Vale la pena destacar hoy la oración colecta porque nos da
muchas pistas para vivir en serio la Cuaresma. Empieza diciendo:
. “Dios Todopoderoso”, es muy importante que no
olvidemos que Dios es todopoderoso, quiere decir que lo puede todo. No es una
casualidad que al empezar la Cuaresma nos dirijamos a Dios todopoderoso, porque
nos ayuda a reafirmar nuestra esperanza
en su acción. ...
. “Al celebrar un año más la santa Cuaresma
concédenos,… avanzar...”, éste ha
de ser ahora nuestro deseo, que la
Cuaresma que empezamos nos haga avanzar. No podemos empezar apáticos, sino
anhelando, deseando, que estos cuarenta días nos hagan avanzar.
. Pero, ¿avanzar en qué? “...en la inteligencia (nunca
tenemos bastante) del misterio de Cristo...”. Lo que queremos, lo
que hemos de querer, es conocer más y más a Cristo, ¡porque Él es la vida! Y
para que quede claro que no hablamos de un conocer teórico, de una fe teórica,
acaba diciendo...
. “y vivirlo en
su plenitud”. Queremos conocer más el misterio de Cristo para vivirlo,
queremos vivir en Cristo, en él está escondida la mejor versión de nuestra vida, queremos que él sea nuestra
vida.
Lo que diré ahora es muy personal, pero, a mí después de
meditar la Palabra de Dios, aquello que me parece más fructuoso de meditar es
la liturgia, las oraciones, prefacios y textos de la misa.
Hoy no puedo dejar de mencionar la oración de las ofrendas
porque nos muestra, palpablemente, cuál ha de ser nuestra actitud en el
ofertorio. “Te rogamos, Señor, que nuestra vida sea conforme con las
ofrendas que te presentamos...”. Poner nuestra vida, , quiere decir
ponernos nosotros sobre el altar... ¿y por qué nos ponemos sobre el altar? Para
que el Espíritu Santo transforme nuestras personas como transformará el pan y
el vino, en el cuerpo y la sangre de Cristo.
En el ofertorio no miramos cómo el sacerdote pone el pan y
el vino sobre el altar, en el ofertorio interiormente nos ponemos nosotros
sobre el altar, nuestras vidas,
proyectos, esperanzas, deseos, para que todo quede transformado por el Espíritu
Santo.
Tres ideas del evangelio. 1. Nos presenta a Jesús llevado
por el Espíritu al desierto. En la cultura del Antiguo Testamento, el desierto
es el lugar del encuentro con Dios. Durante cuarenta años Dios se había
manifestado en el desierto al pueblo de una manera especial. San Juan Bautista
vivía en el desierto. Jesús antes de empezar su misión, quiere tener un tiempo
de desierto, un tiempo especial de encuentro con su Padre.
Jesús va al desierto llevado por el Espíritu Santo. El
Espíritu Santo también nos quiere llevar a nosotros a hacer desierto, a tener
más experiencias de desierto, que quiere decir experiencias de soledad con el
Señor. Nos hace falta pasar más ratos
con el Señor. Dice Urs Von Balthasar que “sin
relación personal con Jesucristo no hay cristianismo.” Es una de les
prácticas cuaresmales propuestas, hacer desierto, hacer oración. Se trata de
hacer más de lo que hacíamos habitualmente...
2. Jesús en el
desierto es tentado por el diablo. También nosotros seremos tentados. Tentados
a prescindir de Dios (Jesús dirá: “No sólo de pan vive el hombre”).
Tentados a poner el corazón y la seguridad en los materiales y el dinero (Jesús
dirá: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”). Tentados a
pedir pruebas a Dios (Jesús dirá: “No tentarás al Señor, tu dios”).
También nosotros somos tentados.
3. Jesús supera las tentaciones
apoyado, iluminado por la Sagrada
Escritura. Rechaza las tres tentaciones citando la Sagrada Escritura. Es
preciso que también éste sea nuestro alimento. Cercanos a la Palabra de Dios y
a libros que nos ayuden a entenderla y hacerla vida.
Quisiera acabar comentando algunas
actitudes que tendríamos que tener durante la Cuaresma.
• No
reducirla a hacer dos o tres cosas y ya está. No son
unos actos externos que funcionan automáticamente. Se requiere una actitud
interior. Conectar los actos
con Jesús…
• Una
actitud interior que es necesario cultivar es la de sentirnos pecadores,
enfermos, necesitados del médico. “Si
dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos y la verdad
no estaría en nosotros”. (Primera Carta
de San Juan).
• Es Dios
quien desea nuestra conversión... no porque toca, no por costumbre, ... Es
Dios...
• La postura
fundamental es la de la esperanza. Deseo confiado de cambio. Tener una gran
esperanza. Creer que Dios me santificará notablemente durante la Cuaresma,
esperar una conversión significativa.
Que esta eucaristía... este encuentro con Jesucristo nos provoque
unas grandes ansias de vivir muy bien esta Cuaresma.