosotros una interpelación. ¡Dios se nos ha revelado!
¡Es preciso que acojamos su revelación! Podemos decir que Dios se ha revelado
en la Humanidad, esto es lo que recoge la Biblia, pero, Dios quiere revelarse a
cada uno de nosotros. De manera que la revelación no sea una cosa que me han
dicho, que he leído, sino algo que ha entrado en mi corazón.
Dios se me quiere
revelar a través de la liturgia, a través de los textos que hacemos servir en
la misa: las oraciones, los prefacios, las plegarias eucarísticas, etc.
¡¡cuánto bien nos hace meditarlos!!
Dios se me quiere
revelar a través de la Palabra de Dios...
Dios se me quiere
revelar cuando rezo...
Dios se me quiere
revelar cuando contemplo la naturaleza...
Dios se me quiere
revelar en el hermano necesitado...
¡Dios se me quiere
revelar! ¡¡Es necesario estar atentos!! No dispersos en mil cosas... Cuando
crecemos en este camino experimentamos aquello que dice San Pablo y que recoge
un prefacio: “en Dios somos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28)
Decía San Agustín en
“Las Confesiones”, el libro más leído y editado de la historia después de la
Biblia,: “Tarde te amé, oh hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te
amé. Y he aquí que tú estabas dentro de mí, pero yo de mí mismo estaba fuera. Y
por fuera yo te buscaba. Estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.”