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En la película “La pasión de Cristo” de
Mel Gibson, cuando Jesús lleva la cruz, hay un momento que cae, es un momento
que aprovecha su madre para acercarse a él, y Jesús levantando de nuevo la cruz
dice: “Estoy haciendo nuevas todas las cosas”-.
Es la frase con la cual hoy acaba la
lectura del libro del Apocalipsis: “Todo lo hago nuevo”. ¡¡Qué frase!!
“Él hace que todo sea nuevo...” “Él hace”, es Dios
quien hace. ¡¡Confiemos en el obrar de
Dios!! Como confiaron Pablo y Bernabé: “Al llegar, reunieron a la Iglesia,
les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a
los gentiles la puerta de la fe”. “Dios había hecho… Dios había abierto...” Es Él quien
hace. Entenderlo es entender el cincuenta por ciento del cristianismo.
“Él hace que todo sea nuevo”, “Todo sea
nuevo”. Ofrece una novedad total. “Todo sea nuevo”. ¿Qué es lo que Jesús hace
nuevo? La respuesta la encontramos en el evangelio. Jesús hace nueva la
capacidad de amar.
“Os doy un mandamiento nuevo: que os
améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros”.
¿Qué hace que todo sea nuevo? El amor… El
amor lo hace todo nuevo. Muchas películas siguen este esquema: protagonista no
está bien, encuentra el amor de su vida, y este amor lo hace todo nuevo. Cambia
a la persona, la hace de nuevo. El amor es una fuerza que lo hace todo nuevo...
Y cuanto más amor, más transformación,
más novedad, más vida generamos...
Podríamos decir: “pero, si esto ya lo
hacemos, todo el mundo ama. Los padres a los hijos y a los nietos, los hijos...
Todo el mundo ya ama”.
Hace falta dejarnos iluminar por la
segunda parte del mandamiento nuevo: “Que os améis unos a otros; como yo os
he amado, amaos también entre vosotros”. “Como yo...”. Es importantísimo...
Porque más o menos todo el mundo ama, pero, Jesús nos pone una referencia clara
y concreta: hemos de amar como Él.
¿Y cómo lo ha hecho él? Jesús nos ama
dando la vida por nosotros. Jesús nos ama sirviendo, asumiendo la posición de
esclavo por amor, (siendo Dios se arrodilla ante el hombre y le limpia los
pies). Jesús nos ama olvidándose de sí, no
buscando su propio bien, su comodidad. Jesús ama comunicando la Buena Nueva. Jesús ama perdonando siempre. Jesús
ama movido por el Espíritu santo…
No estamos llamados “sólo” a amar.
Estamos llamados a amar como él. Pero, claro… él es Dios… él ama con la fuerza
de Dios... ¿cómo puedo yo amar como él? ¡¡Imposible!! ¡¡Jesús hace nueva nuestra
capacidad de amar!!
Si entiendes lo que ahora diré, entiendes
el otro cincuenta por ciento de lo que es el cristianismo: es Dios quien ama en ti. Es Dios que habita
en ti, que te mueve a amar como él, porque es él quien te mueve. Es la
presencia de Dios, el Espíritu Santo, el que se convierte en motor de tus actos
y, entonces, y sólo entonces, puedes amar como él. Hace nueva nuestra capacidad
de amar …
¿Amamos como él?... Hemos de esperar
Pentecostés con muchas ganas, con un gran deseo de recibir el Espíritu Santo.
¿Hoy en día, la gente como identifica a
los cristianos? Los cristianos somos los que vamos a misa. Pues, la idea de
Jesús no va en esta dirección: “La señal por la que conocerán todos que sois
discípulos míos será que os amáis unos a otros”.
¿Hay algún signo que pueda llevar el
hombre secularizado de hoy a la fe? ¡¡Sí!! “Que os améis unos a otros; como
yo os he amado”. Si os amáis así, este hombre creerá... “¡¡Mirad cómo se
aman!!”, es lo que los paganos gritaban viendo a los primeros cristianos…
”¡¡Mirad cómo se aman!!”. Que lo puedan decir de nosotros… ¡¡qué podría hacer
yo para facilitarlo!!
¿Habéis conocido cristianos que amen a
los enemigos? ¿Que recen por ellos? ¿Que los bendigan? Yo tampoco... ¡Si a la
que nos miran mal, ya estamos murmurando...!
El amor es nuestra bandera, nuestro
estandarte. Es nuestra moneda de cambio.
Es la reacción y la opción siempre primera.
San
Agustín dice con mucha rotundidad: “Es la
caridad la que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo. Podrán
todos signarse con el signo de la cruz de Cristo, responder todos “Amén”,
cantar todos “aleluya”, hacerse bautizar, entrar en las iglesias, edificar
basílicas: los hijos de Dios no se distinguen de los hijos del diablo más que
por la caridad. Si te falta esto, todo el resto no te sirve para nada."
San Agustín, yo no me atrevería a ser tan contundente…
Acabo
ya, Él lo hace todo nuevo, porque hace nueva
nuestra capacidad de amar, amemos verdaderamente y éste es el signo que
necesita el hombre de hoy. Pidamos a Jesús el Espíritu Santo para poder amar
como Él.